Ejemplos con claridades

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ha sido colaborador de los diarios Novedades y Ovaciones y de los semanarios Claridades y El Redondel.
La Suma de claridades de Arcadio Pardo.
Las primeras claridades de la aurora les sorprendieron todavía llorando sentados sobre el borde de la cama.
El aire era transparente, la sierra tomaba un color de violeta obscuro, la llanura se teñía de gris, por el ambiente corrían las frías claridades, el aliento fresco que denunciaba la proximidad del invierno.
Apenas entraron por las rendijas del balcón las primeras claridades del alba, me sorprendió la voz de en los tonos más dulces que usar solía cuando su magín recobraba el normal equilibrio: ¡Ay, Tito, ven! Hazme el favor.
Si cantaba, con una voz que se esparcía por los adentros del alma, como la luz de la mañana por los campos verdes, dejaba en el espíritu una grata intranquilidad, como de quien ha entrevisto, puesto por un momento fuera del mundo, aquellas musicales claridades que solo en las horas de hacer bien, o de tratar a quien lo hace, distingue entre sus propias nieblas el alma.
En la mujer, Lucía, como que es la hermosura mayor que se conoce, creemos los poetas hallar como un perfume natural todas las excelencias del espíritu, por eso los poetas se apegan con tal ardor a las mujeres a quienes aman, sobre todo a la primera a quien quieren de veras, que no es casi nunca la primera a quien han creído querer, por eso cuando creen que algún acto pueril o inconsiderado las desfigura, o imaginan ellos alguna frivolidad o impureza, se ponen fuera de sí, y sienten unos dolores mortales, y tratan a su amante con la indignación con que se trata a los ladrones y a los traidores, porque como en su mente las hicieran depositarias de todas las grandezas y claridades que apetecen, cuando creen ver que no las tienen, les parece que han estado usurpándoles y engañándoles con maldad refinada, y creen que se derrumban como un monte roto, por la tierra, y mueren aunque sigan viviendo, abrazados a las hojas caídas de su rosa blanca.
Camina como quien va lanzando claridades, hacia Juan camina:.
El aire circula por doquiera, extendiendo una atmósfera perceptible por cima de aquel paisaje que se aleja a distancias tremendas, bañándole de claridades, de corrientes y de frescor, envolviendo las formas, acariciando los contornos, reposando y enlazando entre sí las coloraciones graves, calientes, opulentas, en que aquí y allá discretamente se intercalan algunas notas claras para fundirlas en amplia y poderosa armonía.
A ella he confiado mis pesares, en ella he puesto mi cariño, me amó, me ama, y cuando su amor iluminaba mi alma con celestes claridades, cuando de ella recibía mi corazón vigor y fortaleza, se va, y me deja.
A la incierta luz de la aurora, que bañaba en celestes claridades el rostro de Angelina, vi que lloraba, que dos lágrimas rodaban por sus mejillas.
Yo las gasto así, siempre he sido Juan Claridades, y cuando una idea quiere salir de mí, le abro la puerta para que salga, porque si la dejo dentro, estallo Pues decía ¿Se va usted a enfadar?.
Eran las montañas negras, duras, macizas en apariencia, bajo la oscurísima techumbre del cielo tormentoso, era el valle alumbrado por las claridades pálidas de un angustiado sol, era el grupo de castaños, inmóvil unas veces, otras violentamente sacudido por la racha del ventarrón furioso y desencadenado.
Viendo en Félix un muchacho cortés sin afectación, galante sin lisonja, discreto sin esfuerzo, que sabía hablar de cosas serias sin hacerse enojoso, ser franco sin parecer hipócrita, y comparándole involuntariamente con los demás que la cortejaban, resultó de aquel paralelo que la muchacha llegó a preferirle cuando ya en su alma, sin que ella lo advirtiera, penetraron las sensaciones que al amor preceden, al modo que en una habitación cerrada se deslizan las primeras claridades del día.
Separados nos oscurecemos, pero juntos llenamos todo lo creado con las deslumbradoras claridades de nuestro pensamiento.
En el fondo de la iglesia, frente al altar, había una gran reja que se alzaba desde el suelo al techo, tras esta reja percibíanse vagas claridades movibles y un murmullo sordo, de cuyo conjunto se destacaba de rato en rato una sílaba o una tos que repetían los ecos de la bóveda.
¿Quién no habría deseado perderse con semejantes cómplices? ¡Ilustres errores que honran más que las estériles verdades! EL viejo, pues, supo decirles claridades que merecen ser contadas.
-Puesto que hemos convenido en que sea hoy para nosotros el día de las grandes claridades, dígote, hijo, que no fui exacto al declarar que estaba contentísimo de ti.
Trini no insistió en la negativa, sentía necesidad, imperiosa necesidad, de tomar algo caliente que la desentumeciera, y de no haberse brindado el señor Curro, seguramente no hubiera podido satisfacer aquella más necesidad que deseo, porque Antonio, al irse la noche anterior, había arramblado con los pocos cuartos que tenían para aquel día que empezaba a teñir el cielo con sus primeras claridades.
En vastas galerías deslumbradoras, llenas de claridades y de aromas, de sederías y de mármoles, vio un torbellino de parejas, arrebatadas por las ondas invisibles y dominantes de un vals.
La noche estaba hermosa, acababan de desvanecerse las últimas claridades pálidas del crepúsculo.
Antonio se lavoteó impaciente, procurando no despertar a sus padres, que roncaban, y alumbrado por la luz de una mariposa, y cuando las primeras claridades del día alumbraron vagamente el corredor, salió de puntillas de la estancia, con los zapatos en la mano, y, ya en el corredor, se los puso y se dirigió a la calle, embriagado de gozo y de esperanza.
Y dicho esto dio media vuelta el viejo y a poco se perdía entre los matorrales del monte cercano, en que la luna tejía maravillosos encajes de luz y de cristal con sus argentadas melancólicas claridades.
Y al decirle aquello que le había subido desde el corazón a la boca, hubo un momento en que se creyó victorioso, porque oyéndolo, a Clotilde habíasele demudado el semblante y habíansele llenado los ojos de dulces e intensas claridades, pero aquello duró solamente un segundo, y aquella tarde tuvo, como tantas otras, que regresar a Málaga lleno de sombras el corazón y de sombras el pensamiento.
Y dormido seguía, agitado aún en sueños por el tremendo martillar de sus pesadumbres y su abandono, cuando abrióse silenciosamente la puerta de la sala, por cuyo balcón penetraba la luz de plata de la luna invadiéndolo todo con sus celestes claridades, y entró en ella Rosario.
Las primeras claridades del día iluminaban vagamente el paisaje, la venta del Caracolo presentaba pintoresco golpe de vista, el señor Juan el Pistola, de pie en el umbral, empleábase, como de costumbre, en tejer larga pleita con el esparto que sacaba del abultado haz que sujetaba bajo la axila, el Perezoso, un zagalillo greñudo y atezado, parecía empeñadísimo en justificar su mote con una interminable serie de bostezos, a la vez que daba suelta a la reducida piara que a diario tenía que conducir a la montanera, Márgara, desnudos los renegridos brazos, recogida la falda, que dejaba ver el encarnado zagalejo, y cubierta la cabeza por un pañuelo de hierbas atado en la nuca, barría la planicie situada bajo el viejo parral que le daba sombra grata en los ardientes días de estío y no cerraba el paso a las caricias del sol en los invernales, y el Caracolo colocaba a la yegua el pesado yugo a la vez que canturreaba con voz algo ronca:.
«Sí, estará malo, fijamente estará malo», pensaba algunas horas después llena de profunda inquietud Dolores, al par que registraba con sus hermosísimos ojos las verdes frondas del huerto, y cuando ya las melancólicas claridades del crepúsculo empezaban a matizar de misteriosas tonalidades el espacio, las verdes ramas y las azules lejanías, una voz dulce y triste, la voz de Joseíto, resonó allá en lo más hondo del huerto, la voz de Joseíto que avanzaba con paso presuroso, la voz de Joseíto, que cantaba con voz acariciadora y sentidísima:.
Ya empezaban a tomar posesión de los portales y aceras de la calle los vecinos ansiosos de respirar la brisa fresca de la noche, la luna a inundarlo todo con sus argénteas claridades y a resonar, acá y acullá, los melancólicos tañidos de las vihuelas con que la gente moza alegra sus horas de solaz en los umbrales de sus respectivas viviendas en las noches de estío, cuando Antoñico el Zaragata, ya vestido como en los días de repique, llegó a la puerta del Triquitraque, y sentándose junto a una de las mesas en ella colocadas, preguntó al encargado de atender a la numerosa parroquia:.
el alma de claridades tibias, de temblores de savia, de frescuras de.
llena de aire purísimo, los ojos de claridades imprevistas, el.

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