Ejemplos con circunvecino

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El oficial era el Capitán Montgomery, de la balandra de guerra de los Estados Unidos Portsmouth, quien estaba al comando de Yerba Buena y del territorio circunvecino.
El Almirante confió a su hermano Bartolomé Colón la exploración del país circunvecino, lo que dio como resultado la alianza con los indígenas que lo poblaban debido a la amistad que se logró establecer con el Quibián, quien la selló en visita que hizo al Almirante a bordo de las naves.
Ante la mesa y sus apéndices, no sin mil cumplimientos y ceremonias, fueron tomando asiento los padres curas, porfiando bastante para ceder los asientos de preferencia, que al cabo tocaron al obeso Arcipreste de Loirola persona más respetable en años y dignidad de todo el clero circunvecino, que no había asistido a la ceremonia por no ahogarse con las apreturas del gentío en la misa, y a Julián, en quien don Eugenio honraba a la ilustre casa de Ulloa.
Pero pasando la familia y las visitas al amplísimo pórtico donde ya los criados habían enrollado las cortinas de cañamazo, pudo echarse de ver que hacía suficiente claridad en el campo circunvecino.
En la identidad de la extension concebida, no tienen ninguna parte las paredes del vaso: porque en el mismo lugar que este ocupa, pueden colocarse infinitos vasos de la misma extension: el aire circunvecino, ú otro cuerpo cualquiera que rodee las paredes del vaso, tampoco tiene nada que ver con la identidad de la extension: porque ese aire puede cambiarse, y en efecto se cambia continuamente, sin que el volúmen se altere.
Aunque no lo fueras, te reconocería cierto derecho ahora para dudar del desinterés de mis elogios, porque yo misma, con ser como soy, cuando he visto en algún libro entretenerse a la heroína en semejantes ponderaciones de un galán circunvecino, al punto me he dicho: «cogidita te tengo, clavadita me estás.
Era, además, costumbre del señorío circunvecino, que tan escasas cuenta las distracciones, concurrir por la tarde a las ferias, del mismo modo que a las romerías, aunque con menos boato.

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