Ejemplos con chaquetilla

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sus Oficiales son llamados genéricamente detectives, los cuales se caracterizan por no usar uniforme, contando con una placa de servicio para su identificación, además de una chaquetilla, en los momentos en que el detective debe ser reconocido desarrollando su labor.
Debajo de la chaquetilla va la camisa, el chaleco, el corbatín o pañoleta y la faja.
En la cabeza portan el tradicional castoreño y su chaquetilla está adornada con oro, un privilegio que recuerda los tiempos en que su relevancia era igual o mayor que la de los matadores.
También se recortan los faldones de los chaquetones y se generaliza la chaquetilla corta.
En el dorso de la chaquetilla figura el dibujo de una jarra con girasoles, en cuyo centro se aprecia un perfil del Cascamorras pintado, mientras que en el frontal del traje se muestran dibujos de soles, estrellas y lunas, superpuestos sobre la tela.
Este personaje decorativo gastaba patillas largas y blancas, abdomen abultado, pantalón obscuro y una chaquetilla blanca, de dril.
¡Ya, ya verá usted a su sobrino, qué majo y qué gallardo que viene, vestidito de charro, en un caballo soberbio! ¡Ya verá usted, tía Pepa, qué elegante y guapo estaré con el pantalón ceñido, el jarano galoneado, la chaquetilla airosa y la pistola al cinto! ¡Y taca, taca, taca ! ¡Ahí está el ranchero! ¡Ya llegó! Y entrará Juana, diciendo: ¡Señora ya vino el charro! Y usted, tía Pepilla, usted saldrá corriendo a recibirme y abrazarme, o se asomará usted a la ventana para verme llegar, y ver a todas las muchachas que han de mirarme con tamaños ojos, como diciendo: ¡Qué reguapo! Y entraré, sonando las espuelas, y ustedes se pondrán muy alegres.
Vestía una chaquetilla de paño gris perla, bien ceñida y sin adornos, luciendo, al quitársela, el cuerpo del vestido, liso y rojo muy oscuro, con muchos botoncitos de plata, al cuello una gola de piel negrísima, sobre la cual brillaba, como enroscada sierpe de oro, el moño de pelo sedoso y rubio.
—Su pantalon largo, de tela veraniega, la chaquetilla de lienzo blanco que llevaba al hombro, a lo húsar, su faja encarnada, casi siempre desceñida y arrastrando, su sombrero calañés tirado atras, y su fisonomía movible y falsa como la de un comediante, denotaban al individuo de baja estofa del litoral malagueño, nacido en la playa, al aire libre, criado sin casa ni hogar, educado por los truhanes más listos del viejo y corrompido Mediterráneo, y capaz de todo lo malo y de todo lo bueno que pueda hacer un hombre, salvo decir la verdad dos veces seguidas o rehusar una copa de aguardiente.
A la puerta del hotel, en la antesala del club, en la redacción del periódico, en cualquier oficina o centro social, veréis al muchacho de menguada talla, vestido con un uniforme elegante, estilo británico: una chaquetilla que acaba en una punta sobre el vientre y en otra al final de la espalda.
Ella, buscando siempre nuevos atractivos que lucir, se ha puesto las botas polacas, el dormán húngaro, la blusa garibaldina, la chaquetilla torera, el sombrero andaluz, la casaca militar, el casquete griego, la redecilla de ''Costillares'', el piqué morisco.
Y meciéndose en ella suavemente, cruzadas las piernas, entornados los párpados y las manos sobre el incipiente abdomen, pronto hubiérase quedado dormido nuestro protagonista a no penetrar en la estancia Rosario la Caperusa, mal sujeto el negrísimo pelo, que caíale en partidas bandas sobre la curva frente y en encrespados bucles sobre la nuca, luciendo, erguida, la figura escultural, atensada la chaquetilla sobre el provocativo seno, relampagueantes los magníficos ojos y mordiéndose los gruesos y encendidos labios con la más bella dentadura que ha engarzado en humanas encías Santa y Pródiga madre Naturaleza.
-¡Niñas, el carbonero! -gritó de nuevo el de Mairena, y al conjuro de su voz dejó precipitadamente Rosario el lebrillo en que luchaba denodadamente por devolver a algunas prendas interiores su primitiva blancura, y con las mangas de la chaquetilla arrollada en los brazos redondos y bien dibujados, aprisionándose casi del todo la esbelta cintura con ambas manos, revuelto el pelo negrísimo y rizoso, haciendo sonar de modo rápido, no las bordadas chinelas, sino dos brodequines fuera de uso y convertidos en babuchas merced a dos martillazos en el contrafuerte, un tanto jadeante la respiración, arrogante y mal jateada y riente y animado el rostro juvenil y bellísimo, lanzóse a la puerta de la calle mientras su madre le gritaba con voz gangosa:.
Le habían cortado su larga cabellera, le habían encasquetado ya el kepis, plantificado la chaquetilla y la bombacha.

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