Ejemplos con casto

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Cuenta la leyenda que los reyes Sancho el Fuerte, Alfonso II el Casto y Alfonso VII se reunieron en una ocasión para delimitar los limites de sus reinados, y que éstos a su vez lo hicieron cada uno sentado en su propio reino.
Su espíritu es el de la saudade, y su estilo es simple y directo, casto y tierno, lleno de versos sonoros que han dado a su autor una fama duradera y una posición casi incuestionable en la historia de la literatura portuguesa.
Prosiguió su carrera, y Durante la Guerra Hispano-Sudamericana, se le otorgó el mando de la fragata Berenguela, que fue incorporada a la escuadra del Pacífico, a las órdenes del almirante Casto Méndez Núñez, con la cual, participo en el bombardeo de Valparaíso y en el Combate de El Callao.
Los almirantes portan un casto de plata tarado de frente y con nueve barrotes, con las piezas de la visera móvil, el bordeado y las puntas de los remaches de oro.
Estuvo al mando de la fragata Almansa de la Escuadra de Casto Méndez Núñez en la campaña del Pacífico, recibiendo en su casco ciento sesenta proyectiles de las baterías del Callao, y cuando intentaban sofocar un incendio en el antepañol de pólvora, dijo la frase que haría inmortalizar su nombre a los que le aconsejaban inundar el pañol:.
La especie se llama árbol casto debido a ser originalmente usada como medicina antilibido por monjes para ayudarlos en su celibato.
Oh la alegría de casto y virgen sirvientas / superando todos los ángeles: / Regocíjate, Oh pura novia!.
Según el anarquista cubano Casto Moscú, un número infinito de manifiestos fueron escritos denunciando los falsos postulados de la revolución de Castro y llamando al pueblo a oponerse a ella.
La cuestión de si también fueron amantes es discutida: algunos afirman que sí, mientras que otros sostienen que su relación fue más bien platónica, con Montesquiou habiendo elegido mantenerse casto para no dar pie al escándalo.
Más tarde estuvo al servicio del vizconde Barral de Marsella, de Alfonso II el casto, rey de Aragón y conde de Barcelona, de Bonifacio de Montferrato y de Ricardo Corazón de León.
Se trata de una hoja entera que representa al rey Alfonso II el Casto, fundador del reino de Asturias y de la ciudad de Oviedo.
Muchos escritores antiguos sostienen que la pederastia espartana era del tipo casto, aunque también con un componente erótico.
En un extremo las relaciones fueron proclamadas como de amor casto, mientras que en el otro lado del espectro leemos acerca de parejas acusadas de mantener sexo anal en todos sus roles.
La ciudad es la cuna de tres santos: Primiano, Firmiano y Casto, aunque el santo más venerado en la población y su patrón es san Pardo, originario de Grecia.
Madre de Alfonso II el Casto y Jimena.
Finalmente, Emerico se casó con Constanza de Aragón y de Castilla, hija del rey aragonés Alfonso II el Casto y Sancha de Castilla y de Polonia.
Quince años después, Casto Darío abandonaba la formación lo que precipitó el definitivo declive del grupo.
Casto Darío se destacó desde niño como intérprete de armónica y luego se volcó a la guitarra.
Después de este infructuoso intento de doblegar a las fuerzas aliadas, el jefe naval español brigadier Casto Méndez Núñez, replanteó su accionar, optando por la de bombardear el puerto chileno de Valparaíso, y luego el del Callao.
Cuatro días después de su llegada a Cartagena, tomaba su mando el capitán de navío Casto Méndez Núñez, siendo destinada inmediatamente a la Escuadra del Pacífico, en un viaje que presagiaba lo peor debido a las negativas experiencias de franceses e ingleses con sus novísimos buques acorazados en viajes largos.
De Ordoñez son los relieves en que se representa la profesión de fe de Santa Eulalia ante los jueces, donde la influencia miguelangelesca es muy notable, y el momento del martirio de la santa, en que las llamas, lejos de consumir su cuerpo desnudo, un casto desnudo, se vuelven contra los verdugos.
Retratos de comediantas y bailarinas sonreían con su boca pintada en el charolado cartón, alegrando el ambiente casto del reducto.
Con ese vaivén monótono están horas y horas cantando las antiguas baladas Es un baile casto, no lo negará usted.
Keleffy, que discernía la suma de verdadero afecto mezclada en aquella fiesta de la curiosidad y sentía desde su llegada a América como si constantemente estuviesen encendidos en su alma dos grandes ojos negros, Keleffy a quien fue dulce no hallar casa, donde sus últimos dolores, vaciados en sus romanzas y nocturnos, no hubiesen encontrado manos tiernas y amigas, que se las devolvían a sus propios oídos como atenuados y en camino de consuelo, porque en Europa se tocadecía Keleffy, pero aquí se acaricia el piano , Keleffy, que no notaba desacuerdo entre el casto modo con que quería él su magnífico arte, y aquella fiesta discreta y generosa, en que se sentía el concurso como penetrado de respeto, en la esfera inquieta y deleitosa de lo extraordinario, Keleffy, aunque de una manera apesarada y melancólica, y más de quien se aleja que de quien llega, tocó en el piano de madera negra, que bajo sus manos parecía a veces salterio, flauta a veces, y a veces órgano, algunas de sus delicadas composiciones, no aquellas en que se hubiera dicho que el mar subía en montes y caía roto en cristales, o que braceaba un hombre con un toro, y le hendía el testuz, y le doblaba las piernas, y lo echaba por tierra, sino aquellas otras flexibles fantasías que, a tener color, hubieran sido pálidas, y a ser cosas visibles, hubiesen parecido un paisaje de crepúsculo.
Y aquel dolor de vivir sin cariño, y sin derecho para inspirarlo ni aceptarlo, puesto que estaba ligado a una mujer a quien no amaba, aquel dolor que no dormía, ni tenía paces, ni le quería salir del pecho, y le tenía la fantasía como apretada por serpientes, lo que daba a todo su música un aire de combate y tortura que solía privarla del equilibrio y proporción armoniosa que las obras durables de arte necesitan, aquel dolor, en un espíritu hermoso que, en la especie de peste amatoria que está enllagando el mundo en los pueblos antiguos, había salvado, como una paloma herida, un apego ardentísimo a lo casto, aquel dolor, que a veces con las manos crispadas se buscaba el triste músico por sobre el corazón, como para arrancárselo de raíz, aunque se tuviera que arrancar el corazón con él, aquel dolor no le dejaba punto de reposo, le hacía parecer a las veces extravagante y huraño, y aunque por la suavidad de su mirada y el ardor de su discurso se atrajese desde el primer instante, como un domador de oficio, la voluntad de los que le veían, poco a poco sentía él que en aquellos afectos iba entrando la sorda hostilidad con que los espíritus comunes persiguen a los hombres de alma superior, y aquella especie de miedo, si no de terror, con que los hombres, famélicos de goces, huyen, como de un apestado, de quien, bajo la pesadumbre de un infortunio, ni sabe dar alegrías, ni tiene el ánimo dispuesto a compartirlas.
Ella levantó la cabeza y fijó en la que así hablaba una mirada hosca, medrosa, que no parecía tener conciencia de la realidad y reflejaba como en dos vidrios profundos todos los asombros y todas las agonías Reconoció al fin a la marquesa de Villasis, y el rostro de la pecadora, rojo de vergüenza por primera vez en su vida, ocultóse en el casto pecho de la mujer fuerte, balbuceando entre sollozos:.
Adoraba a Tónica, criatura endeble y graciosa, tal vez por la fuerza del contraste, pero cuando estaba en su casa no podía librarse de la querencia a la cocina, como decía Rafael, y allá iba a echar su párrafo, sin pasar nunca de ahí, pues Juanito era casto.
¿Hay mas que hacer que incitar al tibio, provocar al casto, negarse al carnal, animar al cobarde, alentar al corto, refrenar al presumido, despertar al dormido, convidar al descuidado, escribir al ausente, alabar al necio, celebrar al discreto, acariciar al rico, desengañar al pobre, ser ángel en la calle, santa en la iglesia, hermosa en la ventana, honesta en la casa y demonio en la cama?.
Es una ciencia replicó don Quijote que encierra en sí todas o las más ciencias del mundo, a causa que el que la profesa ha de ser jurisperito, y saber las leyes de la justicia distributiva y comutativa, para dar a cada uno lo que es suyo y lo que le conviene, ha de ser teólogo, para saber dar razón de la cristiana ley que profesa, clara y distintamente, adondequiera que le fuere pedido, ha de ser médico y principalmente herbolario, para conocer en mitad de los despoblados y desiertos las yerbas que tienen virtud de sanar las heridas, que no ha de andar el caballero andante a cada triquete buscando quien se las cure, ha de ser astrólogo, para conocer por las estrellas cuántas horas son pasadas de la noche, y en qué parte y en qué clima del mundo se halla, ha de saber las matemáticas, porque a cada paso se le ofrecerá tener necesidad dellas, y, dejando aparte que ha de estar adornado de todas las virtudes teologales y cardinales, decendiendo a otras menudencias, digo que ha de saber nadar como dicen que nadaba el peje Nicolás o Nicolao, ha de saber herrar un caballo y aderezar la silla y el freno, y, volviendo a lo de arriba, ha de guardar la fe a Dios y a su dama, ha de ser casto en los pensamientos, honesto en las palabras, liberal en las obras, valiente en los hechos, sufrido en los trabajos, caritativo con los menesterosos, y, finalmente, mantenedor de la verdad, aunque le cueste la vida el defenderla.
Si el poeta fuere casto en sus costumbres, lo será también en sus versos, la pluma es lengua del alma: cuales fueren los conceptos que en ella se engendraren, tales serán sus escritos, y cuando los reyes y príncipes veen la milagrosa ciencia de la poesía en sujetos prudentes, virtuosos y graves, los honran, los estiman y los enriquecen, y aun los coronan con las hojas del árbol a quien no ofende el rayo, como en señal que no han de ser ofendidos de nadie los que con tales coronas veen honrados y adornadas sus sienes.

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