Ejemplos con carácter

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Temíamos que el mismo carácter del héroe, entidad algo pasiva, movida por las circunstancias mucho más que movedora de ellas, comunicase cierta languidez al conjunto de la obra, impidiendo al lector interesarse sinceramente por el protagonista.
Prosiguiendo, pues, sin más preámbulo el suspendido relato, encontramos ya a Periquito hecho fraile, es decir, a don Simón en Madrid con su carácter de diputado a Cortes, y a su familia acomodada con él en una de las principales calles, y no en la peor de sus casas.
¿Qué más podía pedirse a don Simón? Estaba en perfecto carácter de diputado.
Repugnábale a don Simón perder este último carácter que tanto le halagaba, pero no podía resignarse a no ser diputado, ya que estaba con las manos en la masa.
En sus diversos altos y paradas, que disponía siempre aquel de los seis caciques más conocedor del terreno electoral que iba a pisarse, no encontró siempre don Simón un albergue tan placentero como el del hidalgo, ni muchos tipos que se le parecieran en la nobleza del carácter.
¿Estaría don Recaredo decidido a que fenecieran juntos el solar y el solariego? Todo era creíble en su carácter.
Respetábanle los campesinos por su carácter y por sus fuerzas, y también por ciertas convidadas que sabía darles oportunamente.
Pues precisamente porque eso que usted dice es cierto, los hombres de mi carácter y de mi posición nos lanzamos esta vez a la lucha, resueltos a que sea una verdad el sistema representativo.
Aquellos hombres, que habían visto sin alarmarse, durante muchos años, cómo cundían y se propagaban ciertas tendencias , y cómo se iba rebajando poco a poco el carácter nacional, corrompiendo aquel conjunto de cualidades que un día hicieron del tipo español el modelo proverbial de los caballeros , aquellos hombres, digo, que habían visto todo esto y mucho más, sin temblar por el día siguiente, observaron una vez que las predicaciones, que las tolerancias, que las concesiones, que toda aquella política de que encomiaban a destajo y en la cual creían sin conocerla, estaba dando ya sus frutos naturales y lógicos, que aquellas por las que nada habían hecho ellos nunca, y de las que jamás se habían acordado sino para explotar su trabajo a cambio de un mezquino pedazo de pan, se alzaban imponentes, en virtud de las alas que les prestara una libertad mal entendida, que aquella , como ellos llamaban a la multitud desheredada cuando ésta era dócil, se aprestaba, con la tea en la mano, a imponerse al mundo entero y a transformar, en un instante dado, el modo de ser de la familia y de la sociedad.
Y la tiene, no porque se lo dicen los que le inciensan, sino porque una vez, viéndose tan alto, dió en mirar a su alrededor, y observó que así en la plaza como fuera de la plaza, los hombres que daban vida a los pueblos modernos e imprimían carácter a la época, ni eran de más noble estirpe, ni más sabios ni más ricos, ni tenían mejor ortografía que el.
En esta época floreciente es cuando el carácter de don Simón , o mejor, cuando don Simón.
Como el ya Simón no conocía bien al pormenor el carácter de la plaza mercantil en que se había establecido, dedicóse el primer año, y mientras la estudiaba a fondo, a descuentos ventajosos y préstamos sobre fincas, negocios que le proporcionaron cómodas y pingües utilidades.
Así es que, en sus propósitos de conciliario todo, resolvióse a adoptar en adelante, para todo documento de carácter particular y privado, la firma a secas de , y para los que tuvieran relación con su vida pública, es decir, para , el más aparatoso de.
Su carácter local le favorece mucho más que le perjudica, en el momento presente.
Temíamos, finalmente, que el carácter en gran manera prosaico de las escenas políticas, que son la mayor parte del libro, hubiese influído en detrimento de su valor estético, y esto lo temía yo más que nadie, viendo correr con tibieza y desaliento la pluma del autor por las descripciones de un club o de una redacción de periódico, como si le aquejase la nostalgia de sus montes y de sus marinas.
Don Amaranto de Fraile, a quien conocí hace muchos años en una casa de huéspedes, era, sin duda, un hombre fuera de lo común, no menos por la traza corporal cuanto por su inteligencia, carácter y costumbres.
Hasta puede añadirse que ha recargado las tintas más de lo que suele, y ha hecho contra su costumbre, y quizá contra la conveniencia artística, un carácter de una sola pieza, porque entes tan completa y absolutamente perversos como don Sotero, sin ninguna cualidad buena ni vislumbre de ella, son, por dicha, rarísimos, y aun pueden tenerse por aberraciones de la humana naturaleza.
Y, sin embargo, el carácter de Águeda estaba bien concebido, y ¡cuan hermosos y trágicos efectos podía haber sacado el autor de la eterna lucha entre la pasión y la ley moral! Bien está que Agueda, católica a la española y montañesa a toda ley, cumpla su deber sin aparato ni estruendo, aunque su resolución le cause dolores mortales.
De fijo lo menos afortunado en la novela de Pereda es también el carácter de la heroína.
Pero en torno de esta creación singular se agrupan, como digno cortejo, todos con fisonomía propia y rebosando de vida: la vieja , sentenciosa consejera de Magdalena, el hidalgo don Lope, alma de oro con corteza de hierro, tan breve en palabras como largo en hechos, último vástago de aquellos indomables banderizos del siglo XV, y condenado en el nuestro a matar las solitarias horas sobre su de piedra, el estudiante, el indiano, la solterona Osmunda, providencial castigo de don Gonzalo, Carpio y Gorio, en quienes se cifra y compendia el carácter del campesino montañés con todos sus rodeos y suspicacia, y hasta los personajes de segundo orden, Chisquín, Toñazos, Polinar, Barriluco.
Queda dicha la excelencia satánica del carácter de Patricio, tan complicado, tan difícil y de tan paciente estudio.
A veces conserva un resto de acción, no más que la suficiente para mover los personajes, otras acude a invenciones fantástico-alegóricas, otras se limita a describir con cuatro indelebles rasgos un carácter.
Nace de aquí el escasísimo interés que la mayor parte de estas novelas despiertan y el tedio que a la larga causan, como que carecen, en realidad, de principio y de fin, y de medio también, reduciéndose a una serie de escenas mejor o peor engarzadas, pero siempre de observación externa y superficial, siendo para el autor un arca cerrada el mundo de los misterios psicológicos, ya que fuera demasiada indulgencia aplicar tal nombre a los actos ciegos y bestiales de individuos en quienes la estupidez ingénita o los hábitos viciosos, llegados a la extrema depravación, han borrado casi del todo el carácter de seres racionales.
El primero parece más comprensivo, pero el segundo lleva hoy consigo un carácter de literatura militante, y aun de motín demagógico, que exige establecer algún matiz entre ambos vocablos, por mucho que los identifique su origen, ya que en lo real entra la naturaleza y en ella el espíritu humano con cuanto crea y concibe.
¡Bien calculó el maligno Celemín lo que había de ocurrir, y cómo la caballeresca escena cambiaba de carácter y adquiría torpe sentido con sólo disponer los combatientes en la forma antedicha y rasgar oportunamente la trasera de unos gregüescos! Las más sublimes escenas de Shakespeare se hubieran descompuesto en esta piedra de toque.
Por último, las peleas de gallos influían en la vida y carácter de Apolonio en dos opuestas direcciones: una favorable, y adversa la otra.
Esta era la arista dura e insensible de su carácter.
Esta persistencia del orgullo de casta, aunque envuelto en blandas maneras, era el único ángulo rígido de su carácter, y por este lado llegaba en ocasiones a extremos de dureza e insensibilidad, inconscientemente, y, por lo tanto, sin remordimiento.
Mi madre, que tenía mal carácter, decía que mi padre era un zángano, y que los que venían a oírle le tomaban el pelo.
Su hazaña de la taberna había modificado su carácter, antes pacífico y sufrido, despertando en su interior una brutalidad agresora.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba