Ejemplos con calentura

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

LAMBADA La lambada es amor, pasión, es la expresión de dos bailarines invadidos por la calentura del ritmo brasileño.
LAMBADALa lambada es amor, pasión, es la expresión de dos bailarines invadidos por la calentura del ritmo brasileño.
Aparece repentinamente con una calentura elevada, que cesa en un plazo de siete días aproximadamente con sudoración profusa.
Nunca enlanguideciera la fiebre aquellos ojos de azulada córnea, nunca secara aquellos fresquísimos labios la calentura que consume a las niñas en la difícil etapa de diez a quince.
Así compuesta y encendida de calentura y vanidoso placer, parecía hasta hermosa, a despecho de sus pecas y de la pobreza de sus tejidos devastados por la anemia.
No obstante, la calentura era alta, el sudor se había suprimido.
Y el vasco y la valerosa amiga cruzaron las manos y alzaron blandamente en el improvisado trono a la enferma, que se dejó ir como un cuerpo inerte, recostando la cabeza en el cuello de Lucía y humedeciéndoselo con el viscoso sudor de la calentura.
Ahora lo distinguía perfectamente, era él, pero aun más abatido y desmejorado que cuando por última vez lo vio, velaban su rostro tintas cárdenas, y la negra barba lo sumía en un cerco de sombra, sus ojos brillaban cual si tuviese calentura.
En los míseros bohíos del pueblo gemían los conquistadores mal heridos, hambrientos, temblando de calentura.
Al cabo cedió la calentura, y desapareció la gravedad.
Tanto la impresionó, que estuvo algunos días en la cama con fuerte calentura.
¿Qué es eso, hijo? ¿Estás malo? ¿Tienes calentura?.
Creo que tengo calentura ¡y unos escalofríos!.
Tocóme en la frente y en las mejillas para ver si tenía yo calentura, y acariciándome dulcemente prosiguió:.
Tía Carmen había tenido calentura muy ligera.
Dormía yo con ella, y recuerdo que ardía en calentura, que su cuerpo quemaba como una brasa.
Tienes calentura Eso es por ponerte a pensar lo que no debes.
Sentía en mí, detrás de aquella idea, una calentura de celos que me abrasaba.
¿Eran estas algo que con la prisa no pudo decir, pero que debió haber dicho, o eran simplemente desvaríos de su cerebro encendido por la calentura? ¡Si creerá esta señora que no hay en el mundo más mujeres honradas que ella! Que se le quite a usted eso de la cabeza.
En sus meditaciones, solía decir que , como si dijese que le había entrado calentura.
Pareciole que tenía algo de calentura.
Cuando el padre se retiraba ya, murmurando Adiós, Nuchiña, hija querida , la novia le asió la diestra y se la besó humildemente, con labios secos, abrasados de calentura.
Julián era el único despierto, sentía frío en las médulas y en los pómulos ardor de calentura.
Sus ojos se hallaban encendidos y abultados, como de haber llorado mucho tiempo seguido, su voz era desmayada y fatigosa, sus labios estaban resecos, tostados por la calentura y el insomnio.
Trinidad Muley fué quien, al ver que el jóven no quiso comer ni cenar el dia mencionado, ni durmió aquella noche, y amaneció al dia siguiente con calentura, le recibió declaracion indagatoria, y, sabedor de todo lo ocurrido, díjole estas palabras:.
Trinidad Muley se hallaba enfermo en cama, con una fuerte calentura, y que habia llamado a un escribano para hacer testamento, como cesionario de la mayor parte de las riquezas de su antiguo pupilo.
El a que alude la precedente inscripción consistió en que, habiendo comido al sol Carlos V, en aquel propio salón-mirador, sintióse acometido de frío, no bien dejó la mesa, y luego le entró calentura.
Por maravilla se hallará entre tantos uno que crea derechamente en la sagrada ley cristiana: todo su intento es acuñar y guardar dinero acuñado, y para conseguirle trabajan y no comen: en entrando el real en su poder, como no sea sencillo le condenan a cárcel perpetua y a escuridad eterna: de modo que ganando siempre, y gastando nunca, llegan y amontonan la mayor cantidad de dinero que hay en España: ellos son su hucha, su polilla, sus picazas y sus comadrejas: todo lo allegan, todo lo esconden y todo lo tragan: considérese que ellos son muchos y que cada dia ganan y esconden poco o mucho, y que una calentura lenta acaba la vida como la de un tabardillo, y como van creciendo se van aumentando los escondedores, que crecen y han de crecer en infinito, como la esperiencia lo muestra: entre ellos no hay castidad ni entran en religion ellos ni ellas: todos se casan, todos multiplican, porque el vivir sobriamente aumenta las causas de la generacion, no los consume la guerra, ni ejercicio que demasiadamente los trabaje, róbannos a pié quedo, y con los frutos de nuestras heredades que nos revenden se hacen ricos, no tienen criados, porque todos lo son de sí mismos, no gastan con sus hijos en los estudios, porque su ciencia no es otra que la del robarnos: de los doce hijos de Jacob que he oido decir que entraron en Egipto, cuando los sacó Moysen de aquel cautiverio, salieron seiscientos mil varones sin niños y mujeres: de aquí se podrá inferir lo que multiplicarán las destos, que sin comparacion son en mayor número.
Como las cosas humanas no sean eternas, yendo siempre en declinación de sus principios hasta llegar a su último fin, especialmente las vidas de los hombres, y como la de don Quijote no tuviese privilegio del cielo para detener el curso de la suya, llegó su fin y acabamiento cuando él menos lo pensaba, porque, o ya fuese de la melancolía que le causaba el verse vencido, o ya por la disposición del cielo, que así lo ordenaba, se le arraigó una calentura que le tuvo seis días en la cama, en los cuales fue visitado muchas veces del cura, del bachiller y del barbero, sus amigos, sin quitársele de la cabecera Sancho Panza, su buen escudero.
Escribióme el duque, mi señor, el otro día, dándome aviso que habían entrado en esta ínsula ciertas espías para matarme, y hasta agora yo no he descubierto otra que un cierto doctor que está en este lugar asalariado para matar a cuantos gobernadores aquí vinieren: llámase el doctor Pedro Recio, y es natural de Tirteafuera: ¡porque vea vuesa merced qué nombre para no temer que he de morir a sus manos! Este tal doctor dice él mismo de sí mismo que él no cura las enfermedades cuando las hay, sino que las previene, para que no vengan, y las medecinas que usa son dieta y más dieta, hasta poner la persona en los huesos mondos, como si no fuese mayor mal la flaqueza que la calentura.

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