Ejemplos con bravío

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En el cielo había aparecido la Madre de Jesús que haciendo un gesto con su mano izquierda ordenaba al toro bravío que se arrodillara.
Derivado de ese sobrenombre, la afición chiva se refiere a su equipo como El rebaño sagrado o El Chiverío, uno de sus signos, muy a tono con el carácter bravío de la región es el de Soy chiva y qué.
El bosque bravío cubre la capital de remotas épocas, pasa el cazador salvaje por donde en otro tiempo eran recibidos los caudillos vencedores con aparato de semidioses, pacen las ovejas y sopla el pastor en su caramillo sobre las ruinas que fueron tribuna de leyes muertas, vuelven a agruparse los hombres y surge la cabana, la aldea, el castillo, la fábrica, la ciudad enorme, y se repite lo mismo, siempre lo mismo, con una diferencia de centenares de siglos, como se repiten de unos hombres en otros iguales gestos, ideas y preocupaciones en el transcurso de unos cuantos años.
Y siempre, y en todos los casos, la patria salía por sus labios a relucir, altiva y llorosa, como una tórtola gemidora que abrigara un cóndor bravío.
La dama volvió a leer la carta y comprendió entonces una sola cosa, pero una cosa para ella inverosímil, que vino a despertar en su ánimo el movimiento de ira, de sorpresa, de rabia desesperada que causa al potro bravío el primer espolazo que desgarra sus ijares, el primer serretazo que le hace detener su voluntariosa carrera, anunciándole que hay alguien que puede, y quiere, y debe sujetarle y humillarle ¡Comprendió que por primera vez en su vida le cerraban una puerta, y que era el que se la cerraba un hombre desconocido, un pobre fraile, un Pedro Fernández! ¡La fuentecilla que corría allí al lado murmurando llegó a los oídos de Currita como el eco de la sarcástica carcajada que había de soltar el mundo al verla vencida por Pedro Fernández!.
Se oyen de cuando en cuando los pasos rápidos de alguien que ha trasnochado por necesidad o por vicio, suenan a lo lejos las campanas de maitines en la torrecilla de un convento, y tras las vallas de un solar convertido en corral, lanza un gallo su canto bravío y vigoroso, como si estuviera en el campo.
Allí, desde la mañana hasta la tarde, exceptuada una hora al medio día, se escuchaba continuamente el ruido múltiple y monótono formado por los mazos y las martillinas al chocar con las piezas de cantería: el sol lo iluminaba todo, lanzando acá y allá las sombras rectangulares e intensas de los tinglados de estera bajo que se resguardaban los peones, y a ratos de entre aquel rudo concierto que forman el hierro hiriendo, la piedra partiéndose y el eco resonando, se alzaba el canto bravío y triste de una copla medio ahogada por el zumbido del trabajo como un suspiro entre las penas de la vida.
No hay duda que así, varonilmente desaliñado, húmeda la piel de transpiración ligera, terciada la escopeta al hombro, era un cacho de buen mozo el marqués, y sin embargo, despedía su arrogante persona cierto tufillo bravío y montaraz, y lo duro de su mirada contrastaba con lo afable y llano de su acogida.
Parecía que la leñosa corteza se le iba cayendo, poco a poco, al marqués, y que su corazón bravío y egoísta se inmutaba, dejando asomar, como entre las grietas de la pared, florecillas parásitas, blandos afectos de esposo y padre.
La voz gitana, mezclándose a la voz del amor, arrastrábala hacia el bravío mozo.
Moreira dio vuelta la cara y miró a Chirino con sus negras pupilas brillantes, cuyo fulgor bravío no había logrado extinguir la muerte que llevara a su cuerpo aquella bayoneta traidora que hería su espalda como si fuera la espalda de un ladrón o de un cobarde a quien la muerte sorprende en medio de la fuga.
Positivamente era lo que llamaba el de Madrid, en su jerga flamenca, una mujer de buten, o lo que es lo mismo, en castellano honrado y decente, una real moza, pero no estaban en lo justo ni él ni el inflamable Fabio López, al afirmar el primero que, detrás de los negros, rasgados y velludos ojos de Irene, había, o podía llegarse a ver, un alma preñada de misterios temerosos, y el segundo, que eran el reflejo de un espíritu bravío y casi montaraz.
Los ojos que relampagueaban a la sombra de los negros arabescos del tatuaje, tenían el mismo resplandor bravío y siniestro de aquellos ojos que habían fascinado a Estela, igualmente agudos y separados eran, los dientes que blanqueaban entre aquellas bocas contraídas por la atención dada a ese hombre que les hablaba en su bárbaro idioma, con la rapidez y soltura de la lengua materna.
Con un gesto bravío le reprendió su atrevimiento de colarse hasta allí, y con otro no más dulce y un ademán adecuado, le mandó que pasara al gabinete que le señaló con el índice cobrizo.
Vuelve a subir el terreno después de una larguísima hondonada, pero con otro ropaje más basto y más bravío, y acaba en una gran mancha verdinegra que se esparce a un lado y a otro.
Hoy me presenta usted un terreno bravío y escabroso, y se trata de ponerle en buenas condiciones de cultivo.
La parte correspondiente a éste se enlaza por el norte, con un bosque bravío que ocupa toda la vertiente del mismo lado, y algo de las dos contiguas.
Ramón Montiel -que así se llamaba- era un soldado bravío capaz de la acción heroica como del crimen alevoso.
Revolcado con las ropas en desorden y las espuelas enredadas en la maleza, era el blanco del ojo bravío y siniestro de Cata, que a él se aproximaba en felino arrastre con un cuchillo de mango de asta en la diestra.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba