Ejemplos con borbotones

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En el Stier, arrojando borbotones de humo y con la imposibilidad de reparar los daños en timón y calderas, se ordenó el abandono y hundimiento del buque.
Los fuertes payeses sujetaron fácilmente con sólo una mano al enfermizo muchacho, pero éste, incapaz de moverse, desahogó su rabia tendiendo un puño hacia el camino, mientras las amenazas e insultos salían a borbotones de su boca.
Quedose Miranda indeciso un punto, y volviendo a aullar, derramó a borbotones su ira, exclamando:.
Todo lo que guardaba en el fondo de su pensamiento emergió a borbotones, expelido por una voz ronca cargada de lágrimas.
¡Ay, quién podría darle en viviente realidad la imagen algo esfumada que latía en su recuerdo! ¡Pasear sintiendo el dulce brazo en su brazo, soñar arriba, en la última cubierta, ocultos los dos detrás de un bote, las bocas juntas, la mirada perdida en el infinito, vivir toda una vida en tres metros de espacio, entre los tabiques de un camarote, despertando del amoroso anonadamiento con la campana del puente, que sonaba, en la inmensidad oceánica, discreta y tímida, como la otra campana monjil! Y sumiendo Fernando su mirada en los borbotones de espuma moteados de puntos de luz que resbalaban por el flanco del navío, gimió mentalmente, con un llamamiento angustioso:.
¿Cómo no ha de quererla Juan?decía la infeliz, entre golpes de lágrimas, a los pocos momentos, siendo aquel llanto de Lucía extraño, porque no venía a raudal y de seguida, aliviando a la que lloraba, sino a borbotones e intervalos, sofocándola y exaltándola, parecido al agua que baja, tropezando entre peñas, por los torrentes.
En fin, salió la chusma del corral, a borbotones o chorros, como el agua de sucio estanque al cual se abren las compuertas, y desde este punto ya respiramos y nos esponjamos, y yo pude hacerme cargo, por el escozor de mi piel, de los desastrosos efectos del látigo.
Batiste se metió en la acequia hasta las rodillas, colocando la barrera que había de detener las aguas, mientras su hijo, su mujer y hasta su hija atacaban con los azadones el ribazo, abriendo boquetes por donde entraba el riego a borbotones.
Las mil frases bonitas que había leído y conservado en la memoria para matizar con ellas su pintoresca elocuencia acudieron en tropel a sus labios saliendo a borbotones.
Y como los náufragos agonizantes de hambre y de sed, que en sus delirios sólo ven mesas de festín y clarísimos manantiales, Batiste contempló imaginariamente campos de trigo con los tallos verdes y erguidos y el agua entrando a borbotones por las bocas de los ribazos, extendiéndose con un temblor luminoso, como si riera suavemente al sentir las cosquillas de la tierra sedienta.
, de bruces en el suelo, se quejaba con lamentos que parecían ronquidos, saliendo a borbotones la sangre de su rota cabeza.
Traspuso la puerta, cruzó un patio lleno de pilas de lingotes de hierro, y entró en una nave larga y anchurosa, iluminada por ventanales tras cuyos vidrios empañados se adivinaban muros ennegrecidos, montones de carbón, chisporroteo de fraguas, y altas chimeneas que en nubes muy densas lanzaban a borbotones el humo pesado y polvoriento de la hulla.
¡Bendito Dios, qué cara me puso! ¡Ah!, el amor propio y la soberbia le salían a borbotones por la boca.
De las vecinas casas salía en tropel a borbotones el hirviente vecindario, loco también de alegría, y todo el mundo se felicitaba, todo el mundo se abrazaba.
Doña Perfecta sintió borbotones de fuego que subían de su corazón a sus labios.
La condesa, por hallarse en presencia de un extraño, no soltó la ira que a borbotones quería escapársele del pecho, al ver en su hijo la obstinada genialidad, que amenazaba echar por tierra todos sus proyectos, mas conociendo yo que aquel volcán necesitaba cumplido desahogo por el cráter de la boca y quizás por el de las manos, juzgué prudente retirarme.
Unos hablaban de hilván, otros a borbotones, otros a chorretadas, otros habladorísimos hablan a cántaros, gente que parece que lleva pujo de decir necedades, como si hubiera tomado alguna purga confecionada de hojas de Calepino de ocho lenguas.
Metidos en el agua hasta el cogote, vimos llegar las llamaradas, que roncaban en una sostenida nota grave, parecía como que la tierra se fuera en borbotones de humo, y la cara se nos asaba materialmente.
La sangre le corría de la espantosa desgarradura a borbotones, y una contracción de rabia habíale transformado el semblante en una máscara de simio enloquecido.
La sangre salió a borbotones del pecho.
Ahí van, pues, esas mis incultas ideas, tales cuales son, mal o bien compaginadas, y derramándose a borbotones, como agua de cántaro mal tapado.
Cierto era, muy cierto, que Emma había amenazado ruina, que sus carnes se habían derretido entre desarreglos originados de sus malandanzas de madre frustrada, influencias nerviosas, aprensiones, seudohigiénicas medidas y cavilaciones, rabietas y falta de luz y de aire libre, pero también era verdad que no faltaba fibra al cuerpo eléctrico de aquella Euménide, que sus nervios se agarraban furiosos a la vida, enroscándose en ella, y que al cabo el estómago, llegando a asimilar las buenas carnes, y los buenos tragos produciendo sano influjo, habían dado eficacia al renaciente apetito, y la salud volvía a borbotones inundando aquel organismo intacto a pesar de tantas lacerías.
¡Ay! ¡Cómo se le metía por el alma, a borbotones, como lágrimas de ternura que en vez de salir entrasen, el amor de aquel hijo, de aquel ser débil, abandonado por los ángeles entre los hombres!, pero ya no amor abstracto, metafísico, amor sin frases, amor nada retórico.
Su sangre a borbotones mancha el suelo,.
-¿En qué? -preguntó mi tío, fingiendo extrañeza, mientras el Cura reía a borbotones y lanzaba latines y yo no sabía qué pensar de todo aquello.
A la desnuda campiña parece que se la ve tiritar de frío, las chimeneas de la barriada lanzan a borbotones el humo que se lleva rápido el helado Norte, dejando en cambio algunos copos de nieve.
No se ve la escena porque lo impide el humo de la cocina, que sale a borbotones por el balconcillo, conductor único que para él hay en la casa.
Así llegaron a Peleches, en cuyo saloncito de labor, o mejor dicho, estudio de Nieves, con las puertas del balcón abiertas de par en par para que entrara a borbotones el nordeste que corría, saturado de los efluvios de la mar, fueron recibidos por los señores de la casa y por don Claudio Fuertes, que también estaba convidado a comer.
Hice con el pulgar y el índice ese ademán que siempre significa «cuestión de dinero», mi amigo negó con el índice también, y pronunció a borbotones, en frases truncadas, desahogándose en un arrebato de absoluta franqueza:.
Los ¡oh! , los ¡ah! y los ¡eh! brotaban de sus labios a borbotones.

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