Ejemplos con atracción

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Jaime seguía mirando al con la irresistible atracción de la antipatía.
De este modo, los , por miedo a perder sus armas, acababan por evitar el trato con el héroe y huían de él como de una atracción del peligro.
¡Solo! Se daba cuenta de su aislamiento, rodeado de personas que le respetaban, que tal vez le amaban, pero al mismo tiempo sentían la irresistible atracción de unas alegrías sencillas, insípidas para él.
¡Era él él, como le representaban sus retratos de joven! Y al encontrarle de nuevo en Munich bajo el mismo techo, había sentido que la suerte estaba echada y era inútil luchar por desprenderse de esta atracción.
No eran impíos, pues su simpleza de pensamiento no les permitía este lujo, pero tampoco eran devotos ni austeros: amaban la vida con todas sus dulzuras y sentían la atracción de los peligros con atávico entusiasmo.
La energía asimiladora que le ha permitido conservar cierta uniformidad y cierto temple genial, a despecho de las enormes invasiones de elementos étnicos opuestos a los que hasta hoy han dado el tono a su carácter, tendrá que reñir batallas cada día más difíciles, y en el utilitarismo proscriptor de toda idealidad no encontrará una inspiración suficientemente poderosa para mantener la atracción del sentimiento solidario.
La Naturaleza sentía también la atracción de su llamado generoso, vientos, aves y plantas parecían buscarcomo en el mito de Orfeo y en la leyenda de San Francisco de Asís, la amistad humana en aquel oasis de hospitalidad.
Mientras tanto, la atracción del mar le arrastraba lejos de las aulas, yendo a ver a á la misma hora en que sus profesores pasaban lista a los alumnos, anotando sus ausencias.
A continuación frotaba una de aquellas joyas exóticas y falsas con gruesos vidrios tallados, y el pedacito de papel quedaba inmóvil, sin estremecerse bajo los efectos de la atracción.
Los equipajes de los dos estaban confundidos, como si sufriesen la misma atracción que juntaba sus cuerpos con un enlazamiento continuo.
Representabas una atracción y un estorbo.
Todos estaban arriba, como si una atracción poderosa los hubiese arrancado de los sollados, del fondo de las bodegas, de los metálicos corredores de las máquinas.
Los españoles le inspiraban miedo y atracción.
Y esto en medio de un ambiente hostil, rodeados de ávidas bestias, grandes y pequeñas, que sentían la atracción de su rica carne, y sin otra defensa que el ocultamiento.
Luego, en el resto de la tarde, se tropezó con ellas forzosamente, por la atracción que sufren los viajeros dentro de una ciudad pequeña.
Todo lo que en ella hay de más móvilla masa flúida de la atmósferase dilataba dos veces diariamente, hinchado su seno, y esta succión atmosférica, obra de la atracción universal, se reflejaba en las aguas, conmoviéndolas.
Porque los que poseen una buena condición, si bien la persiguen implacablemente en los demás cuando por causa de la posición o edad de estos, teman que lleguen a ser rivales, se complacen, por el contrario, por una especie de prolongación de egoísmo y por una fuerza de atracción que parece incontrastable y de naturaleza divina, en reconocer y proclamar en otros la condición que ellos mismos poseen, cuando no puede llegar a estorbarles.
Tal vez de verte joven y hermosa, como en otros tiempos te contemplé, no hubiera sentido la más leve atracción.
Era la mujer fuerte, la compañera valerosa, unida a mí por la comunidad de pensamientos más que por la atracción de la carne.
Vosotros vais por la inmensidad agarrados a un proyectil que marcha vertiginosamente, y engañados por vuestra pequeñez, creéis vivir inmóviles en una catedral muerta ¡Y estas velocidades no son nada comparadas con otras! El Sol, a cuyo alrededor giramos, cae y cae en el vacío, llevando pegados por la atracción a sus flancos a la Tierra y los otros planetas.
Los jesuítas, con su astucia, adivinaron que había que dar al culto una atracción teatral, mezclar la liturgia con la opereta, y por eso sus iglesias, doradas, alfombradas y floridas como tocadores, se ven llenas, mientras las viejas catedrales suenan a hueco como tumbas.
Le buscaban, sentían la necesidad de su presencia, experimentaban esa atracción que, aun permaneciendo silenciosos, ejercen los que han nacido para pastores de hombres.
Cierto, ciertísimo, lector pío y discreto, que peca de inmoral y merece toda censura el autor que encomia a los ladrones y recomienda sus hurtos y los facilita, o el que protestando contra ellos y reconociendo su inmoralidad, traza, sin embargo, con buenas intenciones y poquísima prudencia, cuadros de peligrosa belleza, de tentación seductora, que ejercen sobre el lector incauto, y aun sobre el que por tal no se tiene, la atracción siniestra del abismo.
Ella se alzó entonces de su asiento, y volvió a mirarle con fijeza, con obstinación, con atracción invencible, como el viajero cuando va por el borde de un precipicio mira el abismo que le atrae, y ansía ver lo que hay en lo más hondo y tenebroso de su seno.
El alma ve entonces las cosas tales como son y no tales como aparecen, las ve, no en su manifestación transitoria, sino en su idea pura y eterna, no ya en lucha constante, desligadas, sin concierto, en guerra de exterminio, sino que las ve atadas por lazo de amor, subiendo en concorde armonía hacia la luz y hacia el bien, y encaminándose, por atracción suave y divina, a la justificación providencial de todo.
¿Sería tal simpatía un parentesco de perversidad? Ejercía sobre ella una atracción querenciosa, y como le dijera algún concepto lisonjero a su corazón, sentíalo retumbar en su mente cual si fuera verdad pronunciada por sobrenatural labio.
El sentimiento que le inspiraba aquella mujer en las Micaelas, la inexplicable mescolanza de terror y atracción prodújose en aquel instante en su alma con mayor fuerza.
Si Fortunata se prendaba de él, aunque se prendara por lo moral, que es la menor cantidad de amor posible, no era tan difícil que él la convirtiera al bien por la atracción de su alma.
Seguir, mirando de lejos, era un lenguaje o telegrafía , y la persona seguida, aunque no volviese la vista atrás, debía de conocer en sí los efectos del fluido de atracción.
No lograba el marqués vencer la irritante atracción que le llevaba hacia Rita, y con todo, al crecer el imperio que ejercía en sus sentidos la prima mayor, se fortalecía también la especie de desconfianza instintiva que infunden al campesino las hembras ciudadanas, cuyo refinamiento y coquetería suele confundir con la depravación.

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