Ejemplos con arte

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Cuando Juan Ramón razona con Platerillo nos parece que razona consigo mismo, y su coincidencia de sentimientos es tal y el amor que se tienen tan estrecho que no se podría pensar sino que Platero era un hermano de Juan Ramón que había tomado forma de asno, como en los cuentos, por arte de encantamiento.
Desde entonces Juan Ramón Jiménez ha vivido sólo para su arte, realizando el milagro, rara vez logrado por ningún artista, de la perfecta identificación entre la vida y la obra.
Pero no creo que tengan queja de nosotros los borriquitos de España si saben que en la obra de arte mayor que el espíritu español ha producido, uno de su especie, el rucio de Sancho, ha ganado la inmortalidad ni más ni menos que Sancho mismo, Rocinante y Don Quijote.
Luego veremos si en algún caso puede, aun dentro de la ortodoxia de la escuela, detenerse en los hechos el arte.
El arte que hoy llamamos realista, es precisamente un arte , si vale la frase, en una palabra, un arte experimental.
Pero tal solución, en fuerza de ser sencilla y de ser generalísima, es nula, porque borra todas las diferencias históricas, merced a las cuales viven cabalmente y medran, siendo igualmente necesarios para el progreso del arte el llamado idealismo y el llamado naturalismo o realismo.
No hay en el mundo escuela alguna poética, ni de otro ningún género de arte, que se haya atrevido nunca a cargar con el sambenito de proclamar como dogma el desprecio del mundo objetivo, o exterior, o real, o como quiera llamarse.
En los reinos del arte se encuentran todos, y todo es legítimo como sea bello, sin pedantescas excomuniones, sin hablar de ideales que mueren ni de ideales que viven, y sin mezclar a la serena contemplación estética intereses ajenos y de ínfima valía, que sólo sirven para enturbiarla.
Que Pereda emplea procedimientos naturalistas, es innegable, que se va siempre tras de lo individual y concreto, también es exacto, que enamorado de los detalles, los persigue siempre, y los trata como lo principal de su arte, a la vista está de cualquiera que abra sus libros, que en la descripción y en el diálogo se aventaja más que en la invención y en la composición, es consecuencia forzosa de su temperamento artístico, que no rehuye la pintura de nada verdadero y humano, y, finalmente, que ha vigorizado su lengua con la lengua del pueblo, también es verdad y para honra suya debe decirse.
Miróse el pueblo montañés en tal espejo, y no sólo vió admirablemente reproducida su propia imagen, sino realzada y transfigurada por obra del arte, y se encontró más poético de lo que nunca había imaginado, y le pareció más hermosa y más rica de armonías y de ocultos tesoros la naturaleza que cariñosamente le envolvía, y aprendió que en sus repuestos valles, y en la casa de su vecino, y en las arenas de su playa, había ignorados dramas, los cuales sólo aguardaban que viniera tan soberano intérprete de la realidad humana a sacarlos a las tablas y exponerlos a la contemplación de la muchedumbre.
Pocas veces un modo de ser provincial ha llegado a traducirse con tanta energía en forma de arte.
Martínez llenaba las planas de los periódicos con llamativos reclamos, cosa que Apolonio consideraba indigna del arte verdadero.
Apolonio consideraba un par de botas como una obra de arte, no de otra suerte que los príncipes del Renacimiento consideraban un libro como una obra de arte.
El arte dramático tampoco sirve para curar dolores de muelas.
No hay una ciencia y un arte zapateriles propiamente españoles.
¿Y quién aquí, salvo contadas excepciones, sabe apreciar el calzado como una obra de arte? ¿Quién aquí concede al calzado la enorme importancia que tiene? Se imaginan que el calzado sólo sirve para cubrir el pie, resguardarlo de la humedad, por temor a los reumas, y evitar que se lastime sobre el mal piso, todo lo que piden al calzado es que no críe callo.
Un zapato, un brodequín, un botito son obras de arte.
Justamente, la única afición de Belarmino al arte zapateril consistía en restaurar calzado viejo, cuanto más viejo mejor, y con unos miserables despojos crear un par flamante.
El Arte vivifica las cosas, las exime de su coordinación concreta y de su finalidad utilitaria: las hace absolutas, únicas y absurdas, las satura de esa contradicción radical que es la vida, puesto que la vida es al propio tiempo negación y afirmación de la muerte.
Pongo el Arte sobre la Naturaleza, porque la Naturaleza, no sabiendo que de continuo se está muriendo, es una realidad inexpresiva y muerta.
Amo el Arte, porque es la expresión más íntima y completa de la vida.
Las obras del hombre, y más todavía las de arte, son estimables en la medida que se las siente animadas de esa necesidad de contradicción, que es la vida.
En cambio, la ciencia y el arte culinarios son evolutivos y perfectibles, en Maxim, de París, no se come como se comía en las cavernas.
El español tiene la piel tan recia, las entrañas tan enjutas y los sentidos tan mansuetos, que es ya asceta innato y por predestinación, ninguna aspereza le mortifica y apenas si hay placer sensual que apetezca, como no sea el genésico, y ése en su forma más simple y plena, el cual así considerado, aunque el vulgo ibérico lo denomine amor, y hasta el gran Lope de Vega escribió que no hay otro amor que éste que por voluntad de natura se sacia con el ayuntamiento de los que se desean, no es sino instinto y servidumbre, común a hombres y bestias, con que cumplimos en la propagación de la especie, en tanto el hombre, en sus placeres exclusivos, selecciona por discernimiento, que no por instinto, el objeto o propósito hacia donde se encamina, y perfecciona por educación los medios de alcanzarlo y el arte de gustarlo.
La ausencia del papel sellado y del escribano aterrador era lo que más gustaba a unas gentes acostumbradas a mirar con miedo supersticioso el arte de escribir, por lo mismo que lo desconocen.
Debía ser la Virgen rodeada de ángeles: una obra del arte grosero y cándido de la Edad Media, algún voto de los tiempos de la conquista, pero unas generaciones picando la piedra para marcar mejor las figuras borradas por los años, y otras blanqueándola con escrúpulos de bárbara curiosidad, habían dejado la losa de tal modo que sólo se distinguía un bulto informe de mujer, la reina , que daba su nombre a la fuente: reina de los moros , como forzosamente han de serlo todas en los cuentos del campo.
Desde allí hasta el techo todas las paredes estaban dedicadas al sublime arte de la pintura, pues , aunque parecía hombre burdo, atento únicamente a que por la noche estuviese lleno el cajón de su mostrador, era un verdadero Mecenas.

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