Ejemplos con arreglamos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Entonces nos arreglamos con las pilchas que teníamos.
Pero cuando le arreglamos todos los coros y la estrenamos en vivos, fue tremenda la emoción que sentí.
Vamos, a ver cómo te arreglamos en la camilla.
Así es que luego que el conde y los de la comitiva nos arreglamos en una de las mejores posadas, salí con objeto de buscar la casa de la señora Amaranta y de su tía, lo cual me era sumamente fácil, por haber visto los sobres de las cartas que traíamos para aquellas personas.
Un día arreglamos al fin, después de mucho trabajo, cómo habíamos de fugar.
Si querés te lo hago conocer y nos arreglamos.
—Natural, eso de ir a buscar, es triste: nosotras nos arreglamos con dos o tres dueños y en cuanto cae a la pieza un chico que vale la pena nos avisa por teléfono.
cordialmente las manos para sellar nuestra mutua confianza, apagamos las bujías, arreglamos el fuego,.
Dimos agua a nuestros caballos, los bañamos, arreglamos nuestras prendas de trabajo, injiriendo un lazo aquel a quién se le había cortado, cosiendo éste un maneador, el otro acomodando sus bastos o un bozal.
Nos hace tilín una muchacha, la camelamos y decimos envido y truco, nos contesta ella quiero y retruco, nos arreglamos con la suegra y el resto le toca a la curia y al párroco.
Mi tía y yo con un par de tenedores nos arreglamos, pero no sé si nuestro convidado.
Entonces se dijo: ¡Esperemos a mañana para ver cómo nos arreglamos! Y otra vez se echó sobre el arca cuán largo era, y no tardó en dormirse, roncando a más y mejor.
Entre él y yo le arreglamos en Madrid, a mí y a él nos toca desarreglarle, ya que quiere el demonio que se desarregle.
Gedeón come en su cuarto al otro día, y ¡oh sorpresa embriagadora y confortativa!, la doncella que ya vino, y le cubre la mesa, y después le sirve los manjares, es Solita, Solita, que le saluda regocijada y más sandunguera que nunca, Solita que le cuenta lo poco afortunada que ha sido en amos desde que, bien a su pesar, tuvo que salir de casa de su señorito, Solita, que cuando ya no tiene nada que referir a éste con la lengua, parece decirle con los incitantes ojos, a cada plato que le sirve: -«Vamos, hombre, atrévete conmigo, que aquí no corres los riesgos que en tu casa, aquí soy la criada de tu pupilera, somos dos transeúntes que hacemos juntos un alto y nos arreglamos con lo que tenemos, ahora todo te es lícito sin desautorizarte.

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