Ejemplos con arrebatos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Artemis Pebdani como Artemis: Amiga de Dee de sus clases de actuación, Artemis es muy seria sobre su arte y muestra hábitos extraños y arrebatos en su personalidad.
Don Birman es un escritor dipsomaníaco que no puede vencer sus arrebatos alcohólicos a causa de los cuales se ha convertido en un hombre arruinado física, moral y económicamente, totalmente desprovisto de personalidad.
Sobre su técnica creativa, comenta que se considera un creador en el umbral, ya que, por costumbre, sus arrebatos creativos se dan a altas horas de la noche, cuando la ciudad muere, cuando el cosmos se placea, cuando el cansancio lo orilla a precipitarse sobre el proceso creativo de manera vertiginosa, sin freno, sin condiciones.
Con sus arrebatos de fanatismo, proclaman que éste es el pueblo de Yahvé y que Yahvé está presente en medio de su pueblo.
El género que prefiere podría catalogarse de costumbrismo disfrazado de romance, con constantes arrebatos de humor.
Eran hembras que podían ir solas por el mundo, sintiéndose capaces de interrumpir los arrebatos de pasión con golpes de boxeo.
El jesuita hablaba con líricos arrebatos de su gentil apostura.
La hembra, en sus pudores o sus arrebatos, plagiaba sin saberlo a sus abuelas, que habían sido, según las épocas, tentadoras con una virtud hipócrita o francamente mesalinescas.
Terco, pero sin arrebatos, Joshe Mari era hábil y marino de instinto.
Muchas veces pensé si estaría loco, tales eran sus gestos y sus arrebatos.
Al principio me indignó, pero luego me produjo lástima y desprecio, comprendiendo que estaba en uno de sus arrebatos de locura, de insensatez.
Sentía la zozobra de la primera entrevista luego de la posesión, cuando se reflexiona fríamente, desvanecidos ya los arrebatos cegadores, y se calculan las consecuencias del gesto.
Y allí, a la suave sombra, contaba Pedro maravillas y glorias europeas a Ana, que le oía con cariñoa Adela, que hacía como si no le interesasen, a Lucía, que pensaba con amorosa cólera en Juan, en Juan, que no debía venir, porque estaba allí Sol, en Juan, que debía venir puesto que estaba Lucíay a Sol contaba también aquellas historias, quien sin desagrado ni emoción las escuchaba y con sus hábitos de niña huérfana, azorada a veces de la súbita rudeza que templaba Lucía luego con arrebatos afectuosos, solo se sentía dueña de sí cerca de quien la necesitaba, y ni con Adela, que parecía esquivarla, ni con la misma Lucía, aunque esto le pesaba mucho, tenía ya la naturalidad y abandono que con Ana, con Ana a quien aquellos aires perfumados y calurosos habían vuelto, si no el color al rostro, cierta facilidad a los movimientos y unos como asomos de vida.
Sánchez Morueta, resucitado a la juventud después de su triunfo en los negocios, sufría un desencanto cada vez que se aproximaba a su mujer con delicadezas o arrebatos de enamorado.
Sólo muy de tarde en tarde, le había visto perder la serenidad y enfurecerse, pero guardaba un vivo recuerdo de sus arrebatos.
Desde algunos meses antes, se mostraba triste, con nerviosidades y arrebatos impropios de su carácter.
Oprimía el cuerpecillo frío contra su pecho con arrebatos de estéril pasión, introducía en la mortaja los rígidos bracitos con escrupuloso cuidado, como fragmentos de vidrio que podían quebrarse al menor golpe, y besaba sus pies de hielo antes de acoplarlos a tirones en las sandalias.
Y alzándose de su asiento, en uno de aquellos arrebatos ascéticos que de vez en cuando tenía, abrió doña Luz su famoso cuadro del admirable Cristo muerto y puso sus rojos y frescos labios sobre los labios lívidos de la tremenda imagen.
Ame usted, pase las noches de claro en claro, estrujando la inspiración para fabricar sonetos amorosos, expóngase usted a los arrebatos de un papá indignado que quiere que la familia se retire pronto ¿y todo para qué? para que ahora, despedido y olvidado sin justificación alguna, , la mujer de los ensueños e inspiraciones, la décima musa, le mirase con cara de pocos amigos, diciéndole con sus ojos desdeñosos: ¡Largo de aquí, trasto! ¡No me importunes más!.
La santa no atendía más que al pequeñuelo, observando si la ansiedad con que mamaba iba acompañada de satisfacción: Me temo que con esos arrebatos se quede usted sin leche.
Obedecer al médico Nada de arrebatos de ira, ni devaneos.
La índole de tan sagrada institucióndiscurría Juliánes opuesta a impúdicos extremos y arrebatos, a romancescos y necios desahogos, ardientes y roncos arrullos de tórtola , por eso alguna vez que el esposo se deslizaba a familiaridades más despóticas que tiernas, parecíale al capellán que la esposa sufría mucho, herida en su cándida modestia, en su decente compostura, figurábasele que la caída de sus párpados, su encendimiento, su silencio, eran muda protesta contra libertades impropias del honesto trato conyugal.
—Una horrorosa contraccion atirantaba todos sus músculos, despedian sus ojos una luz torva y rojiza, como los del leon durante la cuartana, y la más lúgubre tristeza tendia su velo de muerte sobre aquellas varoniles facciones: ¡tristeza desesperada y terrible, no quejumbrosa y vehemente como la sed y el ánsia de consuelo, sino fija, muda, petrificada, irremediable, muy más amenazadora en su serenidad que todos los arrebatos de la ira!.
-Vamos, Pepe, que tienes unos arrebatos y unas salidas -murmuró la señora sonriendo, con la vista fija en la puerta del comedor-.
¡Y afectaron recibirme con benevolencia! ¡Y la taimada me prometió interceder con ese inquisidor que usted me pintara como modelo de humanidad! La verdad es que esa mujer obedece sólo a ciegos instintos y a los arrebatos de una naturaleza apasionada que puede fácilmente llevarla a los mayores crímenes.
Pasajeros arrebatos de sensibilidad, que lo mismo conducen a un amor imaginario que a un rencor caprichoso, no son otra cosa que coquetería, para entretenimiento de los socios del estrado y de la tertulia.
Martín oía con asombro las palabras de la petimetra, que revelaban sinceridad profunda, y no fue indiferente a la expresión de sus sentimientos, libres en aquel momento de las afectaciones de la coquetería y de los arrebatos del orgullo.
Ha tomado con ella el tema de su locura y es muy fácil que la ahogue en uno de sus arrebatos.
Así creí yo, pero el señor Doctor Rosaín, que fue quien la asistió en el parto y después del parto, me aconsejó que las separase, y después que a la madre se le remató el juicio, me repitió que no le hablase de eso a la hija, porque querría verla y era fácil que la loca en uno de sus arrebatos la ahogase con sus propias manos.
Figúrese el lector la hija de Josefa, madre a su vez desgraciada, revelando al pueblo en sus arrebatos de locura los pasos, los medios y el nombre, quizás, de la persona o personas por cuya agencia se veía en aquel tristísimo estado.

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