Ejemplos con arrean

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

TRISTÁN.- Sosia amigo, otro seso más maduro y esperimentado, que no el mío, era necessario para darte consejo en este negocio, pero lo que con mi tierna edad e mediano natural alcanço al presente te diré. Esta muger es marcada ramera, según tú me dixiste: quanto con ella te passó has de creer que no caresce de engaño. Sus offrecimientos fueron falsos e no sé yo a qué fin. Porque amarte por gentilhombre ¿quántos más terná ella desechados? Si por rico, bien sabe que no tienes más del poluo, que se te pega del almohaça. Si por hombre de linaje, ya sabrá que te llaman Sosia e a tu padre llamaron Sosia, nascido e criado en vna aldea, quebrando terrones con vn arado, para lo qual eres tú más dispuesto, que para enamorado. Mira, Sosia, e acuérdate bien si te quería sacar algún punto del secreto deste camino, que agora vamos, para con que lo supiesse reboluer a Calisto e Pleberio, de embidia del plazer de Melibea. Cata que la embidia es vna incurable enfermedad donde assienta, huésped que fatiga la posada: en lugar de galardón, siempre goza del mal ageno. Pues si esto es assí, ¡o cómo te quiere aquella maluada hembra engañar con su alto nombre, del qual todas se arrean! Con su vicio ponçoñoso quería condenar el ánima por complir su apetito, reboluer tales casas para contentar su dañada voluntad. ¡O arufianada muger, e con qué blanco pan te daua çaraças: Quería vender su cuerpo a trueco de contienda. Óyeme e, si assí presumes que sea, ármale trato doble, qual yo te diré: que quién engaña al engañador... ya me entiendes. E si sabe mucho la raposa, más el que la toma. Contramínale sus malos pensamientos, escala sus ruyndades, quando más segura la tengas, e cantarás después en tu establo: vno piensa el vayo e otro el que lo ensilla.
Si llega a faltar el pasto, la mudanza es poco costosa: las maletas se llenan con las pocas provisiones que necesitan estos sufridos solitarios para condimentar la carne, que es su principal y casi único alimento, y, despacito, dejándola pacer, sin que pueda ni sospechar que la mudan de querencia, arrean por los campos la majada dócil.
Pero, aunque lo hubiera querido, ¿cómo hacer entrar en su mentecita gaucha, consideración alguna, para un hombre que había llegado a pie a la casa paterna? ¡a pie! señor, ¡en el campo! Pero ni los turcos que van de rancho en rancho, para vender espejitos a diez centavos, o boquillas de hueso y cuchillitos, de esos que se cierran, dejan de tener un caballo, siquiera, para cargar con las cajas, y si no se atreven a montarlo, por lo menos lo arrean.
Autoridades cómplices, facilitan las guías, gauchos, que, más de gusto que por amor al lucro, se prestan a ayudar, cortan puntas de hacienda y las arrean, abriendo y cerrando portillos discretos en los alambrados, carniceros improvisados, en los pueblos más cercanos, benefician los animales, venden la carne barata y regatean poco por el precio de los cueros, por tal que, ligero y sin fijarse en las mareas, el pulpero, que es alcalde, los haga desaparecer en los arcanos de su depósito.
El carro, donde ya se instalaron las mujeres, siguió al trote largo para el lugar donde deberán ellas preparar el almuerzo, van arreando los peones el rodeíto de lecheras, pequeño plantel del rodeo grande con que, con razón, sueña don Florencio, al salir para los campos extensos de pasto duro, tan propicios para la hacienda vacuna, y cuando ya se va retirando esta vanguardia, se abre el corral de las ovejas y se suelta la majada, juntándola, a las pocas cuadras, en medio de una tormenta de balidos ensordecedores, con las otras dos, traídas de los puestos, y despacio, sin apurarlas, dejándolas comer, el patrón, con sus hijos y algunos peones, arrean, en un solo trozo, las cuatro mil ovejas, haciéndolas salir, sin que lo sientan, del campo acostumbrado, hacia sus nuevos destinos.

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