Ejemplos con aprovechando

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Partiría a la mañana siguiente, aprovechando el viaje de vuelta del mismo vapor que había traído la carta.
Algunos cazadores habían escalado una parte de esta ciudadela, aprovechando como senderos las aristas entrantes de la piedra para llegar de este modo a las primeras mesetas.
Al amanecer, los turcos, aprovechando esta situación, cayeron por sorpresa sobre el ejército, que casi se desbandó.
Y el marino reía hablando de los pobres payeses del campo, que hasta pocos años antes afirmaban de buena fe que los estaban cubiertos de grasa y tenían rabo, aprovechando la ocasión de encontrar solo a un niño de la calle para desnudarlo y convencerse de si era cierto lo del apéndice caudal.
Este belitre iba a estorbar con su presencia el deseado encuentro, tal vez se mantenía a su lado por el deseo de ver y saber Y aprovechando una de sus rápidas ausencias, Ulises se alejó por la larga vía Partenope, siguiendo la baranda que da sobre el mar, fingiendo interesarse por todo lo que encontraba, pero sin perder de vista la puerta del hotel.
Su primera visita había sido diez y siete años antes, cuando era piloto de un velero catalán, surto en el puerto de Nápoles, aprovechando la baratura de precios de un domingo.
Así es que, aprovechando la estancia en León, y los conocimientos y acierto singular de Vélez de Rada, dedicose a reparar las brechas de su desmantelado organismo, y la vida metódica y la formalidad creciente de sus maneras y aspecto, que en la corte la perjudicaban revelando que empezaba a ser trasto arrumbado y sin uso, sirviéronle en el timorato pueblo leonés de pasaporte, ganándole simpatías y fama de persona respetable y de responsabilidad y crédito.
Estudié la medicina, y, aprovechando la guerra que a la sazón ardía en el Norte de España, vine al cuartel de Don Carlos.
Eran las horas meridianas aquellas en que preferentemente la atacaba el sueño comático, y la enfermera, que nada podía hacer sino dejarla reposar, y a quien abrumaba la espesa atmósfera del cuarto, impregnada de emanaciones de medicinas y de vahos de sudor, átomos de aquel ser humano que se deshacía, salía al balconcillo, bajaba las escaleras que conducían al jardín, y aprovechando la sombra del desmedrado plátano, se pasaba allí las horas muertas cosiendo o haciendo.
Lo que no penetraba Ana, ¿cómo lo había de entender Sol? En vano, Sol, aunque ya asustadiza, aprovechando los momentos en que Ana estaba acompañada de Juan o de Pedro y Adela, se iba en busca de Lucía, que hallaba ahora siempre modo de tener largos quehaceres en su cuarto, en el que un día entró Sol casi a la fuerza, y vio a Lucía tan descompuesta que no le pareció que era ella, sino otra en su lugar: en el talle un jirón, los ojos como quemados y encendidos, el rostro todo como de quien hubiese llorado.
¡A Juan que, suponiéndola apenada, no bien acabó con cuanta prisa pudo su empeño en el pueblo de los indios volvió a la ciudad, y de allí, aprovechando la noche por sorprender a Lucía con la luz de la mañana, emprendió sin descansar el camino de la finca a caballo y de prisa! ¡A Juan, que con amores muy altos en el alma, consentía, por aquella piedad suya que era la mayor parte de su amor, en atar sus águilas al cabello de aquella criatura, no tanto por lo que la amaba él, sin que por eso dejase de amarla, sino por lo que lo amaba ella! ¡A Juan que, puestos en las nubes del cielo y en los sacrificios de la tierra sus mejores cariños, no dejaba, sin embargo, por aquella excelente condición suya, de hacer, pensar u omitir cosa con que él pudiera creer que sería agradable a su prima Lucía, aunque no tuviese él placer en ella! ¡A Juan que, joven como era, sentía, por cierto anuncio del dolor que más parece recuerdo de él, como si fuera ya persona muy trabajada y vivida, quienes a las mujeres, sobre todo en la juventud, parecían encantadores enfermos! ¡A Juan, que se sentía crecer bajo del pecho, a pesar de lo mozo de sus años, unas como barbas blancas muy crecidas, y aquellos cariños pacíficos y paternales que son los únicos que a las barbas blancas convienen! ¡A Juan, que tenía de su virtud idea tan exaltada como la mujer más pudorosa, y entendía que eran tan graves como las culpas groseras los adulterios del pensamiento!.
El hijo del capitalista, falto de capacidad, era expulsado por los malos negocios, y un nuevo individuo, aprovechando los residuos de su desgracia, venía a iniciarse en la poderosa secta.
Venía a la conquista de la Fortuna, sabía dónde estaba oculta y llegaba antes que los demás, aprovechando sus estudios y observaciones en país extranjero.
Aresti escuchaba al capataz, y aprovechando sus pausas seguía recriminándolo.
Norespondió este presuroso, aprovechando la ocasión que tan pronto se le ofrecía de hablar a solas con Currita.
Anunciaba también el telégrafo que don Carlos había entrado en España por Zugarramurdi, y que aprovechando sus parciales aquella confusión, aprestábanse a hacer un supremo esfuerzo para apoderarse de la corte.
Mas necesitaba antes que nada reflexionar, trazarse un plan, preparar su respuesta y ordenar sus preguntas, y aprovechando la ocasión de hallarse en cama Fernandito, postrado por uno de esos ataques de imbecilidad que traen consigo los reblandecimientos cerebrales, tomóse todo el día del lunes y dio la orden terminante de no recibir a nadie.
¡Cuan desgraciado era! ¡Solo contra todos! Al pequeñín lo encontraría muerto al volver a su barraca, el caballo, que era su vida, inutilizado por aquellos traidores, el mal llegando a él de todas partes, surgiendo de los caminos, de las casas, de los cañares, aprovechando todas las ocasiones para herir a los suyos, y él, inerme, sin poder defenderse de aquel enemigo que se desvanecía apenas intentaba revolverse contra él, cansado de sufrir.
Aprovechando sus descuidos, arrojaban cosas infectas en la cesta de su comida, romperle la cazuela lo habían hecho varias veces, y no pasaban junto a ella en el taller sin que dejasen de empujarla sobre el humeante perol donde era ahogado el capullo, llamándola hambrona y dedicando otros elogios parecidos a su familia.
Le despertaron los primeros rayos del sol hiriendo sus ojos y el alegre parloteo de los pájaros que saltaban cerca de su cabeza, aprovechando para su almuerzo los restos de la destrucción nocturna.
Aquel gorro característico que justificaba su mote ya no se detenía en sus orejas, aprovechando la creciente delgadez, bajaba hasta los hombros como un fúnebre apagaluz de su existencia.
Y ella, aprovechando la tolerancia cariñosa del marido, gastaba con furor que escandalizaba a los buenos burgueses del Mercado.
Cuantos tomos enormes, roídos por el corte y forrados con papel grasiento, rodaban por los mostradores de las tiendas del Mercado, eran atraídos por sus manos, como si éstas fuesen un imán, y devorados rápidamente, unas veces por la noche, después de cerrar las puertas y robando horas al descanso, otras por la tarde, aprovechando ausencias de don Eugenio, en el fondo del almacén, a la dudosa claridad que se cernía en aquel ambiente cálido, impregnado del vaho de los tejidos y el tufo de la tintura química.
A las veces, después de pasar en mi cuarto largas horas, salía yo con el papel en la mano, aprovechando el momento en que Angelina se quedaba sola.
Después de meditar un instante, aprovechando aquella ráfaga de inteligencia que cruzaba por su cerebro, cogió el sobre que contenía la inscripción, y devolviéndoselo, le dijo: No dejes esto aquí.
¿Sabes lo que vamos a hacer?indicó doña Lupe, algún tiempo después, aprovechando la relativa calma que en su sobrino se notaba.
La víctima no daba acuerdo de sí, y aprovechando aquel momento el bárbaro señorito, que vio pasar su coche, lo detuvo, montose en él de un salto y ¡hala!, partieron los caballos a escape.
Era imposible evitar que entre cuarenta o cincuenta mujeres hubiese dos o tres que se pusieran al habla, aprovechando cualquier coyuntura oportuna en las varias ocupaciones de la casa.
La penumbra era favorable a los planes de las muchachas, aprovechando la ocasión propicia, acercáronse disimuladamente las dos mayores a don Pedro, y mientras Rita le plantaba en la cabeza un sombrero de tres picos, Manolita le echaba por los hombros una chupa color tórtola, con guirnaldas de flores azules y amarillas.
Elías, que lo supo, anunció que pagaria los jornales con algun aumento, en atencion a la carestía del pan, por cuyo sencillo medio halló de sobra quien le sirviera, y pudo trasladarse muy pronto a su nueva casa, con su mujer y con su hija, aprovechando al efecto cierta noche que llovia a cántaros y en que no andaba por la ciudad persona humana.

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