Ejemplos con apelmazado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El suelo de la cabaña había sido apelmazado y, a un lado, se había construido una zona más elevada de tierra apisonada.
Se cubrió con mantillo apelmazado y después se pavimentó.
Vi un taller parecido a los laboratorios de nigromantes o brujos que aparecen en las comedias de magia, calderos y vasos de extraña forma, hornillas, telarañas, y una pátina de polvo y mugre sobre paredes y techo, el suelo de tierra, apelmazado y endurecido por las pisadas.
Aquel hueco abierto en el apelmazado caserío de Madrid es el corazón de la antigua villa, y a él afluye con precipitada congestión la sangre toda en sus ratos de cólera, de alegría o de miedo.
Con este contingente y los viajeros que iban bajando perezosos, según les permitían sus remos entumecidos, se formó al instante un apelmazado y bullicioso grupo.
¡y a vivir!Lo infinito queda apelmazado dentro de sus almas, y no se desarrolla nunca.
En efecto, se oían las exclamaciones del gentío apelmazado en la calle de Alcalá, y muchos gritaban: ¡Ya viene por la Cibeles! ¡Ya viene por el Carmen Descalzo! ¡Ya viene por las Baronesas! ¡Ya viene por los Cartujos!.
Hasta en el pelo, ¡canástoles! si me apuran un poco, encuentro ya algo que me extraña: parece más apelmazado y obscuro.
El primer día que llegó junto al lecho en que yacía Antoñuelo, al ver a éste pálido, sudoroso, con los ojos hundidos y la mirada febril, con el cabello apelmazado sobre la frente, sintió que una congoja se apoderaba de su corazón, y en vano quiso contener la hirviente avalancha de llanto que asaltaba de modo irresistible sus ojos, y estrechando entre las suyas la mano que el paciente le tendía, pretendiendo enmascarar con una sonrisa sus dolores, no pudo evitar que una contracción angustiara su rostro, y que algunas lágrimas rebeldes oscilaran un punto en sus larguísimas pestañas antes de resbalar por sus empalidecidas mejillas.
Emprendió, pues, la marcha el Doctor para desempeñar su recado, y en la Puerta del Sol, ¡inesperado estorbo!, se encontró con que no podía pasar, porque todo estaba lleno y apelmazado de gente.

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