Ejemplos con ansioso

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El disco se llamó Espíritu ansioso y fue producido por Vale Music.
Pepet, ansioso de realizar cuanto antes su deseo, contestó con enérgicos movimientos de cabeza.
Los señores de la ciudad protestaban con indignación de estas costumbres bárbaras e inmorales de la payesía, mientras hombres, mujeres y chiquillos asaltaban el vapor, ansioso cada uno de ser el primero en estrechar la mano del héroe.
Era el marqués del Valle de Oaxaca, don Hernán Cortés, que había conquistado Méjico y venía en la expedición ansioso de medirse con los antiguos nobles de la Reconquista, ahora sus iguales, en una galera equipada a su costa, acompañado de sus hijos don Martín y don Luis.
Zumbaba la selva de los encantos, moviendo sus verdes y rumorosas cabelleras ante el rudo Sigfrido, inocente hijo de la Naturaleza, ansioso de conocer el lenguaje y el alma de las cosas inanimadas.
Y Jaime emprendió una mañana el camino de Ibiza, ansioso de nueva existencia, de renovar y variar sus impresiones fuera de la rusticidad campestre.
Así no podrían decir aquellos sin más horizonte que el de la isla, que era un desesperado ansioso de unirse con la familia de Pep para recuperar las tierras de.
Tenía el revólver en la diestra, apretando nerviosamente la culata, acariciando el gatillo con un dedo febril, ansioso de disparar.
Que le respondió el otro, pasando de largo y rebuscando ansioso callejuelas y rincones, como pastor que junta su rebaño.
La verdad es que Pereda, ni entonces ni ahora, hizo otra cosa que seguir los impulsos de su peculiarísima complexión literaria, ni se mostró jamás ansioso de teorías y novedades, ni reconoció nunca otros maestros que la hermosa naturaleza que tenía enfrente y el estudio de nuestros clásicos, de quienes heredó, sin afectación de arcaísmo, el buen sabor de su prosa, tan castiza y tan serrana.
Artegui la miraba ansioso, dilatadas las pupilas, y estremecido aún de sorpresa y de asombro.
El capitán repitió sus gritos de mando, ansioso de ver embarcada la tripulación, sin pensar por un momento en la propia seguridad.
Venía al salón sin que nadie le llamase, ansioso por saber lo ocurrido, temiendo encontrar moribundo a Ferragut.
Recordó un sinnúmero de antiguas é inconfesables amistades que tenía en Barcelona: mujeres que había conocido en otros tiempos, entre dos viajes, sin pasión alguna, por su curiosidad de vagabundo ansioso de novedades.
Ansioso de encontrar una excusa, evocó la imagen de su cocinero tal como era cuando filosofaba en el rancho de la marinería.
Ansioso de alcanzar una postura escénica en la Historia, había acabado por afligir al mundo con la más grande de las calamidades.
Días después redujeron a prisión, en el Castillo del Príncipe, a Rafael María de Mendive, más tarde deportado a Santander: y cuentan que Martí, ansioso de ver a su amado maestro, se fue al Gobierno, y sin más recomendación que su persona, consiguió un pase para poderlo visitar: y allí iba él diariamente, al calabozo del cubano prisionero, a llevarle el consuelo de su agradecimiento y su ternura.
Aquí sólo producen los centros de enseñanza un proletariado de levita ansioso de vivir, que asalta las profesiones y puestos públicos sin otro deseo que el de abrirse paso y que esta situación continúe.
Había en él cierta desenvoltura profana que delataba al artista sepultado en los hábitos sacerdotales, ansioso por volar fuera de ellos, abandonándolos a sus pies como una mortaja.
¡Lo que yo sufrí una temporada! De vez en cuando fusilamientos en el foso del castillo que hay allá, y yo buscaba ansioso en los papeles los nombres de los sentenciados, siempre esperando encontrar el tuyo.
Era la baronesa de Bivot, ilustre catalana, que se removía sin cesar en el asiento, esgrimiendo el abanico con el bélico ardor del veterano ansioso de combate que huele la pólvora a lo lejos.
Era el tío Frasquito, que llegaba atropellando la consigna de no permitir la entrada en aquel recinto, apresurado y ansioso por ver lo que pasaba en el congreso femenino, luciendo una corbata vistosísima, prenda hermafrodita en que profundos observadores suelen encontrar, reflejado con frecuencia, el carácter moral del individuo.
Sintió miedo viendo a su padre correr por el camino con la escopeta preparada, ansioso de dar desahogo a su furor matando.
El tío Frasquito brincó otra vez emocionado, viendo ya a Malek-Adhel fundando, como Rancés, una Trapa, o un hospital como don Miguel de Mañara ¡Todo, todo iba saliendo lo mismo, igual, idéntico que en la ! Fernando, , fray Baltasar Faltaba tan sólo el convento, y ansioso él de poner la primera piedra, se apresuró a decir:.
La impaciencia, la natural impaciencia, mezcla de ternura de hijo y del deseo de ser alabado, era la que le agitaba en aquel momento, ansioso de caer con sus premios en los brazos de su padre, de su madre, de Lilí, su hermanita del alma Sentado en el testero del carruaje, con sus premios muy agarrados, apoyaba los piececillos en el asiento de enfrente, haciendo verdaderos esfuerzos para delante, que creía él ayudaban al coche a rodar más rápidamente.
Ansioso de pisar suelo africano y teñir su espada virgen en sangre agarena, saltó Villamelón a tierra, en el sitio que llaman de Cabo Negro, con ánimos bastantes para atravesar todo Marruecos y llegar a Túnez, donde un su abuelo había ganado la Grandeza entrando en la Alcazaba con don Juan de Austria Mas de repente brotaron de entre las cerradas malezas que cubrían la rojiza playa como el áspero vello de una fiera bestia, varios rifeños dispersos, que recibieron a los exploradores con el fuego de sus espingardas Villamelón no titubeó un momento: olvidóse de Marruecos, renunció a Túnez y renegó de aquel su abuelo que ganó la Grandeza en la Alcazaba, para ganar él la chalupa a toda prisa y refugiarse en el último rincón de su camarote de la , sin que volviese a subir sobre cubierta, hasta regresar de nuevo a la Península con patente de enfermo.
Los tres valentones pujaban en brutalidad, ansioso cada uno de alcanzar renombre sobre los otros.
La afición meridional al estruendo, el instinto de raza, ansioso de correr la pólvora, revelábase en el inmenso corro, donde se contaban las escopetas a centenares y el tirador de chaqué disparaba junto al aficionado de blusa.
Volvió Tomas ansioso a buscar su libro, hallóle, y porque no le diese otro sobresalto, trasladó las coplas, rasgó aquellas hojas, y propuso de aventurarse a descubrir su deseo a Costanza en la primera ocasion que se le ofreciese.
Llegó, en fin, ya vuelto en su acuerdo, y al llegar, se dejó caer del rucio a los pies de Rocinante, todo ansioso, todo molido y todo apaleado.

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