Ejemplos con amotinados

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Permyakov y Vagin fueron asesinados en el camino de regreso de su exploración por los miembros amotinados de la expedición.
El contraste entre las expectativas de los expedicionarios y el árido paisaje, sumado a las dificultades para encontrar alimento, generan un contexto de amotinamiento que culmina con el asesinato de Alcazaba y varios de sus leales a manos de los amotinados.
Muerto el capitán y su espaldero que apenas había regresado del asesinato de Asdrúbal, Barbarita fue violada salvajemente por el resto de la tripulación, luego de esto los amotinados se disponían a venderla pero logra escapar gracias a la ayuda de un indio que viajaba con ellos como guía.
Una parte de los amotinados en San Juan, al mando de Francisco Solano Del Corro, decidió llevar sus hombres al frente norte, a unirse a la proyectada campaña al Alto Perú, Ocampo los consideró rebeldes, y los enfrentó en una batalla en Posta de los Colorados.
Hasta ahí llegaron los amotinados, penetraron al templo a pesar de la resistencia de los curas y del sacristán, fueron liderados por: Julián Carlosama, Ramón Cucas Remo, Marcelino Ramírez, Jerónimo Cruz, Manuel Yaguaran, Manuel Chilpud, Manuel Santander, José Betancourt, Pedro Valenzuela, Francisco Naspucil, Sebastián Sapuyes, Pedro Isaac, Calixto Calpa, Mariano Pastas, Mariano Colimba, Manuel Caliacamag, Atanasio Piarpusan, Juan Criollo, Juan Guaspud, Antonio Telag, Pablo Arpas, Baltasar Tutistar, Bernardo Vaca y Mariano Cerón, todos ellos en tumulto agolpados sobre la puerta del templo sacaron a los refugiados, los apedrearon y dan muerte en plena plaza.
Los pocos amotinados que consiguieron sobrevivir pudieron llegar a Inglaterra donde fueron encarcelados.
Durante las luchas que siguieron, fue despojado de su rango, y, finalmente, se sumó a los amotinados que dejaron a la deriva en un bote abierto a Hudson, su hijo y varios marineros.
Algunos disidentes descubrieron que sus casas iban a ser atacadas varios días antes de que los amotinados llegaran, lo que los llevó a creer que había una lista preparada de víctimas.
Antonio José de Sucre mandó al Coronel José Escolástico Andrade, mientras se vestía, y poco después, acompañado de sus ayudantes, del ministro Infante y del bravo Comandante grancolombiano Escalona, se encaminó al cuartel, encontrando al paso a Andrade que había sido recibido a balazos por los amotinados.
A finales del año, los bárbaros habían sido rechazados hasta sus tierras de origen, los amotinados habían sido ejecutados, el Muro de Adriano se tomó de nuevo, y el orden regresó a la provincia.
Se había ganado la posesión del buque Pizarro, cuando logró matar a los cabecillas, y en la confusión que llevó a los amotinados en el mar.
La rebelión prendió sobre todo en Dublín, donde los amotinados tomaron la oficina central de correos, izaron una bandera verde con la leyenda República de Irlanda y proclamaron la independencia del país.
El Ejército derrotó a los amotinados en tierra y la Fuerza Aérea atacó con bombas a las naves de la Escuadra, días después el movimiento fue sofocado comprobándose injerencias políticas en los amotinados.
Fue herido de cierta gravedad y presenció la muerte de su hijo Alejandro, asesinado por los amotinados.
Los hechos se desarrollaron en relativa gresca, sin ambargo, no hubo hechos de sangre que lamentar y los amotinados fueron llamados a la ciudad de Colima por el gobernador Francisco Javier Cueva, quien los sujetó a juicio, depuesiendolos de su cargo.
Martinez el líder de los amotinados desvía el rumbo dirigiéndose a las costas mexicanas con la intención de vender a buen precio los barcos a la recíen creada confederación Mexicana, que no dispone de ningun navío militar, desembarca en Acapulco, pero al tratarse de un asunto que unicamente puede ser tratado en la Ciudad de México, decide recorrer ese trayecto, durante el recorrido dos de los incondicionales del depuesto capitán Pablo y Jacobo, toman venganza de lo ocurrido y son ellos los que terminan vendiendo los vapores a México convirtiéndose en los primeros navíos de la república de México.
hizo que en la ciudad de Babilonia los amotinados de la facción de Meleagro fuesen arrojados a los elefantes para ser aplastados.
Varias veces instamos al teniente a que saliéramos a dominar a los amotinados, pero él nos contenía, diciendo:.
¡Buena misa sería la que dijese, con la cabeza hecha una olla de grillos! Hasta reprimir los amotinados pensamientos que le acuciaban, hasta adoptar una resolución firme y valedera, Julián no se atrevía ni a pensar en el santo sacrificio.
Pedro Maldonado y Pimentel, creyendo que los victoriosos amotinados no podían hacer nada bueno en Salamanca, y sí se lucirían muchísimo yendo en auxilio de los Comuneros, formó con ellos una crecida hueste, y los llevó a luchar contra los imperiales.
No sé si los ruegos de la madre y de la hija ablandaron a los amotinados, o si las personas de categoría que dirigían la fiesta determinaron poner en salvo con todo miramiento y consideración a la infeliz princesa, lo cierto fue, que lejos de maltratarla de obra o de palabra, sacáronla de la casa, y puesta en una berlina fue llevada en de los reyes, como decía Pujitos, quien sin que nadie se lo ordenara, se encargó de tan caballeresca comisión.
Cuando el Príncipe fue de orden de su padre a calmar al pueblo para que no despedazara al infeliz prisionero, los amotinados le aclamaban y obedecían.
Los amotinados de Toledo se harían fuertes en la ciudad, contando con el levantamiento de la población de Aranjuez, que recibiría de la ciudad imperial grandes auxilios.
Lo primero que debían hacer los amotinados era apoderarse a viva fuerza del corregidor y del coronel que mandaba la escasa guarnición de la ciudad, esto parecía muy fácil, porque el brigadier Deza, que era de la Junta, podía entregar a los soldados, aunque no tenía mando activo.
Al mismo tiempo un escuadrón de caballería bajaba por la calle del Conde-Duque, y un batallón de nacionales avanzaba por el Portillo, impidiendo la salida de los amotinados.
El Monarca, cuando recibió a sus gentiles-hombres y al jefe de la guardia, se mostró muy sorprendido, y hasta juró que tendrían los amotinados pronto y ejemplar castigo.

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