Ejemplos con amores

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Databan los amores desde más de dos lustros, los habían iniciado estando los dos muy corridos en años, y no habían trascendido del estadio del más puro romanticismo, platonismo e inefabilidad.
Los vecinos de Rúa Ruera y de la ciudad tomaban por lo cómico aquellos amores, y a Novillo, acaso por su edad, quizás por su corpulencia, tal vez por satírica suspicacia, le sobrenombraban el Buey.
He pintado en un poema alegórico la exacta posición de estos amores disparatados, horribles y delincuentes.
No son estos amores desdichados, no, lo que me trae mustio, melancólico y descontento.
Los amores son la esencia de mi vida y los guardo en mi corazón como si fuesen una perla del Oriente.
Todas las mujeres, en llegando a cierta edad, si son amorosas todavía, como no están en sazón de que las amen y ellas no aciertan a vivir sino en la atmósfera del amor, se perecen por proteger y concertar amores ajenos.
El anónimo era creación literaria de Felicita, pintaba, con recargada sensiblería, los amores desgraciados de don Pedrito y Angustias, hasta el instante en que la pasión avasalladora les arrebataba en un torbellino y les impelía al rapto, refería que unos perseguidores desalmados iban a los alcances de los amantes evadidos, con propósito de destruir su felicidad, esbozaba, con trazos al carbón, el cuadro venidero de una doncella sin honor, de todos despreciada, y de un sacerdote indigno, caso que no se les permitiese casarse, y, por epílogo, suplicaba de los Padre dominicos y de los marqueses de San Madrigal que intercediesen con el obispo, con el cual tenían notorio metimiento, para que obligase al descarriado seminarista a cumplir como hombre cabal con la chica.
¿Cuántos tenían vocación? ¿Cuántos se habían encaminado al Seminario siguiendo una voz interior persuasiva, una estrella ineludible? Yo les oía contar chascarrillos de curas de aldea, de lo mucho que tragaban, de lo majamente que vivían, de los amores con que se distraían, del respeto y obediencia que se les tenía, y se refocilaban de antemano con la esperanza de arrastrar una existencia a lo regalado y holgón en una parroquia rústica, con el ama y la sobrina, pues casi todos profesaban, teórica y cínicamente, la poligamia.
Los amores de Novillo y la Quemada, o, como le decían en Pilares, la Consumida, habían llegado a ser a manera de rasgo típico o suceso rutinario y familiar en la vida de la calle y de la población entera.
No se engañó don Simón, en cuanto al efecto que se prometía, en su mujer a lo menos, de este argumento, pues doña Juana, como si le hubiera recibido en medio de la nuca, descompuesta y febril, comenzó a fulminar tempestades sobre su hija, porque, con sus locos amores, quería desautorizar a su familia ante la ilustre clase a que ya se daba por perteneciente.
Así, pues, confió a su mujer el del fascinador título nobiliario, y la preguntó en seguida, con el acento más dramático que pudo, si le parecería regular proteger los amores de su hija con un semejante, cuando estaba próxima a ceñir sus sienes acaso con la ducal corona.
Veo que estás equivocada, y no lo extraño, porque no tratándose de amores no estás en tu juicio, además, el corazón y las pasiones jamás supieron descurrir.
En la fábrica comenzaron las bromas por parte de sus enemigas, que le preguntaban irónicamente cuándo se casaba, y la llamaban de apodo la Pastora , por tener amores con el nieto del tío.
Después de la famosa riña en la fuente de la Reina, la huerta entera estuvo varios días hablando de los amores de Roseta con el nieto del tío.
Mucho quería el labrador a su mujer, y hasta le perdonaba la tontería de haberle dado cuatro hijas y ningún hijo que le ayudase en sus tareas, no amaba menos a las cuatro muchachas, unos ángeles de Dios, que se pasaban el día cantando y cosiendo a la puerta de la barraca, y algunas veces se metían en los campos para descansar un poco a su pobre padre, pero la pasión suprema del tío , el amor de sus amores, eran aquellas tierras, sobre las cuales había pasado monótona y silenciosa la historia de su familia.
A los tres meses de casados tuvieron una niña, Conchita, un año después un muchacho, al que pusieron por nombre Rafael, y por fin, la menor, Amparito, último fruto de unos amores que se extinguieron tras rápidas e intensas llamaradas.
Las peleas en voz baja y el estar de monos días enteros eran hechos frecuentes en estos amores que el padre y el hermano no conocían, pero bastaba para vencer el enojo de Manolita una palabra chistosa del estudiante, una irónica protesta, algo que la desarmase, haciéndola prorrumpir en carcajadas.
¿Para qué? Acabaron nuestros amores, es cierto, pero en lo de adelante seremos muy buenos amigos.
No pienses que el término de nuestros amores se debe a todos esos embustes que corren en Villaverde, que trajeron hasta aquí las Castro Pérez, y de los cuales tú mismo me has hablado, no, Rodolfo: no soy injusta ni ligera.
Usted sería el confidente de mis tristes amores, yo, de los venturosos amores de usted.
Me resolví a confiar a Gabriela mis amores con Angelina.
Fué preciso poner término a esos amores que no eran del agrado de mi papá, pero le confieso a usted, Rodolfo, que le quise mucho, ¡mucho! Se parece usted mucho a él.
Pero no es Linilla, la pobre Linilla, la huérfana recogida en un mesón por un sacerdote caritativo, la niña infeliz fruto de amores que el cielo no bendijo, la que será tu esposa.
Muchas veces me dijo: Rodolfo: nuestros amores no serán dichosos.
Sin embargo, voy a confesarte mi deseo de no ocultar a papá nuestros amores.
El corazón me dice que nuestros amores no serán dichosos.
Saluda a tu papá, si crees oportuno hacerlo, de modo que no sospeche nuestros amores.
Creía yo que mi madre bendecía desde el cielo aquellos amores sencillos, puros, inmaculados como el lirio silvestre que abre su nítida corola al borde de un abismo, entre los iris de espumosa cascada, allí donde no ha de tocarle la mano del hombre.
¡A qué mentir amores a quien no será tu esposa!.

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