Ejemplos con amoratada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Actualmente circulan por Internet imágenes del propio Phoenix dentro del ataúd, con el pelo más corto de lo habitual, teñido de negro a causa de la última película que estaba rodando, Dark Blood, la cual quedó inacabada, y con la cara amoratada.
Un noble de traza innoble, joven aún pero bien estropeado, el pelo lacio, las mejillas hundidas, la nariz amoratada, la voz aguardentosa, los ojos levemente torcidos y aviesos.
Hacía un tiempo obscuro, el cielo estaba plomizo, y una barra amoratada se destacaba en el horizonte, el viento soplaba con furia, llevando en sus ráfagas gotas de agua.
Tiene la boca amoratada, los ojos profundamente hundidos, y la mirada enloquecida de ansia.
Confuso y abatido, con los ojos terriblemente inyectados y la faz amoratada, que daba miedo, se retiró al fin a su casa, después de pasar todo el día en la del municipio.
Estaba la hermosa verdulera amoratada y ronca, con los ojos encendidos, las ropas hechas pedazos, y con tan fiera expresión retratada en su semblante y en toda su persona, que causaba espanto.
Estaba amoratada de tanto llorar y de tantísima cólera como sentía No podía hablar se ahogaba.
Guillermina estaba sentada a su cabecera, y a cada rato le daba abrazos y besos, diciéndole que pensara en Dios, que padeció tanto por salvarnos a nosotros De repente, se descompuso, hija, ¡pero de qué manera! se quedó amoratada, empezó a dar manotazos y a echar por aquella boca unas flores, ¡unas berzas! Era un horror.
Y casi al tiempo mismo advirtió otra cosa, que le cuajó la sangre de horror: en las muñecas de la señora de Moscoso se percibía una señal circular, amoratada, oscura.
Las claridades que un momento se habían alejado, volvieron juguetonas, sin abandonar sus capisayos de telarañas, y con ellas pudo ver el padre Alelí que la pobre bestia enferma alzaba la cabeza y mostraba una horrible cara amoratada y polvorienta, toda llena de viscosa baba.
Tenía la cara redonda y amoratada, con dos ojillos muy vivos y una nariz que parecía haber servido de modelo a la Naturaleza para la creación de las patatas.
Su nariz era pequeña y amoratada, su boca más pequeña aún y tan redonda, que parecía un botón encarnado, los ojos no muy grandes, la barba prominente, los dientes agudos, y uno de ellos le asomaba siempre cuando más cerrados tenía los labios.
¿Cuál de los dos caracteres vencería al otro? Paz estaba hinchada de cólera, de orgullo, estaba amoratada, apoplética.
¿Cuál de los dos caracteres vencería al otro? Paz estaba hinchada de cólera, de orgullo, estaba amoratada, apoplética.
La madre, escarbando rabiosamente aquella masa movediza, había logrado otra vez poner en descubierto la amoratada faz de su hijo, y una lucha terrible se trabó entonces en derredor de la rubia cabeza del agonizante.
Fatigado y sudoroso en su desesperada carrera vuelve a escuchar los pasos que parecen perseguirlo y al voltear, claramente ve los ojos exorbitantes en agonía amoratada de la hermosa mujer que había asesinado al anochecer.
Acabada esta labor, Gerónimo se resolvió, se hizo la cruz, tomo un trapo casi incoloro, lo colgó en los barrotes de la ventana, y a poco, pendía colgado, con la cara congestionada y tremenda lengua amoratada y afuera.
¡Eso era su hija, aquel paquete informe de carne hinchada, amoratada, la abertura que miraba allí, en el medio, redonda, húmeda, encarnada como la boca de una llaga, era una boca, unos ojos aquellas dos placas turbias, opacas, incoloras, sin expresión ni vida, una voz, un llanto humano, aquel maullido!.
Los músculos tirantes, inyectadas las venas del pescuezo, como a extremo de reventar bajo la piel amoratada y fofa, en el enorme esfuerzo, un sonido inarticulado atinaba solo a salir de su garganta, estridente, agrio, semejante al grito avieso de la lechuza.
Ambos llegamos tarde a la escuela, con la cara amoratada, pero él no habló ni yo me quejé, aunque me hubiera sido muy fácil la venganza.
En el regazo de doña Celestina vio una masa amoratada que hacía movimientos de rana, algo como un animal troglodítico, que se veía sorprendido en su madriguera y a la fuerza sacado a la luz y a los peligros de la vida, Bonis, en una fracción de segundo, se acordó de haber leído que algunos pobres animalejos del mar, huyendo de sus enemigos más poderosos, se resignaban a vivir escondidos bajo la arena, renunciando a la luz por salvar la vida: en prisión eterna por miedo del mundo.
:¡En cada miembro tiene un asta que choca y se bate con mis huesos, hasta el punto de que me despierto con la piel amoratada y resquebrajada!.
Apenas acababa de hablar cuando la Thenardier se precipitó en el cuarto, amoratada, jadeante, sofocada, llameantes los ojos.
El teniente alcalde quedó inmóvil y en un estado repugnante: su rostro se veía surcado por una cantidad de fajas cárdenas que había impreso en él la lonja del rebenque, y por entre el cuello de la camisa se veían asomar algunos vestigios de sangre amoratada y espesa.
Parecía todo él tiznado, y no lo estaba, tenía tanto de carbonero como de cura, aquel matiz de las púas negras entre la carne amoratada de las mejillas se hubiera creído que le cubría todo el cuerpo.
Ante la aquiescencia del viejo, en cuyo rostro enjuto y mate brilló un momento quimérica esperanza, Javier, arrodillándose, desató las vendas y palpó, con cuidado infinito, la carne amoratada y blanducha, los huesos quebrados, reconociendo las fracturas, insoldables.
La profesora se puso amoratada, que es el modo de ruborizarse de los cardíacos.
Estaba pálida como un lirio, casi amoratada, chorreábale el agua por cabellos y vestido, y había una verdadera laguna en el suelo de la cámara, porque Leto, por su parte, era una esponja inagotable, de pies a cabeza.
¡Tan demacrado, tan ensangrentada y amoratada la faz! Ya sabes que la tenía muy bella, y unos rizos, como la flor del jacinto, apretados y obscuros.

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