Ejemplos con amoldando

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

'Los buenos negocios curan los peores decaimientos', resumiría el exquisito periodista español Manuel Leguineche, al detallar cómo Imelda se fue amoldando al credo de su esposo, acompasando el glamour con histriónicas intervenciones públicas que incluían canciones, discursos, llantos, cohechos y adulaciones.
Rodeado de sanguijuelas, su sentido moral empezaba a zozobrar y su carácter se estaba amoldando al modo de ser de un clown de Circo que las circunstancias hacían accionar en un teatro más vasto.
Con este regreso de los sacerdotes resolvieron, por lo pronto, defender con gran fuerza los muros de la ciudad y lanzarse del mismo modo sobre los enemigos, poniendo principalmente su esperanza en el tiempo y en los caprichos de la fortuna, mas desengañáronse luego de que ningún salvamento les quedaba, por más que hiciesen, la turbación, el desaliento y las ideas más desconsoladas se apoderaron ya de la ciudad, hasta que tuvo lugar un suceso muy parecido a aquellos de que frecuentemente habla Homero, aunque no satisfaga a la mayor parte: porque diciéndose éste y exclamando en las grandes y extraordinarias ocasiones La garza Palas púsole en las mientes y también: Cambióle un inmortal el pensamiento, el que en un solo acalorado pecho del pueblo puso la gloriosa suerte, y en otra parte: O por sí lo pensó, o es que algún numen le sugirió la provechosa idea, le vituperan como que con cosas imposibles y con increíbles patrañas trata de quitar al juicio de cada uno el mérito de la determinación propia, cuando Homero no hace semejante cosa, sino que los sucesos ordinarios y comunes que se gobiernan con razón los pone a cuenta de lo que está en nuestro poder, así que dice muchas veces: Yo lo determiné con grande aliento, y asimismo: Apenas dijo, congojóse Aquiles y revolvió tan inquietante pena una vez y otra en su alentado pecho y en otra parte: Mas mover no logró a Belerefonte, guerrero cauto que con grande acierto los más prudentes medios discurría, y en las ocasiones imprevistas y arriesgadas que piden cierto ímpetu y entusiasmo no pinta al numen como que nos arrebata, sino como que mueve y dirige nuestra determinación, ni como que produce por sí los conatos y esfuerzos sino ciertas apariencias ocasionales de ellos, con las cuales no hace la acción involuntaria, sino que da un principio a lo voluntario con infundir aliento y esperanza, pues tina de dos: o hemos de desechar enteramente el auxilio divino de todas las acciones que llamamos y son nuestras, o si no ¿de qué otro modo auxiliarán los dioses a los hombres y cooperarán con ellos? No ciertamente amoldando nuestro cuerpo, ni aplicando ellos mismos nuestras manos y nuestros pies, sino despertando con ciertos principios, con ciertas apariencias e inspiraciones la parte activa y electiva de nuestra alma, o, al contrario, desviándola o conteniéndola.

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