Ejemplos con amargura

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Don Pedrito, deshecho en amargura, se atrevió a murmurar:.
Y tú, hermana míaprosiguió, tomando en sus manos el joyel con el retrato y mirándolo con el rostro descompuesto por la piedad y la amargura, ¿dónde estás, en qué oscura mazmorra te encerré, a ciegas, que no doy con la entrada, aunque sangran mis pies de tanto caminar y mis manos de tanto tropezar a tientas?.
Xuantipa condujo de la solapa a Belarmino, a través de las acostumbradas calles de amargura.
Todos han ensalzado unánimes la serena melancolía que el libro revela, la mirada firme y desengañada que el autor dirige sobre las cosas humanas, la amargura sin misantropía con que juzga nuestro estado social, y la verdad poética con que le ennoblece.
¿Se comprende ahora por qué al principio he confesado mi incompetencia para juzgar a Pereda? Porque yo no admiro sólo en él lo que todo el mundo ve y admira: el extraordinario poder con que se asimila lo real y lo transforma, el buen sentido omnipotente y macizo, la maestría del diálogo, por ningún otro alcanzada después de Cervantes, el poder de arrancar tipos humanos de la gran cantera de la realidad, la frase viva, palpitante y densa, la singular energía y precisión en las descripciones, el color y el relieve, los músculos y la sangre, el profundo sentido de las más ocultas armonías de la naturaleza no reveladas al vulgo profano, la gravedad del magisterio moral, la vena cómica, tan nacional y tan inagotable, y, por último, aquel torrente de lengua no aprendida en los libros, sino sorprendida y arrancada de labios de las gentes, lengua verdaderamente patricia y de legítimo solar y cepa castellana, que no es la lengua de segunda o de tercera conquista, la lengua de Toledo o de Sevilla, sino otra de más intacta prosapia todavía, dura unas veces como la indómita espalda de nuestros montes, y otras veces húmeda y , lengua que, educada en graves tristezas, conserva cierta amargura y austeridad aun en las burlas.
Había allí verdadera fiebre habladora, pero ¿quién de los que hablaban valía el trabajo de ser oído diez minutos con paciencia? De aquí que no se sorprendiera maldita la cosa al observar que mientras un orador de mala facha y peor estilo se desgañitaba echando pestes por la boca, manoteando sobre el banco delantero y tragando vasos de naranjada, entre consulta y repaso a sus apuntes, los poquísimos diputados que quedaban en el salón se entretuviesen en hacer pajaritas de papel, en despachar su correspondencia o en chupar los caramelos del presidente, de que provee a este personaje abundosamente el Estado, teniendo en cuenta, quizá, que para soportar la amargura de ciertas horas, no basta un muelle sitial de terciopelo, por muy elevado que se ponga.
Luciaañadió con naturalidad y sin la menor expresión de amargura, usted dispensa mi falta de tino, ¿no es cierto?.
Así acontece con las lágrimas que vertemos por las primeras penillas de la vida: llanto sin amargura, rocío leve, que antes refresca que abrasa.
Hecha Lucía un ovillo en la esquina del departamento, sollozaba sin amargura, con algún hipo, con vehemente llanto de niña inconsolable.
Sin duda, todo esto es cierto, pero vosotros no debéis ignorar que CERVANTES fué herido y cautivo por muchos en el inhospitalario suelo del África, donde apuró hasta las heces el cáliz de la amargura, viviendo con la continua amenaza de la muerte.
¡Porque era ceder a cuanto le quedaba de don Manuel, a aquellas noches queridas suyas de silencio, en que su alma, a solas con su amargura y con su niña, recordaba y vivía, porque conforme se había ido apartando de todo, en sus hijas, y en Leonor, como un símbolo de todas ellas, se había refugiado, con la tenacidad de las almas sencillas que no tienen fuerza más que para amor, porque dar a Leonor era como dar todas las luces y todas las rosas de la vida!.
El fervor de los cruzados encendía en aquellos breves instantes de heroica dicha su alma buena, y su deleite, que le inundaba de una luz parecida a la de los astros, era solo comparable a la vasta amargura con que reconocía, a poco que en el mundo no encuentran auxilio, sino cuando convienen a algún interés que las vicia, las obras de pureza.
Pero no por eso se echó como débil mujerzuela a llorar tristezas, sino que después de publicar un manifiesto de levantado espíritu patriótico, continuó, con más bríos si cabe, la tarea enorme de hacer patria, tarea que fue sobre sus hombros una cruz, semejante a la que llevara, a través de su calle de Amargura, el Cristo dulce y bueno de los cristianos.
Hombre montaña desde la cual se puede ver pasar hoy y se verá mejor, a medida que los años vayan limándola, toda el alma compleja y revuelta de esa época de creación y amargura.
Al eclipsarse durante una buena temporada, el pobre artista había sufrido la amargura de la soledad, desesperándose con furia infantil, como si un público inmenso le volviera la espalda.
No existía amargura que no hubiese paladeado.
La fealdad me impresiona más que la belleza, porque me habla de las infamias sociales, me ofrece la amargura de lo injusto, el único vino que reanima mis fuerzas.
¡Es verdad!repetía el zapatero, poniendo en sus palabras toda la amargura de aquella vida de miseria que venía arrastrando con una familia cada vez mayor, y sin otro auxilio que el trabajo ineficaz.
Iban entre ellos los tres hijos de Batiste, para los cuales se convertía muchas veces el camino en una calle de Amargura.
A la mañana siguiente llegaron las visitas: el desfile de levitas negras y tupidos velos, el paso por aquella casa de los amigos y conocidos, todos con la enguantada mano tendida, un gesto de amargura en el rostro y la palabra de resignación guardada cuidadosamente para tales casos.
Y el pobre muchacho, como si de pronto apreciase toda la verdad de su situación, decía esto con tal amargura, casi con lágrimas en los ojos, que Tónica se conmovió, mostrándose más blanda.
Perdóname si esta carta te llena de amargura.
Su desgracia es la eterna amargura de mi vida.
Y esto me aflige, me acongoja, me llena de amargura.
Mas ¡qué digo a solas! ¡Esa misma sale a vuestro camino, como la Verónica salió al encuentro de Cristo en la calle de la Amargura, y os pone un lienzo en la cara para enjugar las lágrimas que la inundan!.
Tiene treinta años: ¡treinta siglos de amargura!.
Parola, parola, parola murmuró Izquierdo con amargura.
Noagregó él conteniendo la amargura que de su alma se desbordaba, los dos.
Baldomero y doña Bárbara, tragándose en silencio su amargura.
¡Oh tobosescas tinajas, que me habéis traído a la memoria la dulce prenda de mi mayor amargura!.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba