Ejemplos con amargamente

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Salió del lugar llorando amargamente, repitiendo que su madre ya se murió.
La gente en las tribunas todavía no podía creer que su equipo, el más Importante de México, fuera a desaparecer y lloraba amargamente durante el partido, el Sindicato de Electricistas con mucho esfuerzo trataron de conservar al equipo en la liga menor.
Esto hace que Chase amargamente de molesta y le rompe el corazón entonces, Zoey decide ir a Londres, y ella decide salir de PCA.
El príncipe Alejandro de Hesse-Darmstadt, hermano de la zarina, reprocharía amargamente a su cuñado que sólo mostrara interés y preocupación por el estado de su amante y no por el del resto de la familia allí presentes.
Scarlett respiró aliviada porque estaba harta de la guerra, pero Melanie y los demás lloraron amargamente por la derrota de la causa rebelde del Sur, aunque todos comenzaron a esperar con ansía el regreso de Ashley del campo de prisioneros.
Marco Tulio Cicerón se quejaba amargamente en sus escritos de esta relación ya que su hija, Tulia Cicerón estaba casada con Dolabela.
Alexander amargamente se da cuenta de que si impide que una de las formas de morir de Emma, otra sucederá.
Esta victoria fue una de las mejores obtenidas para las armas españolas desde los tiempos de García Hurtado de Mendoza, sin embargo Laso de la Vega creyó que esta gran victoria iba a doblegar definitivamente a los mapuches y dar la paz tan anhelada, pero amargamente debió comprobar que no era de ese modo y debió retomar el antiguo plan de Alonso de Ribera de hacer la guerra defensiva.
Además, no cesaban de aumentar los conflictos en la frontera, y los bóers se quejaban amargamente de la falta de protección prestada por las autoridades imperiales.
Sara amargamente se quejó a su esposo, y éste le dijo que hiciera con su criada lo que quisiera.
Reía amargamente de su optimismo en aquella ocasión, de la confianza que le había hecho despreciar todas sus ideas sobre el pasado.
El de la meditaciónArtegui subrayó amargamente la palabra está reservado al hombre, rey de los seres.
Al recordar este período de su pasado, Aresti sonreía amargamente, burlándose de su optimismo.
Aresti se decía amargamente que su mujer no era suya, que disponía de ella menos que a medias, compartiéndola en una especie de adulterio moral con directores de conciencia que apenas conocía.
Y se echó a llorar amargamente, con el corazón encogido, escondiendo la preciosa carita en el seno de su madre, como si buscara allí lo que encuentra la más pequeña golondrina en el fondo de su nido: el calor de la ternura materna.
La alegre algazara del salón llegaba a sus oídos, y poco a poco fuese levantado su pechito, hinchóse su garganta y rompió a llorar amargamente, en silencio, sin sollozos, sin suspiros, como lloran los que tienen en el corazón el manantial de sus lágrimas.
¡Me dijo que me fuera! ¡Me dio dos pesetas!gritó al fin el niño con gran desconsuelo, y sollozando amargamente, escondió la preciosa carita en el seno de su madre.
Esta brusca e inesperada arremetida desconcertó por completo a Jacobo, y mordiéndose los labios, dijo amargamente:.
Y Currita, persuadida ella misma de lo que decía, cual suele suceder a los embusteros de oficio, extendía las manos y abría mucho los claros ojitos, como para que la madre Larín la estudiase por dentro, concluyendo por echarse a llorar amargamente, cubriéndose el rostro con el pañuelo.
La pobre arca vieja que guardó antaño el pobre y plebeyo equipo del actual marqués improvisado, se queja amargamente del abandono en que la dejó, y, al verlo cruzar en busca de un libro de heráldica, le sopla al oido estas palabras aterradoras:
Manuel contempló amargamente al esposo de Soledad, y vaciló algunos instantes entre los dos abismos que volvia a presentarle la desventura.
—¡No reza! ¡no llora!—pensó amargamente don Trinidad, formulando a su modo las mismas ideas que acabamos de emitir.
Diciendo esto, se dejó caer del todo encima del lecho, y acudiendo los dos a ver si se desmayaba, vieron que no, sino que amargamente lloraba, y díjole D.
Eran las noches de las perezosas y largas de diciembre, y el frio y el cansancio del camino forzaban a procurar pasarlas con reposo: pero como no le tenia el huésped primero, a poco mas de la media noche comenzó a suspirar tan amargamente, que con cada suspiro parecia despedírsele el alma, y fué de tal manera, que aunque el segundo dormia, hubo de despertar al lastimero son del que se quejaba, y admirado de los sollozos, con que acompañaba los suspiros, atentamente se puso a escuchar lo que al parecer entre sí murmuraba.
Abrazóla así desmayada el lastimado viejo, abrazáronla sus padres, lloraron todos tan amargamente, que obligaron y aun forzaron a que en ellas les acompañase el escribano que hacia el testamento, en el cual dejó de comer a todas las criadas de casa, horras las esclavas y negro, y a la falsa de Marialonso no le mandó otra cosa que la paga de su salario, mas sea lo que fuere, el dolor le apretó de manera, que al seteno dia le llevaron a la sepultura.
Y, en esto, comenzó a llorar tan amargamente que don Quijote, mohíno y colérico, le dijo:.
Con todo eso, se detuvieron como media hora, al cabo del cual espacio volvieron a recoger la soga con mucha facilidad y sin peso alguno, señal que les hizo imaginar que don Quijote se quedaba dentro, y, creyéndolo así, Sancho lloraba amargamente y tiraba con mucha priesa por desengañarse, pero, llegando, a su parecer, a poco más de las ochenta brazas, sintieron peso, de que en estremo se alegraron.
En diciendo esto, comenzó a llorar tan amargamente que a todos nos movió a compasión, y forzó a Zoraida que le mirase, la cual, viéndole llorar, así se enterneció que se levantó de mis pies y fue a abrazar a su padre, y, juntando su rostro con el suyo, comenzaron los dos tan tierno llanto que muchos de los que allí íbamos le acompañamos en él.
Tomóle en esto a Camila un fuerte desmayo, y, arrojándose encima de una cama que allí estaba, comenzó Leonela a llorar muy amargamente y a decir: ¡Ay, desdichada de mí si fuese tan sin ventura que se me muriese aquí entre mis brazos la flor de la honestidad del mundo, la corona de las buenas mujeres, el ejemplo de la castidad.

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