Ejemplos con alimento
Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.
El viviente, al abrir su boca para el alimento, mascaba partículas de los que le antecedieron en el camino de la vida, al recrear ojos y oídos en la belleza, daba el arte obras y patrones de los muertos.
Miss Gordon necesitaba diariamente el alimento espiritual de la música.
El hombre hace pasar el alimento por la cocina, lo condimenta, lo sazona, le infunde sabores varios y sutiles.
Por eso en España hay incontable número de conventos y casas de huéspedes, en los cuales se perpetúan bodrios y condumios cavernarios, cuando no se apenca con el alimento en crudo.
¡Pues no faltaba más sino que anduviéramos ahora en cumplidos! Lo que usted necesita es un buen fuego y un regular alimento, y de todo le proveeremos al punto, si Dios quiere.
Los animales comen el alimento en crudo.
Primeramente, tribus miserables y escasas vagaban por las costas, buscando el alimento de los crustáceos arrojados por las olas: una vida semejante a la de los pueblos rudimentarios que Ferragut había visto en las islas del Pacífico.
De todas suertes, el momentáneo alivio de Pilar era tan patente, que le consentía dar todas las mañanas algunos cientos de pasos por la calle, cogida del brazo de Lucía, y el alimento no le repugnaba invenciblemente como antes.
Lucía se enteró muy al por menor de cuanto concernía a la asistencia, de las horas del alimento, de las precauciones que adoptar importaba.
Se han traído algunos merinos, se han propagado fácilmente, y ya existen rebaños bastante numerosos, que se aumentan cada día en razón de que no se consumen para el alimento diario.
? Los trigos que comienzan a cultivarse en nuestro pequeño valle necesitan un mercado próximo para progresar, pues hasta ahora la cosecha que se ha levantado, sólo ha servido para el alimento de los vecinos.
Y privándose de una parte de su alimento, pasaba a casa del zapatero la leche que subían para él.
Su cuerpo, fatigado por la mala noche y el cansancio de la espera, acabó por asimilarse el alimento, sumiéndose en una dulce languidez que no había sentido en mucho tiempo.
Creando los vestidos, el alimento condimentado, las armas, las herramientas y las habitaciones, neutralizaron las influencias exteriores de la Naturaleza.
Eran los amos del agua, en sus manos estaba la vida de las familias, el alimento de los campos, el riego oportuno, cuya carencia mata una cosecha.
El excelentísimo Martínez hizo un gesto que no significaba si entendía o dejaba de entender, desde que el pobre señor había pasado el puente natural que lleva del banco azul a las grandes mesas de la corte, caminaba de indigestión en indigestión, y sentía en el estómago la nostalgia de aquellas nutritivas sopas de ajo, no digeridas del todo, que habían hecho de él un tanto robusto hombre de Estado, y fueron su cotidiano alimento en los tiempos en que rompía sus primeros calzones entre los pilletes de cierta playa de las costas asturianas ¡Santo Dios, y qué dolores de tripas más atroces le había costado el del último viernes de Palacio! ¡Qué más terrible que sirvieron dos días antes en la embajada francesa! El excelentísimo Martínez creyóse por un momento envenenado, y desde entonces fue para él artículo de fe aquel principio de Addison:.
Los criados, diseminados por la casa, no acudían a su llamada, y prefiriendo Villamelón los riesgos de otra muerte a la muerte de hambre, decidió al cabo levantarse y escurrirse por pasadizos y corredores hasta la misma cocina, en busca del cotidiano alimento: una vez en posesión de él, refugióse en el rincón más cercano y allí comenzó a devorarlo.
A un lado la esposa legítima, al otro, doña Manuela, la satisfacción de la carne, el alimento de su vanidad, y las dos familias de las cuales era él el punto de unión, contentas, lujosas, llamando la atención del público, todo gracias a su buena suerte/ que le permitía tirar a manos llenas los miles de pesetas.
No tiene sueño tranquilo, cada noche se levanta dos o tres veces para ver a Carmen y darle el alimento y la medicina.
No molestaba a nadie, no se resistía a tomar el alimento ni las medicinas, sometiéndose silenciosamente a cuanto se le mandaba, como si lo dominante, en aquella fase del proceso encefálico, fuera la anulación de la voluntad, el no ser nada para llegar a serlo todo.
Creía ella que los curas de mucho saber y virtud debían de conocerse en el poco uso que hacían del agua y jabón, y también en que su alimento no podía ser sino yerbas cocidas y sin sal.