Ejemplos con alborotado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En la plaza mayor, donde se encontraba el ayuntamiento reunido en la iglesia de San Miguel, se encontraba el vulgo furioso y alborotado, aporreando las puertas de la iglesia y gritando: Salga fuera Tordesillas o romperemos puertas y paredes.
Toph hace tierra control para apoyar su brazo, se mete el dedo en la nariz y agrega que no cree que un bumerán sea un elemento y se saca una exagerada bola de mucosidad, Sokka escucha atentamente, Aang agrega que aunque fuera un elemento, nada es mejor que el aire, en esto saca una ventisca desde su brazo, Katara que estaba cerca de él termina con el cabello alborotado por la sacudida y dice que en realidad es mejor el agua, destapa su cantimplora y dice que todos en el mundo saben que el agua es el mejor elemento del mundo, Katara usa agua control y se la envía a Sokka quien terminaba de arreglarse una ceja, el agua lo atrapa, lo eleva y lo congela en un cubo de hielo rectangular, Katara realiza una técnica donde divide todos los segmentos incluyendo a Sokka, lo tira al piso, Katara sonríe y después vuelve a unir el hielo, incluyendo a Sokka, en lo que se descongela y termina mojado.
Detuvo su alborotado lenguaje unos instantes, dejando que se extinguiese la llamarada del recuerdo impúdico que había enrojecido su palidez.
Una mujer, alborotado el pelo y enrojecidos los ojos, gemía a un lado del combés.
Era de no acabar de oírle, y tenerle que rogar que se calmase, cuando con aquel lenguaje pintoresco y desembarazado recordaba, no sin su buena cerrazón de truenos y relámpagos y unas amenazas grandes como torres, los bellacos oficios de tal o de cual marquesa, que auxiliando ligerezas ajenas querían hacer, por lo comunes, menos culpables las propias, o tal historia de un capitán de guardias, que pareció bien en la corte con su ruda belleza de montañés y su cabello abundante y alborotado, y apenas entrevió su buena fortuna tomó prestados unos dineros, con que enrizarse, en lo del peluquero la cabellera, y en lo del sastre vestir de paño bueno, y en lo del calzador comprarse unos botitos, con que estar galán en la hora en que debía ir a palacio, donde al volver el capitán con estas donosuras, pareció tan feo y presumido que en poco estuvo que perdiese algo más que la capitanía.
Era , con las manos en las fuertes caderas, los ojazos insolentes y hermosos bajo el pelo alborotado, mostrando al sonreír sus dientes agudos de loba impúdica.
Iba a ponerse a estudiar, y no de cualquier manera ni cualquier cosa, sus estudios de retórica habían ya terminado el año último, y acababa de asistir a la toma de Troya y a la fundación de Roma, había bebido con Horacio en las cascadas del Tíber, admirado a las abejas con Virgilio, salvado a la República con Cicerón y alborotado en las plazas de Grecia con Demóstenes.
Nadie en Madrid pidió cuentas a Currita de la sangre de Velarde, derramada a la vista de todos por culpa suya, y ahora le arrojaban al rostro la de Sabadell, de la cual se hallaba inocente y hubiera ella rescatado con gusto a costa de cualquier sacrificio Porque el dolor de la dama fue en realidad grande, aunque no expansivo ni alborotado, uno de esos dolores, por decirlo así, secos, propios de las almas enérgicas, que se repliegan sobre sí mismos en el fondo del corazón como para no perder su energía, a la manera que el gladiador herido encuentra fuerzas en su misma agonía para encoger el cuerpo y doblar los músculos, e intentar un último y más formidable avance Aquella débil mujercilla encerraba en su endeble cuerpo una de esas almas enérgicas que se crecen a la vista del peligro y lo desafían, y no necesitan en el dolor apoyo ni cómplices en el crimen, bastábase ella misma a sí misma, y sacudiendo los terrores que la habían invadido la víspera, con el vigoroso empuje del toro que arroja lejos de sí los rejones que le lastiman y embarazan, aprestóse a la defensa, decidida a arrostrar a pie quieto y con firmeza todas las consecuencias de aquella horrible noche.
Y en aquel momento, como si quisieran probar aquellas amables criaturas que llevar siempre la contra es el rasgo peculiar del sexo, callaron todas de repente, siguiéndose un silencio profundo, un prolongadísimo de cerca de un minuto, seguido, a su vez, de un allegro alborotado, un crescendo inverosímil, rápido y vivace Algo gordo sucedía, y el respetable Butrón y el filosófico Pulido acudieron al punto muy azorados a sus respectivos observatorios Entraba la condesa de Albornoz, con aquel paso de que habla Virgilio, que revela una reina o una diosa, inclinando la cabeza con el aire de vanidad satisfecha de aquel emperador romano que encogía la suya al pasar bajo los arcos de triunfo, por miedo de tropezar en ellos con la frente, seguíala la marquesa de Valdivieso, una de las cómodas amigas de fácil contener que traía ella siempre a retortero para que la acompañasen como damas de honor, sirviendo, según su frase, de marco a su elegancia.
¿No vio qué alborotado iba Celesto, don Andrés?.
Lo que sí sabía Fortunata era que aquella mujer daba mucha guerra a las madres por su carácter alborotado y desigual.
Inclinado sobre la caja buscando tipos, ajustando palabras en el cajetín, o distribuyendo letras, su frente solía plegarse con un entrecejo serio de obrero ya machucho: entonces no hablaba y fija la atención en lo que hacía, sus ojos negros adquirían cierta expresión de gravedad cómica: en la calle, corriendo o jugando, con el pelo alborotado, tostada la tez, ladeada la gorrilla, descarado el mirar y rebosando malicia, traía a la memoria los chicos de las antiguas novelas picarescas.
De travieso y alborotado volviose tan juiciosillo, que al mismo Zalamero daba quince y raya.
Su ama le leyó la cartilla el primer día, diciéndole: Mira, si algún sujeto que tú no conoces, por ejemplo, un señorito flaco, de mal color, así un poco alborotado, te pregunta en la calle si vivo yo aquí, dices que no.
Y es tan listo y tan travieso que tiene alborotado todo el asilo.
Venía la moza arremangada hasta el codo, con el pelo alborotado, seco y volandero, del calor de la cama sin duda: y a la luz del día se notaba más la frescura de su tez, muy blanca y como infiltrada de sangre.
Encontróle todo alborotado con los noticiones políticos, que acababan de confirmar los pocos periódicos que se recibían en aquellos andurriales.
En todas las poblaciones subalternas de Europa, y especialmente en las estacionarias y vetustas como aquella Ciudad, hay casi siempre, desde los comienzos de nuestro alborotado siglo, un organista que sueña con eclipsar a Rossini, un coplero que sueña con eclipsar a lord Byron, o un albéitar, lector de periódicos, que sueña con eclipsar a Marat, un jóven, en fin, pálido y tétrico, que huye de la gente, y pasea solo por los desiertos campos, foco de pensamiento y de bílis, hígado con piés y sombrero, declarado enemigo de cuanto ve en torno suyo, y cónsul moral de todo , cuya febril imaginacion sigue los pasos a las celebridades contemporáneas más de su agrado, como el astrónomo sigue la marcha de los planetas que nunca ha de visitar y que ruedan indiferentes por el cielo, sin sospechar la existencia de los observatorios.
Poco a poco fue serenándose el piélago alborotado: se desvanecieron una después de la otra las nubes apiñadas en aquel horizonte naturalmente sombrío, y volviendo a estrechar la niña en sus desnudos brazos, añadió con toda la dulzura que pudo dar a su voz, por naturaleza bronca, con toda la calma de que pudo revestir su semblante:.
Aunque estaba pálida como muerta, casi desnuda, flaca, con el pelo alborotado, se me dio aire a Cecilia, sí, se me pareció mucho a ella, me convencí de que era su madre.
—Pues ¿quién ha de decir cosa que os ofenda, y mas estando yo delante? decidme qué gente es esta, que me parece que os ha alborotado su venida.
Juan, por cumplir lo que le habia pedido, pasando algunos aunque breves comedimentos, le dejó sin saber quién era, y se vino a su casa, sin querer llegar a la puerta donde le habian dado la criatura, por parecerle que todo el barrio estaba despierto y alborotado con la pendencia.
Admirados quedaron de tanta cristiandad los abuelos, pero la madre quedó mas admirada, porque habiendo con las nuevas del cirujano sosegádose algun tanto su alborotado espíritu, miró atentamente el aposento donde su hijo estaba, y claramente por muchas señales conoció que aquella era la estancia donde se habia dado fin a su honra y principio a su desventura, y aunque no estaba adornada de los damascos que entónces tenia, conoció la disposicion della, vió la ventana de la reja que caia al jardin, y por estar cerrada a causa del herido, preguntó si aquella ventana respondia a algun jardin.
Responde en buen hora dijo don Quijote, Sancho amigo, que yo no estoy para dar migas a un gato, según traigo alborotado y trastornado el juicio.
Todos mostraron alborotarse con la confusa, marcial y triste armonía, especialmente don Quijote, que no cabía en su asiento de puro alborotado, de Sancho no hay que decir sino que el miedo le llevó a su acostumbrado refugio, que era el lado o faldas de la duquesa, porque real y verdaderamente el son que se escuchaba era tristísimo y malencólico.
Atento estuvo don Quijote a las razones de aquel venerable varón, y, viendo que ya callaba, sin guardar respeto a los duques, con semblante airado y alborotado rostro, se puso en pie y dijo.
Levantóse en pie don Quijote y puso mano a la espada, y Sancho se agazapó debajo del rucio, poniéndose a los lados el lío de las armas, y la albarda de su jumento, tan temblando de miedo como alborotado don Quijote.
Con esta relación y con lo que él había visto se acabó de confirmar de que aquél era su hermano, que había seguido las letras por consejo de su padre, y, alborotado y contento, llamando aparte a don Fernando, a Cardenio y al cura, les contó lo que pasaba, certificándoles que aquel oidor era su hermano.
Poco más quedaba por leer de la novela, cuando del caramanchón donde reposaba don Quijote salió Sancho Panza todo alborotado, diciendo a voces:.
A todo lo cual responde aquel gran su amigo Ambrosio, el estudiante, que también se vistió de pastor con él, que se ha de cumplir todo, sin faltar nada, como lo dejó mandado Grisóstomo, y sobre esto anda el pueblo alborotado, mas, a lo que se dice, en fin se hará lo que Ambrosio y todos los pastores sus amigos quieren, y mañana le vienen a enterrar con gran pompa adonde tengo dicho.

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