Ejemplos con agorero

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

De su canto agorero y mágico toma su nombre, por las noches suele cantar chicua.
Desde las lueñes playas de la América virgen volvió el de Luzmela los ojos al pajarraco agorero, y le ahuyentó de un manotazo en el aire con enojo violento, en seguida buscó la mirada de la niña y encontró en ella una singular expresión dolorosa, como sólo recordaba haberla visto igual en los ojos de otra criatura: de aquella triste pecadora que murió del dolor de haber pecado.
Siempre que el recuerdo de aquella muerte le acudía, sentía en torno suyo el sordo rumor de unas alas hostiles y el graznido agorero de un ave siniestra.
El capitán era el jefe del combate, el hombre de espada, el primero de todos en presencia de una nave hostil o de una costa abordable, pero en pleno mar obedecía, lo mismo que los demás, al grave piloto, agorero personaje que examinaba el color de las aguas, el vuelo de las gaviotas, la intensidad de los vientos, los tintes del alba y las nubes sangrientas de la puesta del sol.
¡Qué agorero es usted, padre! ¿Por qué ha de pasar siempre lo peor? ¿Por qué ha de morir mi primo? No parece sino que en una batalla han de morir todos.
Y, en diciendo esto, se acercó a la sima, vio no ser posible descolgarse, ni hacer lugar a la entrada, si no era a fuerza de brazos, o a cuchilladas, y así, poniendo mano a la espada, comenzó a derribar y a cortar de aquellas malezas que a la boca de la cueva estaban, por cuyo ruido y estruendo salieron por ella una infinidad de grandísimos cuervos y grajos, tan espesos y con tanta priesa, que dieron con don Quijote en el suelo, y si él fuera tan agorero como católico cristiano, lo tuviera a mala señal y escusara de encerrarse en lugar semejante.
El rugir del león, del lobo fiero el temeroso aullido, el silbo horrendo de escamosa serpiente, el espantable baladro de algún monstruo, el agorero graznar de la corneja, y el estruendo del viento contrastado en mar instable, del ya vencido toro el implacable bramido, y de la viuda tortolilla el sentible arrullar, el triste canto del envidiado búho, con el llanto de toda la infernal negra cuadrilla, salgan con la doliente ánima fuera, mezclados en un son, de tal manera que se confundan los sentidos todos, pues la pena cruel que en mí se halla para contalla pide nuevos modos.
Desde la memorable aventura de los batanes dijo don Quijote, nunca he visto a Sancho con tanto temor como ahora, y si yo fuera tan agorero como otros, su pusilanimidad me hiciera algunas cosquillas en el ánimo.
A todos dio que observar el color de la crin resplandeciente como el fuego, su ufanía y la suavidad y apacibilidad de su relincho, pero el agorero Teócrito, habiendo reflexionado un poco, dirigió la voz a Pelópidas, y exclamó: “La víctima ¡oh bienhadado! se te ha venido a la mano: no esperemos ya otra virgen, sírvete de aquella que Dios te ha presentado”.
Mas como haciendo él sacrificio examinase las señales el agorero Postumio, tendiendo las manos hacia Sila, le pedía que le aprisionase y custodiase hasta la batalla, y si todo no se terminaba pronto y favorablemente tomara de él la última venganza a que se ofrecía.
Los Tebanos de la ciudad, que se hallaban formados con los Haliartios, hasta allí se habían estado quietos, pero cuando vieron que Lisandro, entre los primeros, avanzaba contra las murallas, abrieron de repente las puertas y, saliendo con ímpetu, le dieron muerte, juntamente con el agorero y con algunos pocos de los demás, porque la mayor parte huyeron precipitadamente a incorporarse con la hueste, mas como los Tebanos no se detuviesen sino que fuesen en su seguimiento, todos se entregaron a la fuga por aquellas alturas, pereciendo unos mil de ellos.
Dícese haberle anunciado el agorero que los Dioses le pronosticaban hechos y sucesos muy superiores a toda esperanza, con lo que partió sumamente engreído.
Habíasele anunciado a Pirro por el agorero, con motivo de haberse encontrado las víctimas sin alguno de los extremos, que le amenazaba la pérdida de alguno de sus deudos, pero habiéndosele con la priesa y el rebato borrado de la memoria la predicción, dio orden a su hijo Tolomeo de que con sus amigos fuese en auxilio de los que combatían, y él, en tanto, condujo el ejército, procurando sacarlo apriesa de las gargantas.
Habíanse traído un macho de cabrío, un toro y un carnero, y como éste se muriese por sí, a todos los demás les causó risa aquel suceso, pero el agorero Teodoro prohibió a Pirro que jurase, diciendo que aquel prodigio anunciaba la muerte de uno de los tres reyes, así, Pirro se apartó de la paz por esta causa.
Disgustado Pausanias de aquel estado, viendo que el agorero continuamente reprobaba las víctimas, volvióse hacia el templo de Hera, cayéndosele las lágrimas y levantando las manos, pedía a Hera Citeronia y a los demás Dioses que presidían a aquella comarca que, si no estaba destinada a los Griegos la victoria, se les diera a lo menos el sufrir haciendo algo, y mostrando con obras a los enemigos que contendían con hombres de valor y adiestrados en la guerra.
Entre éstos había tres hijos de una hermana del rey, llamada Sandauca, los cuales remitió al instante a Temístocles, y se dice que de mandato del agorero Eufrántides fueron sacrificados, según cierto oráculo, a Baco Omesta.
Túvose por conveniente que Marcelo se adelantase con algunos caballos a hacer un reconocimiento, mas antes, teniendo consigo un agorero, quiso sacrificar: y muerta la primera víctima, le mostró el agorero el hígado, que carecía de asidero, sacrificada luego la segunda, apareció un asidero de extraordinaria magnitud, y todo se manifestó sumamente fausto, con lo que se creyó desvanecido el primer susto: con todo, los agoreros insistían en que todavía aquello inducía mayor miedo y terror, porque la mezcla de lo próspero con lo adverso debía hacer sospechar mudanzas.
Como hubiese adelantado en la pública estimación, el pueblo le nombró edil, una de las más brillantes dignidades, y los sacerdotes, Agorero, que es una especie de sacerdocio, al que la ley concedió la investigación y conservación de la adivinación por las aves.
Así, Calicrátidas, aunque hombre grande en todo lo demás, no tuvo razón en la respuesta que dio al Agorero, rogábale éste que se guardara de la muerte que le denunciaban las víctimas, y él le contestó que no pendía Esparta de uno solo: pues, peleando, navegando y siendo mandado, Calicrátidas no era más que uno, pero de general, tomando sobre sí la suerte de todos, ya no era uno sólo aquel con quien tan grandes intereses iban a perderse.
Oyóle aquel con indignación y desprecio, y él, entonces, tomando consigo de los de la familia a Esquilo, que era hermano de la mujer de Timófanes, y de los amigos a un agorero, llamado Sátiro, según Teopompo, y Ortágoras, según Éforo y Timeo, después de haber pasado algunos días, subió de nuevo a ver al hermano, y rodeándole los tres, le rogaban, y con razones le persuadían, a que se arrepintiera de su propósito, mas como Timófanes al principio les respondiese con mofa, y después se irritase y enfadase con ellos, Timoleón se retiró a un lado, y cubriéndose con su ropa, lloraba su desgracia, pero los otros, desenvainando las espadas, dieron muy pronto cuenta de él.
Dícese que a esta sazón se hallaba allí el caudillo de los Tirrenos, celebrando cierto sacrificio, y que el agorero, al registrar las entrañas, dio una gran voz, diciendo: “Dios da la victoria al que termine este sacrificio”, lo cual, oído por los Romanos desde las minas, rompiendo al punto el pavimento, y echando mano a las armas con estrépito y gritería, asombrados los enemigos, dieron a huir, y ellos entonces, apoderándose de las entrañas, corrieron con ellas a Camilo, pero esto parecerá quizá que tiene el aire de fábula.
Sorprendióse Temístocles de vaticinio tan grande y tan terrible, pero la muchedumbre, como sucede en las grandes luchas, casos y asuntos difíciles, que más bien espera su salud de cosas disparatadas y fuera de razón que no de las que van según ella, empezó a implorar a una voz al dios, y conduciendo los jóvenes al ara, exigió por fuerza que se les sacrificara conforme a la orden del agorero.
Viólos el agorero Eufrántides, y como al mismo tiempo el fuego del sacrificio hubiese resplandecido con gran brillo, y el estornudo hubiese dado señal derecha, tomando a Temístocles por la diestra, le prescribió echase mano como primicias de aquellos jóvenes, y que los consagrase todos tres a Baco Omesta, haciéndole plegarias, con lo que los Griegos conseguirían la salud y la victoria a un tiempo.
A par déste estaba otro gran agorero, y era hombre de porte, en encontrando un bizco, se.
De un modo semejante los espartanos, como necesitaban tanto del agorero Tisameno, le otorgaron todo cuanto les pedía.
» Los que honraron a los muertos con dichas inscripciones y con sus lápidas, excepto la del agorero Megistias, fueron los Anfictiones, pues la del buen Megistias quien la mandó grabar fue su huésped y amigo Simónides, hijo de Leoprepes.
Persuadióse Zópiro con aquel discurso ciertamente agorero que había ya llegado el punto fatal de la toma de Babilonia.
El filósofo començó poco a poco a dezir en casa del rey que él era el mayor agorero del mundo.
Los perros ladraban con aquel aullido prolongado, intérprete de su instinto agorero, el gran coloso, la inmensa capital, toda ella se removía como un moribundo que tantea la ropa, entonces no vi más que un gran sepulcro, una inmensa lápida se disponía a cubrirle como una ancha tumba.

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