Ejemplos con agonías

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En una carta a su amigo John Ingram, Poe describió su estado de ánimo de entonces: Cada vez yo sentía todas las agonías de su muerte, y en cada avance de mi trastorno la amaba con más intensidad y me aferraba a su vida con más desesperada pertinacia.
Al pasar de zapatero con tienda puesta a zapatero de portal, era para él como si después de un largo viaje por mar, y tras inquietudes, amenazas y agonías, llegase a puerto, y, ya desembarcado del grande y temeroso navío, hubiera ido a cobijarse definitivamente en una de esas lanchitas que, asentadas quilla arriba sobre la playa, sirven de vivienda a los marineros retirados.
Algunos soldados habían empezado ya el trabajo empleando las bayonetas, pero su labor era torpe, desmañada, ruidosa: cuchilladas a ciegas, agonías interminables, arroyos de sangre.
Desnoyers vió sobre una puerta un Cristo de marfil, amarillento por los años, tal vez por los siglos: una imagen heredada de generación en generación, que debía haber presenciado muchas agonías En otra cueva encontró, en lugar ostensible, una herradura de siete agujeros.
Lo que, como un lirio de noche en una habitación oscura, tuvo en medio de todas estas agonías iluminada el alma de doña Andrea, y le aseguró en su creencia bondadosa en la nobleza de la especie humana, fue que, ya porque en realidad le apenase la suerte de la viuda, ya porque creyera que había de parecer mal, siendo como el don Manuel bien querido, y maestro como ella, que permitieran la salida de sus hijas del colegio por falta de paga, la directora del Instituto de la Merced, el más famoso y rico del país, hizo un día, en un hermoso coche, una visita, que fue muy sonada, a casa de doña Andrea, y allí le dijo magnánimamente, cosa que enseguida vociferó y celebró mucho la prensa, que las tres niñas recibirían en su colegio, si ella no lo mandaba de otro modo, toda su educación, como externas, sin gasto alguno.
Allí sus esperanzas puras de otros tiempos, sus agonías de esposo triste, el desorden de una mente que se escapa, el mar sereno luego, la flora toda americana, ardiente y rica, el encogimiento sombrío del alma infeliz ante la naturaleza hermosa, una como invasión de luz que encendiese la atmósfera, y penetrase por los rincones más negros de la tierra, y a través de las ondas de la mar, a sus cuevas de azul y corales, una como águila herida, con una llaga en el pecho que parecía una rosa, huyendo, a grandes golpes de ala, cielo arriba, con gritos desesperados y estridentes.
Ella levantó la cabeza y fijó en la que así hablaba una mirada hosca, medrosa, que no parecía tener conciencia de la realidad y reflejaba como en dos vidrios profundos todos los asombros y todas las agonías Reconoció al fin a la marquesa de Villasis, y el rostro de la pecadora, rojo de vergüenza por primera vez en su vida, ocultóse en el casto pecho de la mujer fuerte, balbuceando entre sollozos:.
Tardó algún tiempo el enfermo en coordinar sus ideas, y diose al fin cuenta de algo de lo que le estaba pasando: un pensamiento, para él muy pavoroso, acudió el primero a su mente Con voz quebrantada, agonizante, que dejaba, sin embargo, traslucir todas las agonías del terror, las inflexiones de la súplica, las ansias de la incertidumbre, dijo muy bajo:.
Era la convicción última que se revolvía furiosa en las agonías del vencimiento.
¡No temer si le hacen a uno esta o la otra perrería!, no verse en agonías nunca y gozar, gozar, gozar.
¡Que se esté una sacrificada toda la vida para esto! Él no lo sabe, ¿qué ha de saber, si es un tontín? Le ponen el plato delante, ¿y qué sabe las agonías que ha costado ponérselo? Pues si le dijera yo que cada garbanzo, algunos días, tiempo ha, tenía el valor de una perla según lo que costaba traerlo a casa! No sé qué habría sido de mí sin el Sr.
¿Te parece que estas son horas de venir? Y haz el favor, para otra vez, de dejarte en la calle tus agonías y no ponérteme delante con esa cara de viernes, pues bastantes espectáculos tristes tenemos en casa.
Que mi locura, de la que con la ayuda de Dios he sanado, se me cuente como martirio, pues mis extravíos, ¿qué han sido más que la expresión exterior de las horribles agonías de mi alma? Y para que no quede a nadie ni el menor escrúpulo respecto a mi estado de perfecta cordura, declaro que quiero a mi mujer lo mismo que el día en que la conocí, adoro en ella lo ideal, lo eterno, y la veo, no como era, sino tal y como yo la soñaba y la veía en mi alma, la veo adornada de los atributos más hermosos de la divinidad, reflejándose en ella como en un espejo, la adoro, porque no tendríamos medio de sentir el amor de Dios, si Dios no nos lo diera a conocer figurando que sus atributos se transmiten a un ser de nuestra raza.
-¡Señor Omnipotente y Misericordioso: que estas agonías sean en descargo de mis pecados! Mucho padeciste en la cruz, ¿pero y esto, Señor, esto no es cruz, estos no son clavos?, ¿estas no son espinas?, ¿estos no son bofetones y hiel y vinagre? Castigo es este del gran pecado que cometí ocultando a mi señora las travesuras de estas niñas, y las mil picardías que han aprendido sin que nadie se las enseñase, pero por la lanzada que te dieron, Señor, juro que seré leal y fiel con mi querida ama, y que no he de ocultarle ni tanto así de lo que pasa.
Gruesas gotas de sudor, producto de la sofocación causada por la peluca, despintaban su rostro, pero él llevaba con paciencia todas estas agonías, regocijándose de antemano con el éxito de su trágica representación.
Aún las monjas en el convento de Santa Catalina, enteradas de lo que pasaba en su vecindario, hicieron tocar agonías, y en sus fervientes oraciones encomendaron el alma del moribundo a la merced de su munífico creador.
llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,.
A fin de que no continuara el repugnante relato de las agonías de su opresor, y queriendo saber quién era ese mayor Colchao, preguntándole:.
¡Qué situación la de los dos amantes que separan para siempre disensiones de familias, bandos y parcialidades civiles! ¡De dos amantes de los cuales uno se decide a tomar un veneno, creyendo erróneamente muerto al otro! ¡Qué efecto el del descubrimiento de la verdad! ¡Qué posición la de Romeo, expirante en brazos de Julieta, vuelta a la vida desde el sepulcro para ver morir a Romeo, para imprimir en su frente marchita el beso de muerte, para recibir en sus brazos las agonías del amor, para aspirar con sus labios el último aliento de su amante! Esto es lo que no se encuentra en el clásico Racine, esto es lo que sólo es lícito a la sublime osadía de Shakespeare.
¡Pim!: las ansias mortales, las agonías y los votos del gallego y del fabricante de merengues son el alimento del calavera.
¿Comprende usted mi situación moral? ¿Se da usted cuenta de lo que seré yo, después de asistir, velar, medicinar a siete, de presenciar siete agonías, de secar siete veces el sudor de la muerte en las heladas sienes, de recoger siete últimos suspiros que eran el aliento de mi vida propia, y de amortajar siete rígidos cuerpos que habían palpitado de cariño bajo mis besos y mis ternezas? Pues bien: lo acepté todo, ¡todo!, porque me lo enviaba Dios, no me rebelé, y sólo pedí que me dejasen al hijo que me quedaba, al más pequeño, una criatura como un ángel, que, estoy segura de ello, no ha perdido la inocencia bautismal.
Cogiéronle en la corte tiempos azarosos y de peligro por las agonías de la «francesada», y habiéndole salido en Valencia una colocación que pareció a su tío muy de aprovecharse, aceptóla de buena gana.
Los materialmente compasivos y bondadosos sufren al ver dolores y agonías, los más refinados sufren en especial al comprobar los límites de la ciencia, lo nulo del saber, lo fatal de las leyes naturales.
Deduzco yo de todo lo dicho, que en España pudieran, por ahora, salir fallidas las leyes del libre cambio, porque al fin no hay ley ni regla sin excepción, y que, á no ser por otra ley más poderosa, la ley de afinidad europea, que nos hace seguir el movimiento ascendente de toda esta gran república ó confederación de naciones, las agonías que pasamos pudieran convertirse en muerte.
Si hubiéramos de escribir a gusto de ellos, si hubiéramos de tomar su rigidez por valedera y no fingida, y si hubiéramos de ajustar a ella nuestros escritos, tal vez ni las Agonías del tránsito de la muerte, de Venegas, ni los Gritos del infierno, del padre Boneta, serían edificantes modelos que imitar.
Hacia las siete de la noche fue cuando empezaron, a decir verdad, las agonías de Dantés.
Pero ha presenciado tres agonías, ha contemplado tres moribundos, se ha arrodillado junto a tres cadáveres.
-¿Seréis tan cobarde, vos que habéis contado uno a uno los minutos de cuatro agonías? -continuó Villefort con una exaltación que aumentaba a cada instante-.
Narda, que iba dada a Barrabás con la intrusión del indiano, díjola al oído algunas palabras, y las dos aceleraron el paso, de modo que cuando don Gonzalo salió de sus amorosas agonías y quiso continuar la interrumpida declaración, se vio a tres dedos de las espaldas de don Román.
Don Gonzalo creyó ver en estos pormenores y en aquellas palabras, el término inmediato y venturoso de sus tiernas agonías.

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