Ejemplos con afanoso

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pero en el fondo de su carácter no era Fernando ni un fanático religioso ni un príncipe afanoso de guerra.
Le veía inclinado con afanoso interés sobre el padrino doliente, le veía alegrando siempre la sala silenciosa del palacio con el repique sonoro de sus espuelas y la jovial resonancia de su risa saludable, le veía amable y servicial con los pobres del contorno, con los criados de la casa, siempre amoroso y complaciente con ella, la hija del misterio, convertida entonces en reina de un hogar.
Encontré a mi amigo tan afanoso y preocupado dictando órdenes, conferenciando con sus administradores, escuchando las peticiones de una nube de parásitos, que no tuvimos tiempo a dedicar un recuerdo a aquel noble varón que desde hacía pocos días descansaba en la cripta.
Género de político podría llamarse al afanoso remedo de cuanto hacen los preponderantes y los fuertes, los vencedores y los afortunados, género de abdicación servil, como en la que en algunos de los encadenados para siempre a la tortura de la sátira por el libro de Thackeray, hace consumirse tristemente las energías de los ánimos no ayudados por la Naturaleza o la fortuna, en la imitación impotente de los caprichos y las volubilidades de los encumbrados de la sociedad.
Vamos, hija, ¿qué le contesto a ese señor?preguntó afanoso el Leonés.
Y en todas las calles, en todas las casas, en todos los rincones suena el afanoso y sonoro tac-tac del martillo sobre la horma.
Con los ojos clavados en la puerta, esperaba inquieto y afanoso la salida de la familia de Belinchón, que como principal y de las más encopetadas, se retrasaba siempre para no confundirse con la plebe.
La baronesa Fulana iba con el suyo en carruaje, mientras el marido guiaba afanoso los caballos.
¡Oh, qué desconsolado y afanoso aquel día que los cristianos llamaban ! En algunos puntos de la ciudad, tumulto y hervidero de riñas, en otros soledad de cementerio, en todos escombros, restos del pillaje, sangre, lodo y basura.
Cuando la tempestad sorprende al pájaro que se aleja del nido, el ave lucha con la tormenta, aleteando por recobrarlo, cuando el niño que rompe a andar cae y se lastima, busca afanoso el regazo de su madre, cuando el hombre abandona la mujer que le quiere, y sufre desengaños, torna a ella, y en sus brazos se arroja: Lázaro no tenía nido, ni regazo, ni brazos a que acogerse, llevaba, como una doble maldición, la duda en la frente y el amor en el alma.
Fadrique en afanoso soliloquio, en que volvía cien y cien veces a repetirse lo mismo.
-¿Pero Lobo ha desaparecido también? -pregunté con afanoso interés-.
No todos los tahures, para vergüenza nuestra sea dicho, eran del sexo fuerte, hombres ya maduros, ni de la clase lega, que en el grupo apiñado y afanoso de los que arriesgaban a la suerte de una carta, quizás el sustento de su familia el día siguiente, o el honor de la esposa, de la hija o de la hermana, podía echarse de ver una dama más ocupada del albur que de su propio decoro, o un mozo todavía imberbe, o un fraile mercenario en sus hábitos de estameña color de pajuela, con el sombrero de ala ancha encasquetado, las cuentas del largo rosario entre el índice y el pulgar de la mano izquierda, y la derecha ocupada en colocar la moneda de oro o plata en el punto que más se daba, perdiendo o ganando siempre con la misma serenidad de ánimo que de semblante.
No se cuidaba de eso, antes se llevaba a la boca por un extremo el trozo de caña y le chupaba afanoso, sin dejar de animar a los bueyes con voces descompasadas y repetidos pinchazos hasta sacarles sangre: puede ser en desquite por la que el boyero hacía saltar de sus espaldas con la pita, o llámese punta, del terrible látigo.
Pero ¿qué pasaba por allá abajo? ¿Sería aquélla la morada siquiera de la paz? ¿Habría dicha para el blanco, reposo y contentamiento alguna vez en su vida para el negro, en un país insalubre y donde el trabajo recio e incesante se imponía como un castigo y no como un deber del hombre en sociedad? ¿A qué aspiraba ni qué podía esperar tanto ser afanoso cuando pasado el día y venida la noche se entregaba al sueño que Dios, en su santa merced, concede a la más miserable de sus criaturas? ¿Ganaba alguno, entre tanto trabajador, el pan libre y honradamente para sostener una familia virtuosa y cristiana? Aquellas fincas colosales que representaban la mayor riqueza en el país, ¿eran los signos del contento y de los puros placeres de sus dueños? ¿Habría dicha, tranquilidad de espíritu para quienes a sabiendas cristalizaban el jugo de la caña-miel con la sangre de millares de esclavos?.
Con este afanoso trabajar, desaparecían una tras otra las pilas de caña, especie de murallas verdes, que al principio circunvalaban casi la casa de ingenio, de suerte que la corriente del guarapo en la canal de madera hacía el mismo murmurio que un arroyuelo ordinario.
De lo que huyo, repito, como de la peste, es de que me clasifiquen, y quiero morirme oyendo preguntar de mí a los holgazanes de espíritu que se paren alguna vez a oírme: «Y este señor, ¿qué es?» Los liberales o progresistas tontos me tendrán por reaccionario y acaso por místico, sin saber, por supuesto, lo que esto quiere decir, y los conservadores y reaccionarios tontos me tendrán por una especie de anarquista espiritual, y unos y otros, por un pobre señor afanoso de singularizarse y de pasar por original y cuya cabeza es una olla de grillos.
Por listo y afanoso que anduvo, mientras arregló ''la ceba'' de las novillas para cuando se las recogieran por la noche, y se puso la ropa nueva, y se calzó las alpargatas, y guardó las escasas provisiones de boca en el arcón de la harina, y metió ''a subio'' la leña que tenía en el corral, y volvió a dejar la llave de la casa en la de su señora, ya era por filo más de media tarde.
Buscaba afanoso cartas, flores, retratos, recuerdos.
Muchas veces, acodado en el ventanal, punto menos que tocando con sus dedos la jaula, seguía el trajín afanoso de sus cautivos y el trabajo de sus mantenedores.
Nieves, que había estado con la mirada fija en Leto, sin perder una palabra, ni un movimiento, ni un ademán del complaciente muchacho en su afanoso ir y venir, cuando le tuvo delante, a pie firme y en silencio pidiéndola una respuesta, se la dio en una sonrisa muy triste, pero muy dulce.
Exasperado, afanoso de desbaratar la inicua trama, Cleto, mientras iba viviendo de milagro, empeñando ropa, procuraba reunirse con actores, colarse entre bastidores, arrimarse al teatro, su vocación -ya no le cabía duda-.
Nicolás acababa de comprar un periódico y leía afanoso la cotización de la Bolsa de París a la luz de la farola, Fausto, en otro diario, buscaba con mano febril un artículo sobre su último libro.
Y la novia -que harto sacrificio había realizado al prescindir de su libertad de mujer independiente casándose con un hombre prosaico y opulento- andaba un poco distraída, y en el puente del buque, de noche, gustaba de aislarse, de contemplar a solas las estrellas sobre el cielo turquí del Mediodía, y rechazaba el brazo conyugal, afanoso de ceñirse a su talle.
A las once y media de esa noche se encontraba el Ministro muy afanoso consultando enciclopedias, a causa de haberse embarullado en un capítulo de la Memoria que estaba concluyendo para presentar al Congreso.
Tenía el aliento afanoso, conmovida la voz, las manos le temblaban.
¿Nadie había estado, no había llegado carta para él? Como caballo que busca de qué espantarse, subió Genaro la escalera y allá arriba, entre las cuatro paredes de su mismo cuarto, sobrecogido aún de terror, entrecortado el resuello y afanoso, miró, buscó, registró bajo el sofá, bajo la cama, tras de la puerta, en los rincones, palpó la ropa colgada de las perchas del armario.
Hasta allí, el diálogo, aunque muy malicioso e intencionado, era soportable para el que le escuchaba afanoso detrás de la cortina, pero bien pronto salió a relucir el nombre de Isabel con todas sus letras, y entonces sintió Ramón una cosa dentro de sí con la cual no contaba.
:Hemos dejado la cena, y, encogido el corazón por la negra angostura de la escalerilla de madera hemos subido, en alborotado silencio afanoso, a la azotea.
Así vemos que afanoso busca un amor, lo consigue, forma un hogar cariñoso y respetado.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba