Ejemplos con afanada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los relatos de corte sagrado dejados por los ancestros y que sobrevivieron a la implantación de la cultura española evidencian una cosmología variada y la búsqueda afanada del hombre americano ancestral por encontrar el sentido a la existencia.
Apenas pude ver a Nieves un instante: toda la servidumbre estaba muy afanada en disponer las habitaciones para la Reina doña María Victoria, que no tardaría en venir a estos reinos.
Gracias doy a Dios -nos dijo una mañana la santa señora, viendo a mi mujer muy afanada en escribir los listines de limosnas-, por este favor inmenso de veros socorrer delante de mí tanta miseria, y os juro que no gozaría más si lo hiciera yo misma con mi hacienda propia.
Halló Vicente a Eufrasia muy afanada en meter en un maletín diferentes objetos de su uso, ropa interior, pañuelos y alhajas, y apartándole las manos de aquel trajín, le dijo: Mira bien lo que haces, Frasia, y no seas mala hija ni mala hermana, repara que en tu familia no hubo jamás afrenta, y con la que tú traes ahora matarías de vergüenza a tus señores padres.
Currita y Butrón se miraron un momento en el apartado rinconcito, como invitándose a hablar mutuamente, y ella, viendo que el respetable diplomático no daba luz ninguna, púsose muy afanada a sacar sus hilas, y comenzó a confiarle sus pesares domésticos Fernandito andaba muy mal y le inspiraba su salud serios cuidados, su falta de memoria llegaba ya al punto de habérsele olvidado días atrás que había comido, y armar una pelotera terrible, queriendo por segunda vez sentarse a la mesa Sánchez Ocaña y Letamendi le habían reconocido, y ambos opinaban que era aquello un principio de reblandecimiento cerebral que le llevaría lentamente a la sepultura.
Fortunata no necesitó más, y fue a la otra casa, donde encontró a la comandanta muy afanada, porque no era un almuerzo, sino tres los que tenía que preparar, el de Juan Antonio y el de dos obreros más, cuyas respectivas mujeres se habían ido ya para la fábrica, dejándole aquel encargo.
Dentro de su casa es una afanada hormiga: en la calle, o cuando recibe la visita de un forastero, no habla sino lo más preciso, no sonríe ni por casualidad, desea perderos de vista, demuestra una misantropía horrorosa.
Conociendo ella bien las entradas y salidas, no tocó en ninguna puerta, sino que pasó de la calle al cuarto de su amiga, a quien sorprendió muy afanada cosiendo una pieza de sastrería, delante de una mesita de pino, a la luz dudosa de una vela de sebo de Flandes en un candelero de hoja de lata.
hasta con clavos «trabaderos» y cuanto habíamos podido haber a las manos en una mechinal de la bodega en que acumulaba Chisco las reservas de esta especie, lo que la diligente y afanada nieta del gigantón de la Castañalera nos iba alargando con sus manitas primorosas, de lo desparramado por el suelo.
Muy distraída o muy afanada debía de andar Garuda, cuando no se mostraba en la margen de la laguna a donde Poldy iba a buscarla de diario.
E por esto dixeron que matava los omnes, es a saber çevilmente quitándoles las e los substançias e averes e, finalmente, la manera de bevir, e más de la carne de aquéllos, es a saber de sus averes criava sus cavallos de mal justo, sin pagar la su vianda nin averla afanada.
A Guzmán le gustaba mucho ver a la marquesa tan afanada en aquel esmero de policía doméstica.
Mas todo en vano, que el destino fatal de Corinto era, señores, que le viniera el azote de la casa de Eceion: porque Labda iba entretanto escuchando detrás de la puerta todo aquel discurso de muerte, y recelando luego que mudando de parecer y entrando segunda vez le matasen la infeliz criatura, tórnala solicita, y va afanada a esconderla donde se le ofrece que nadie lo había de sospechar, que fue bajo un celemín, bien persuadida que vueltos los diez nobles sayones no dejarían sin duda arca, ni rincón, ni escondrijo que registrar.
La señora Magloire era una viejecilla blanca, gorda, siempre afanada y siempre sofocada, tanto a causa de su actividad como de su asma.
Rosita se presentó en casa de su amiga naturalmente mucho después de la hora convenida, pues, siempre estaba afanada y jamás llegaba a tiempo a parte alguna.
«Gracias doy a Dios -nos dijo una mañana la santa señora, viendo a mi mujer muy afanada en escribir los listines de limosnas-, por este favor inmenso de veros socorrer delante de mí tanta miseria, y os juro que no gozaría más si lo hiciera yo misma con mi hacienda propia.
No se puede andar por las calles, porque se triplica en ellas el tránsito de la gente afanada, que va y viene aprisa.
Al mirarla, afanada, despidiendo de sus dientes y coyunturas un sudor negro y craso, sentía que se le comunicaba el vértigo de ella, y por momentos se suponía también compuesto de piezas de hierro que marchaban a su objeto con la precisión fatal de la Mecánica.
Si está muy afanada, ayúdale a lavar la ropa.
Se recreaba oyendo como resonaban sus propias carcajadas dentro de aquella rústica sala, con anchísimo hogar de leña ardiendo, poblado el techo de chorizos y morcillas, y viendo entrar y salir muy afanada a una guapísima y fresca señora.
Allí estaba doña Saturna, afanada con tanto tráfago.

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