Ejemplos con afana

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Jin se afana por alcanzar a comprar un oso panda de peluche.
No obstante, Gilbertus se siente inmediatamente interesado en la joven, interés que el robot se afana en estudiar.
Observo con gusto que mi Donata se afana desde hoy por ayudar a su prima en los trajines domésticos.
-Un ángel soy, no vacilo en decirlo, en todo eso que a usted tanto le afana.
El caballero se aventura, pues, y se afana interesadamente, esperando galardón, pero, supuesto el caso extraño de que no le esperase, ya no podría equipararse con el cristiano caritativo, en quien jamás ha de suponerse que la esperanza fallezca.
Sé bien que el amor, el verdadero amor, es tímido y pudoroso, que no gusta de revelar secretos, que se afana por vivir escondido.
En pos de esa noble dignidad corren todas las almas levantadas, alto el pensamiento, alto el corazón: el estudiante que se afana por conquistarse digno puesto en la sociedad, el mercader que gasta en el trabajo los años mejores de la vida, el menestral que lucha por conseguir vida independiente.
¿No sabéis también cuánto se afana el infante don Juan porque los templarios sufran aquí la misma suerte que en Francia? Harto justos son mis temores.
Quien se afana en ser rico no es prudente:.
Hasta el egoísmo se afana por ellos sin darse cuenta de sus recelos.
Y de la hormiga, que en guardar se afana,.
Por eso aquel ''incrédulo'' sacerdote de la moderna emancipación, se afana en arrancar de un corazón virgen las últimas sagradas raíces de la fe, y cuando le han sumido en la desesperación de la duda, en la oscuridad del caos, protesta, en nombre de la Humanidad, contra el fanatismo, y evoca a Dios y a la pureza del alma.
Regla continúa cuidándole, pero desde que adquirió la certeza de que no es ella sola la que impera en aquel montón de ruinas, falta en sus cuidados el primor, cumple con su deber, pero no se afana como antes por anticiparse a los deseos de su amo.
En uno, la joven América, vestida a la europea, se afana porque le comprenda su teoría sobre la comenencia de la infusión de razas, un jurisconsulto de gran volumen, que, olvidando la severidad del Digesto, y sin negar al indiano la oportunidad de su descurso, acaba por hacerle creer que Bezana se llamó Bucefalonia en tiempo de los romanos.
Acude el segundo y también se afana por hacer lumbre.
-Sí -contestó aquél haciendo con delicadeza los honores de la cena-, sí, es un pobre diablo que me quiere mucho y se afana por agradarme.
En la recaída tiene a este hombre a su lado, que se afana por entretenerla, que la aconseja bien y lleva sus miramientos y delicadezas al extremo de olvidar, o de aparentar que olvida, que hay entre ambos un duelo galante convenido y aun comenzado.
:¡Qué encanto el de la azotea! Las campanas de la torre están sonando en nuestro pecho, al nivel de nuestro corazón, que late fuerte, se ven brillar, lejos en las viñas, los azadones, con una chispa de plata y sol, se domina todo: las otras azoteas, los corrales, donde la gente, olvidada, se afana, cada uno en lo suyo -el sillero, el pintor, el tonelero-, las manchas de arbolado de los corralones, con el toro o la cabra, el cementerio, adonde a veces llega, pequeñito, apretado y negro, un inadvertido entierro de tercera, ventanas con una muchacha en camisa que se peina, descuidada, cantando, el río, con un barco que no acaba de entrar, graneros, donde un músico solitario ensaya el cornetín, o donde el amor violento hace, redondo, ciego y cerrado, de las suyas.
Más que el arrendatario, para pagar al dueño del campo, más que el peón, para ganarse la vida, más que el siervo, bajo el látigo del amo, trabaja y se afana.
Porque el que allega mucho y gasta poco ya no es desprendido, pues, o se afana por recoger lo que no apetece, y en este caso es necio, o por recoger lo que apetece y de lo que no se atreve a hacer uso por avaricia, y en este caso es infeliz.
¡Oh, cuánto el hombre por brillar se afana!,.
Mi hermano Agustín, que tan hondamente se afana por el porvenir de esta Nación, no dejaba de expresar sus temores: «¡Pero el Régimen, Señor.
Baudelaire asusta, entristece, horroriza si se quiere, pero no inspira la desesperación nihilista de tantos y tantos poetas modernos que, por uno u otro camino, llegan a esa región de la estética que llamaba antes el agnosticismo poético, donde podrá haber a veces una ráfaga de íntima dulcísima ternura, que refresque un punto el alma ahogada de sed, pero donde lo constante es el tormento inefable de una conciencia que fisiológicamente no busca su muerte y que se afana por entrar en la nada a fuerza de reconcentrarse en sí misma.
«¿qué más tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?.
en sólo un pensamiento ¡oh Dios! se afana.
un hijo tiene derecho a pedir noticias de su origen, de su familia, y sobre todo de sus padres, y yo, como ya he dicho, desconozco mi estirpe y mi propio origen: estoy solo, abandonado como un pobre paria en el mundo, mi espada se afana inútilmente por conquistar un nombre, aunque fuera a costa de mi sangre, pero ensordecen los hombres, enmudece todo como el desierto, y mientras tanto mi alma se funde en el crisol de la vergüenza y del oprobio.
No, al contrario, la América se afana tras del mismo sistema de libertad y de perfeccion que rije en los Estados.
Aquí tenéis, mi querido Cebes y mi amado Simmias, el motivo por el cual los verdaderos filósofos renuncian a todos los deseos del cuerpo, se dominan y no se entregan a sus pasiones, y no temen la pobreza ni la ruina de su casa como el pueblo que se afana por las riquezas, ni la ignominia ni el oprobio como los que aman los honores y las dignidades.

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