Ejemplos con afable

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El amo de Platero trató ,- hablarme afable.
Yo le sonreía y le hablaba afable.
Pero, lejos de ser un personaje siniestro, don Recaredo era todo lo contrario: afable, hospitalario y benévolo como pocos.
Pero don Simón, al mostrarse afable y complacido en la , sólo reía con la cara.
Entre seria y afable, que el alma de cántaro aquel debió de quedarse cortado.
Ésta se abrió como por obra de un conjuro, y el diplomático de blancas patillas se presentó afable y serio, ofreciendo el brazo.
Hablaba afable cual nunca, y Lucía se aplacó, como las crespas olas al cubrirlas capa de aceite.
Así suele suceder todas las semanascontestó Artegui con afable burla.
¡El billete, señora! ¡Su billete de usted!seguía gritándole el empleado, con no muy afable tono.
Vio Lucía sin disgusto al cortés y afable Miranda, y reparó con pueril curiosidad el aseo de su persona, su calzado pulcro, sus níveos cuellos, los caprichosos dijes de su reloj y corbata: que toda mujer, compréndalo o no, se paga de exterioridades y menudencias por este estilo.
Si le quiero tanto, es porque usted es sencillo y afable.
Así, pues, doña Luz se esforzó, aunque en balde, por estar como siempre de afable y cariñosa con el P.
, todo le parece lo mismo: la mujer del alcalde es igual a una emperatriz o reina, la del escribano equivale a la duquesa más en moda en Madrid, y el majo Fulanito se le antoja más brioso, y gallardo, buen jinete, seductor, afable y ameno, que el más perfecto de cuantos ha conocido.
Afable con todos, cortés y comedido con cuantos le trataban, era, sin embargo, enemigo de andar en reuniones y corrillos, y tal vez por eso se pasaba en Santa Clara buena parte del año, y cuando residía en Villaverde no concurría a la tertulia de don Procopio ni al tresillo de mi querido amigo Quintín Porras.
Al concluir el alegre desayuno, cuando me levantaba yo ahito de pasteles, mi tía Pepa, entre afable y severa, me detuvo diciendo:.
Siempre fué adusta y severa, jamás lisonjeaba, nunca tenía una frase dulce y afable.
Siempre agria e intolerante conmigo hasta que dejé la casa paterna, hoy, acaso fuera por los sufrimientos de la enfermedad, se mostraba dulce, afable, tierna.
En ocasiones pensé: ¿si estaré enamorado? No, hasta entonces aquello era una amistad afable, un afecto sencillo que mi tía Pepa fomentaba a todas horas.
Los primeros días me le encontraba yo en la esquina, y pasaba sin saludarme, después solía decirme, entre afable y sereno: ¡Adiós, joven! Más tarde, cuando conversé con él en el despacho, se mostró conmigo cariñoso y sincero.
Linillaasí la llamé en lo de adelanteno volvió a tocar el punto, y siempre se mostró conmigo afable y satisfecha.
Visité a don Román, el cual se mostró muy afable y cariñoso con su discípulo.
Procuré portarme de la misma manera, correspondiendo así a la reservada actitud de la doncella, pero el trato diario en la mesa, en la tertulia, en el paseo y en las horas de descanso nos acercó poco a poco, y pronto hubo entre los dos cierta confianza decorosa y afable de la cual nació una amistad placentera y cordial.
Fino, afable, cortés, jovial, sin llanezas ni bromas de mal gusto, de fácil palabra y amena conversación, el P.
La compasión venció a la delincuente y se mostró tan afable aquella tarde y noche, que Maximiliano hubo de tranquilizarse.
El tal era Cándido Samaniego, hombre medio curial y medio negociante, en su trato afable, en sus negocios duro.
León Pintado tenía que vivir de aquello, lo oía seriamente, y hacía que tomaba muy en consideración aquellos pecados tan superfirolíticos que no había cristiano que los comprendiera Y la monja se ponía muy compungida, diciendo que no lo volvería a hacer, y él, que era muy tuno, decía que sí, que era preciso tener cuidado para otra vez, y que patatín y que patatán Tal era Sor Facunda, dama ilustre de la más alta aristocracia, que dejó riquezas y posición por meterse en aquella vida, mujer pequeñita, no bien parecida, afable y cariñosa, muy aficionada a hacerse querer de las jóvenes.
Con su mujer mostrábase siempre afable y atento, pero frío, y a veces un tanto desdeñoso.
Dejando a un lado las bromas, conviene decir que era el marqués persona apreciabilísima, muy corriente, muy afable en su trato, excelente para su familia y amigos.
No se atrevía a hablar a su mujer de lo ocurrido, y esta, que era la misma prudencia, además de no decir una palabra, mostrábase tan afable y cariñosa como de costumbre.
Pasada aquella hora, desaparecía de su rostro rossiniano la seriedad tétrica que en la iglesia tenía, y volvía a ser el hombre afable, locuaz y ameno de las tertulias de tienda.

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