Ejemplos con advertido

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sufriendo del Sarcoma de Kaposi, y después de ser advertido médicamente de que podría contagiar un virus sexual, Dugas rechazó parar de tener sexo sin protección infectando así a numerosas personas.
Más aún, verdaderamente, el Señor dice ante ti: Como consecuencia de males y diseños, los cuales existirán en los corazones de los hombres de los últimos días, te he advertido, y sobre advertido, dandote esta palabra de sabiduría por medio de revelación.
No mostró sorpresa el Conde cuando días más tarde después de venir de una cacería y estar cansado, su madre le trajo algo de beber y este advertido del peligro, hizo que bebiera primero su madre, sopena de atravesarla con su espada sino lo hacía.
Como estos distorsionan su imagen, Bender no los acepta y es advertido de que podría estallar en cualquier momento.
En los apóstrofes y denuestos de Xuantipa, aunque muy veladas, siempre latían, como se habrá advertido, venenosas alusiones a este asunto.
Este, que había advertido su plática, por dos veces levantó los párpados para mirarles de aquel modo frío, distraído, que por no expresar nada, ni desdén siquiera, era el colmo del orgullo.
Este afán, mejor dicho, esta pasión por la prensa, no era platónico como ya hemos advertido.
Otras exclamaban de pronto: ¡Y cuando tengas un niño! Entonces la novia sentía un vuelco gratísimo en el corazón, sus manos temblaban y echaba una rápida mirada a las costureras temiendo que hubiesen advertido su emoción.
Si el venerable Marcones tuviese en aquel momento cabales sus facultades de observación, hubiese advertido acaso en la mano de la autoridad cierta tendencia muy determinada al movimiento convulsivo.
Tal vez los de abajo se quejaban, tal vez , advertido como atandador , rondaba por las inmediaciones, indignado por el insolente ataque a la ley.
El Padre tenía el don raro y funesto de ver en el fondo de los corazones, y veía en el de doña Luz, y ya, advertido por el desengaño, conocía el ningún valor amoroso que todas aquellas demostraciones tenían.
A Izquierdo le vibró el corazón, y este movimiento del ánimo fue tan claramente advertido por Guillermina, que se echó a reír, y tocándole la rodilla con la mano, repitió:.
La niña calló repentinamente, sin duda por haberle advertido el criado que estaba allí Manuel, o por haberle ella visto en aquel instante.
Caballerito, doy a usted las gracias por haberme advertido los ruines propósitos de esos palurdos más malos que Caco.
Dígame ahora el que se tuviere por mas discreto y recatado: ¿qué mas prevenciones para su seguridad podia haber hecho el anciano Felipe, pues aun no consintió que dentro de su casa hubiese algun animal que fuese varon? Á los ratones della jamas los persiguió gato, ni en ella se oyó ladrido de perro, todos eran del género femenino: de dia pensaba, y de noche no dormia: él era la ronda y centinela de su casa, y el Argos de lo que bien queria: jamas entró hombre de la puerta adentro del patio: con sus amigos negociaba en la calle: las figuras de los paños que sus salas y cuadros adornaban, todas eran hembras, flores y boscajes: toda su casa olia a honestidad, recogimiento y recato, aun hasta en las consejas, que en las largas noches del invierno en la chimenea sus criadas contaban, por estar él presente en ninguna ningun género de lascivia se descubria: la plata de las canas del viejo a los ojos de Leonora parecian cabellos de oro puro, porque el amor primero que las doncellas tienen se les imprime en el alma, como el sello en la cera: su demasiada guarda le parecia advertido recato: pensaba y creia que lo que ella pasaba, pasaban todas las recien casadas: no se desmandaban sus pensamientos a salir de las paredes de su casa, ni su voluntad deseaba otra cosa mas de aquella que la de su marido queria: solo los dias que iba a misa veia las calles, y esto era tan de mañana, que si no era al volver de la iglesia, no habia luz para mirallas.
Fuéronse las criadas, y ella acudió a la sala a persuadir a Leonora acudiese a la voluntad de Loaysa, con una larga y tan concertada arenga, que pareció que de muchos dias la tenia estudiada: encarecióle su gentileza, su valor, su donaire y sus muchas gracias: pintóle de cuánto mas gusto le serian los abrazos del amante mozo, que los del marido viejo, asegurándole el secreto y la duracion del deleite, con otras cosas semejantes a estas, que el demonio le puso en la lengua, llenas de colores retóricos, tan demostrativos y eficaces, que movieran, no solo el corazon tierno y poco advertido de la simple é incauta Leonora, sino el de un endurecido mármol.
—Señora tia, no se canse ni me canse en alargar y proseguir su arenga, que ya me tiene quebrada la cabeza con las muchas veces que me ha predicado y advertido de lo que me conviene y tengo de hacer, no quiera ahora de nuevo volvérmela a quebrar.
Después desto, cuenta la historia que se llegó el día de la batalla aplazada, y, habiendo el duque una y muy muchas veces advertido a su lacayo Tosilos cómo se había de avenir con don Quijote para vencerle sin matarle ni herirle, ordenó que se quitasen los hierros a las lanzas, diciendo a don Quijote que no permitía la cristiandad, de que él se preciaba, que aquella batalla fuese con tanto riesgo y peligro de las vidas, y que se contentase con que le daba campo franco en su tierra, puesto que iba contra el decreto del Santo Concilio, que prohíbe los tales desafíos, y no quisiese llevar por todo rigor aquel trance tan fuerte.
Venía el valeroso combatiente bien informado del duque su señor de cómo se había de portar con el valeroso don Quijote de la Mancha, advertido que en ninguna manera le matase, sino que procurase huir el primer encuentro por escusar el peligro de su muerte, que estaba cierto si de lleno en lleno le encontrase.
Ahora bien, yo callaré, pero no dejaré de andar advertido de aquí adelante, a ver si descubre otra señal que confirme o desfaga mi sospecha.
Así que, señor mío, vuestra bondad vuelva la honra al padre que me engendró, y téngale por hombre advertido y prudente, pues con su ciencia halló camino tan fácil y tan verdadero para remediar mi desgracia, que yo creo que si por vos, señor, no fuera, jamás acertara a tener la ventura que tengo, y en esto digo tanta verdad como son buenos testigos della los más destos señores que están presentes.
¡Desdichado y mal advertido de ti, Anselmo! ¿Qué es lo que haces? ¿Qué es lo que trazas? ¿Qué es lo que ordenas? Mira que haces contra ti mismo, trazando tu deshonra y ordenando tu perdición.
También decía Lotario que tenían necesidad los casados de tener cada uno algún amigo que le advirtiese de los descuidos que en su proceder hiciese, porque suele acontecer que con el mucho amor que el marido a la mujer tiene, o no le advierte o no le dice, por no enojalla, que haga o deje de hacer algunas cosas, que el hacellas o no, le sería de honra o de vituperio, de lo cual, siendo del amigo advertido, fácilmente pondría remedio en todo.
Tal podría correr el dado dijo don Quijote que todo lo que dices viniese a ser verdad, y perdona lo pasado, pues eres discreto y sabes que los primeros movimientos no son en mano del hombre, y está advertido de aquí adelante en una cosa, para que te abstengas y reportes en el hablar demasiado conmigo, que en cuantos libros de caballerías he leído, que son infinitos, jamás he hallado que ningún escudero hablase tanto con su señor como tú con el tuyo.
Por lo cual, Sancho Panza, conviene que estés advertido en esto que ahora te diré, porque importa mucho a la salud de entrambos, y es que, cuando veas que semejante canalla nos hace algún agravio, no aguardes a que yo ponga mano al espada para ellos, porque no lo haré en ninguna manera, sino pon tú mano a tu espada y castígalos muy a tu sabor, que si en su ayuda y defensa acudieren caballeros, yo te sabré defender y ofendellos con todo mi poder, que ya habrás visto por mil señales y experiencias hasta adónde se estiende el valor de este mi fuerte brazo.
Advertido y medroso desto el castellano, trujo luego un libro donde asentaba la paja y cebada que daba a los arrieros, y con un cabo de vela que le traía un muchacho, y con las dos ya dichas doncellas, se vino adonde don Quijote estaba, al cual mandó hincar de rodillas, y, leyendo en su manual, como que decía alguna devota oración, en mitad de la leyenda alzó la mano y diole sobre el cuello un buen golpe, y tras él, con su mesma espada, un gentil espaldazaro, siempre murmurando entre dientes, como que rezaba.
Dígolo porque esté advertido que mientras nuestros dueños riñeren, nosotros también hemos de pelear y hacernos astillas.
A lo cual respondería yo que este fin se conseguiría mucho mejor, sin comparación alguna, con las comedias buenas que con las no tales, porque, de haber oído la comedia artificiosa y bien ordenada, saldría el oyente alegre con las burlas, enseñado con las veras, admirado de los sucesos, discreto con las razones, advertido con los embustes, sagaz con los ejemplos, airado contra el vicio y enamorado de la virtud, que todos estos afectos ha de despertar la buena comedia en el ánimo del que la escuchare, por rústico y torpe que sea, y de toda imposibilidad es imposible dejar de alegrar y entretener, satisfacer y contentar, la comedia que todas estas partes tuviere mucho más que aquella que careciere dellas, como por la mayor parte carecen estas que de ordinario agora se representan.
Y así, determinamos de ponernos en las manos de Dios y en las del renegado, y en aquel mismo punto se le respondió a Zoraida, diciéndole que haríamos todo cuanto nos aconsejaba, porque lo había advertido tan bien como si Lela Marién se lo hubiera dicho, y que en ella sola estaba dilatar aquel negocio, o ponello luego por obra.

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