Ejemplos con adversario

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Su adversario le tocaba al primer tiro y él caía al suelo.
Un hombre como aquel, adversario de todo lo existente y que no tenía nada material que defender, marchaba a la guerra, a la muerte, por un ideal generoso y lejano, por evitar que la humanidad del porvenir conociese los horrores actuales.
El adversario era fusilado aunque no tuviese armas, el prisionero moría a culatazos, las poblaciones civiles emprendían en masa el camino de Alemania, como los cautivos de otros siglos.
Describía los terribles jinetes de galope vertiginoso, impalpables como fantasmas, y tan terribles en su cólera, que el adversario no podía mirarlos de frente.
La consideración de las grandes carestías sufridas por el adversario espoleaban su apetito, dándole una capacidad monstruosa.
Su padre aceptaba con gestos de tristeza las noticias de ciertos amigos que se imaginaban halagar su vanidad haciéndole el relato de encuentros caballerescos en los que su primogénito rasgaba siempre la piel del adversario.
Madariaga se defendía a latigazos, convencido de que iba a recibir de un momento a otro la cuchillada mortal, cuando llegó el francés y sacando su revólver dominó y desarmó al adversario.
Este adversario no es más temible que los otros.
En adelante, miró a su hijo como un adversario que necesitaba vencer, tratándolo durante sus rápidas apariciones en la avenida Víctor Hugo con glacial cortesía, lo mismo que a un extraño.
Amargo la vida de los hombres cuando no me interesan, soy su adversario, los odio, y huyen de mí.
Claro está que aquel jaque fiero, que espada en mano se arroja sobre su adversario, va a partirle el corazón de una buena estocada.
Sardiola, entretanto, metiendo la mano en el bolsillo de su chaleco, sacó una mediana faca, de picar tabaco sin duda, y la arrojó a los pies de su adversario.
Gonzalo avanzó precipitadamente, hasta ponerse a dos pasos de su adversario.
Sólo indicó que hubiera deseado que fuese a sable: tendría gusto en hallarse más cerca de su adversario.
A veces buscando el desquite, perdía dos y tres que iba entregando uno a uno a su adversario en los días sucesivos.
Alvaro Peña se levanta exaltado a su vez, ardiendo en noble deseo de llevar el convencimiento a su adversario, y se entabla una contienda furiosa, descomunal, que dura cerca de una hora, en la que toman parte todos o casi todos los socios de aquella ilustre reunión de notables.
Yo no quisiera llevar ventaja alguna a mi adversario.
Al cabo, Villar se arrojó a levantarlo para herir en la cabeza a su adversario Pero ¡ca! don Rosendo dió un salto tan prodigioso hacia atrás, que los testigos se miraron unos a otros llenos de asombro.
No los llamaba para convidarlos a la deserción, no, les advertía el noble propósito de la lucha, y antes de comenzarla, él, el más débil, el que solo contaba con su esfuerzo, el que bien se daba cuenta de lo áspera y difícil que iba a resultar, en el momento en que el encono es más natural en el espíritu del hombre, proclamaba un ideal de fraternidad para con el adversario y de antemano quería asegurar para un mañana más o menos incierto, pero en el cual él tenía mucha fe, un programa de perdón, de ausencia total de rencores, de olvido de la lucha misma.
Sentía el herido a un mismo tiempo el impulso de la curiosidad y el miedo a ver demasiado, pero al fin volvió lentamente los ojos hacia la casa de su adversario.
Chorreando barro y agua, salió de la acequia, subió la pendiente por el mismo sitio que su adversario, pero al llegar arriba no le vió.
Mas era hombre capaz en sus rencores de comprender y practicar aquella venganza de los chinos, que consiste en ahorcarse a la puerta de su adversario para atraer sobre él la cólera celeste y el odio de los ciudadanos, lleno, pues, de saña, rechazó con altivez la oferta, y creyendo alcanzar por sus propias fuerzas lo que de grado no le habían querido dar, alistóse de nuevo entre sus antiguos amigos los revolucionarios aún no resellados, que capitaneaba a la sazón el excelentísimo Martínez y prometían formar una oposición formidable el día en que se decidieran a reconocer la monarquía de Alfonso XII.
Si esto pensaba el adversario y el incrédulo, ¿qué no pensarían los creyentes, los que profesaban las mismas ideas, aquellos en cuyo favor el P.
Sabía ese lance de mi padredijo doña Luz, pero ignoraba quien fue su adversario y la causa del lance.
Vuestra coqueta querida se convenció de que érais un adversario indigno de ella, y sonrió con desprecio.
En cambio Trampeta, si justificando su apodo no desdeñaba los enredos jurídicos, solía proceder con más precipitación y violencia que Barbacana, asegurando la retirada menos hábilmente, así es que su adversario le tuvo varias veces cogido entre puertas, y por punto no le aniquiló.
Dicen algunos maliciosos que el secreto del triunfo del cacique liberal está en que su adversario, hoy canovista, se encuentra ya extremadamente viejo y achacoso, habiendo perdido mucha parte de sus bríos e indómito al par que traicionero carácter.
¡Qué dirían el señor Arcipreste y el abad de Boán! ¿Y Barbacana? Ahora sí que Barbacana estaba fresco: su eterno adversario Trampeta, amigo de los unionistas, se le montaría encima por los siglos de los siglos, amén.
—Pues de aquí adelante, respondió Monipodio, quiero y es mi voluntad que vos, Rincon, os llameis Rinconete, y vos, Cortado, Cortadillo, que son nombres que asientan como de molde a vuestra edad y a nuestras ordenanzas, debajo de las cuales cae tener necesidad de saber el nombre de los padres de nuestros cofrades, porque tenemos de costumbre de hacer decir cada año ciertas misas por las ánimas de nuestros difuntos y bienhechores, sacando el estupendo para la limosna de quien las dice, de alguna parte de lo que se garbea, y estas tales misas, así dichas como pagadas, dicen que aprovechan a las tales ánimas por via de naufragio: y caen debajo de nuestros bienhechores el procurador que nos defiende, el guro que nos avisa, el verdugo que nos tiene lástima, el que cuando alguno de nosotros va huyendo por la calle, y detras le van dando voces: al ladron, al ladron, deténganle, deténganle, uno se pone en medio, y se opone al raudal de los que le siguen, diciendo: déjenle al cuitado, que harta mala ventura lleva, allá se lo haya, castíguele su pecado, son tambien bienhechoras nuestras las socorridas, que de su sudor nos socorren así en la trena como en las guras, y tambien lo son nuestros padres y madres que nos echan al mundo, y el escribano que si anda de buena, no hay delito que sea culpa, ni culpa a quien se dé mucha pena, y por todos estos que he dicho, hace nuestra hermandad cada año su adversario con la mayor popa y soledad que podemos.

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