Ejemplos con adormeciendo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los negros candomberos lo fumaban, los mapuches como tranquilizante, los chibchas de Colombia en la chicha, adormeciendo esclavas y esposas de guerreros prisioneros.
Como síntesis, aunque sea criticado por sus métodos logro establecer un parámetro científico y de correlación en psicología algo que se estaba perdiendo o adormeciendo, también contribuyo en ver un análisis mas palpable del medio social y en el individuo, y reacción que produce el medio sobre las personas ya sea de manera positiva o patológica.
Doña Luisa pasaba una parte del día en las iglesias, adormeciendo sus inquietudes con el rezo.
¡Y para eso interrumpió un animado y sabrosísimo debate, y estuvo, durante cerca de una hora, ensartando insulsez tras de insulsez, simpleza tras de simpleza, adormeciendo a unos, quemando la sangre a otros y aburriéndolos a todos! Y usted llevó la cruz con paciencia, y yo también, y lo mismo al día siguiente, porque el bueno del zamorano, desde que pierde la cortedad con el primer relato, ya no cierra boca en la tertulia, y siempre tan ameno, divertido y oportuno.
¡Y cómo se arrimaban ellos a él, y le miraban con sus ojazos bonachones, y se iban adormeciendo poco a poco con el cosquilleo y presentando la cerviz para que también se la rascara, y después las orejas, y luego el pescuezo, y vuelta al testuz y a la cara! Y cuando se cansaba Pablo, la mimosa bestezuela le golpeaba suavemente con la cabeza, le lamía las manos y tornaba a presentarle la cerviz.
Le basta pronunciar el Mantram rustí en el momento de estarse adormeciendo y luego se va bajando de su cama, no con la mente, ni con la imaginación, sino como si fuera en carne y hueso.
También podemos aprovechar el instante de estarnos adormeciendo, o simplemente un instante en que la mente esté en profundo reposo, como un lago tranquilo.
Había conversado muchas noches con Teresa, adormeciendo sus recelos, exasperando su amor, y entre nosotros reinaba la más deliciosa intimidad.
Esta estratagema fue adormeciendo a los españoles, a quienes el verano abrasador no tardó en amodorrar del todo, dejándolos en la dulce indolencia a que los invitaba el clima, inclinaba el carácter, y arrastraba la molicie de la vida, con tantos siervos encargados de atender a sus necesidades.

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