Ejemplos con admiraciones

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Hostos, en una emocionante carta que dirigió desde Chile a Don Federico Henríquez y Carvajal, le decía: ¡Hay que llorarla!, son muchos los que estaban interesados en su vida: la patria, que no tuvo corazón más devoto, su discipulado, que no tuvo mejor luz, la mujer quisqueyana, que no ha tenido reformadora más concienzuda de la educación de la mujer, su familia, que no tenía mejor ambiente que el de aquellas virtudes morales y sociales tan sencillas, sus coetáneos, que no pudieron tener centro mejor en donde confluyeran tantas admiraciones motivadas, como en aquel cuerpo débil y alma fuerte, que era a la vez una sacerdotisa en el aula, una pitonisa en el arte, un mentor en el hogar.
La magnificencia de la catedral de Toledo ha levantado siempre entre los críticos e historiadores de arte grandes admiraciones y halagos.
Su Conducción se llevó a cabo por la gran diva Paraguaya Menchi Barriocanal y con la Co-Condución de Kike Casanova, que fue objeto de grandes admiraciones por su eficiente labor, siendo conceptuada a nivel internacional de dichos formatos como la Mejor Conducción, ya que el formato en sí había sido creado para una conducción masculina, y Paraguay eficiente y eficazmente había adaptado para la conducción excepcional de la diva de dicho País.
Fernando prodigaba sus admiraciones a los encantos de aquel panorama delicioso, y saciando sus ojos de hermosura, rememoraba los años infantiles, pródigos en aventuras y promesas.
Sus admiraciones y deseos yacían abandonados al otro lado de la puerta.
Lilí abrió mucho los ojos admirada, apretó los labios y echó atrás las manitas, su crítica fue la crítica de las grandes admiraciones, la crítica monosílaba.
En uno de los libros, al abrirle al acaso, tropezaron mis ojos con un nombre de mujer: ¡MATILDE! Así, entre dos admiraciones, como un grito de alegría, como la expresión de la más dulce esperanza, como la confesión de un afecto sofocado en el pecho, que un día se nos escapa irresistible y delata ante la malicia estudiantil, ante la cruel y dura indiscreción de los condiscípulos, que una mujer de ese nombre tiene en nuestro corazón un altar, donde recibe culto y homenajes, donde sólo ella reina, señora de todo afecto puro, dueño de todos los pensamientos, soberana de nuestro albedrío.
de una en otra eminencia, repitiendo admiraciones y repasando discursos, volviendo a.
-Con esto -el viejo me dijo- forzoso es que descanses, que el choque de tantas admiraciones y de tantos desengaños fatigan el seso y temo se te desconcierte la imaginación.
Nuevas admiraciones y nuevos asombros.
Todo era original y curioso en su exotismo, y las muchachas empezaron a gozar impresiones nuevas y a cuchichear admiraciones.
Todos ayudaban a este regocijo: unos con admiraciones, y otros con parabienes.
Y juntos don Gaspar y don Miguel fueron en casa del gobernador, a quien dieron cuenta del estado en que había hallado la dama, y lo que decía de su casa, que como el gobernador conocía muy bien a don Dionís y vio lo que aquellos señores le decían, al punto, entrándose en el coche con ellos, haciendo admiraciones de tal suceso, se fueron cercados de ministros de justicia a la casa de don Dionís, que, llegados a ella, abrieron el cerrojo que Florentina había dicho, y entrando todos dentro, lo primero que hallaron fue, a la puerta de un aposento que estaba al pie de la escalera, dos pajes en camisa, dados de puñaladas, y subiendo por la escalera, una esclava blanca, herrada en el rostro, a la misma entrada de un corredor, de la misma suerte que los pajes, y una doncella sentada en el corredor, atravesada de una estocada hasta las espaldas, que, aunque estaba muerta, no había tenido lugar de caer, como estaba arrimada a la pared, junto a ésta estaba una hacha caída, como que a ella misma se le había caído de la mano.
Y viendo que no era engaño, empezó a dar lugar a las admiraciones, no sabiendo qué decir de tal suceso, ni que causa podría haberla dado, para que una señora tan principal, recatada y honesta, estuviese del modo que la veía y en la parte que la había hallado, mas, como vio que por entonces no estaba para saber de ella lo que tan admirado le tenía, porque la herida dama ya se desmayaba, y ya tornaba en sí, sufrió en su deseo, callando quién era, por no advertir a los criados de ello.
Yo como le vi dormido me levanté, y descalza, con sólo un faldellín, me fui a los brazos de mi esposo, y en ellos procuré quitarle, con caricias y ruegos el pesar que tenía, tratando con admiraciones el suceso de doña Adriana.
Supe que era usted un hombre honrado, sin tacha, digno de todos los respetos y de todas las admiraciones.
Pues por la --en mí dos veces infeliz-- habilidad de hacer versos, aunque fuesen sagrados, ¿qué pesadumbres no me han dado o cuáles no me han dejado de dar? Cierto, señora mía, que algunas veces me pongo a considerar que el que se señala --o le señala Dios, que es quien sólo lo puede hacer-- es recibido como enemigo común, porque parece a algunos que usurpa los aplausos que ellos merecen o que hace estanque de las admiraciones a que aspiraban, y así le persiguen.
admiraciones de que todos corran de corridos.
Un rey que viniese aquí no obtendría, más admiraciones.
convido a nuevas admiraciones, aunque en maravillas terrenas.
Pero volví presto a resucitar entre nuevas admiraciones a un.
que todas se resolvían en admiraciones y en penas! Era para mí un repetido tormento el.
Y habiéndose mudado de la posada de Rufina otro día a otra de la Morería, más recatada, pasaron los que faltaron para la Academia en estudiar y escribir los sujetos que les habían dado y en hacer don Cleofás una oración para preludio de ella, como es costumbre y obligación de las presidencias de tales actos, y, llegado el día, se aderezaron lo mejor que pudieron, y al anochecer partieron a la palestra, donde les esperaban todos los ingenios con admiraciones de los suyos, y con los mismos antojos de la preñez pasada se fueron sentando en los lugares que les tocaban, y haciendo señal con la campanilla para obligar al silencio, don Cleofás, llamado el ''Engañado'' en la Academia, hizo una oración excelentísima en verso de silva, cuyos números ataron los oídos al aplauso y desataron los asombros a sus alabanzas.
Pero salgámonos de ella, que aun con las relaciones ni los pensamientos no podemos los demonios pasearla, y vuelve los ojos a aquel edificio que se llama La Lonja, cortada del pernil de San Lorenzo el Real, diseño de don Felipe II, y a mano derecha de ella está el Alcázar, posada real y antigua de los reyes de Castilla, fértil albergue de la primavera, de quien es ilustrísimo alcaide el Conde Duque de Sanlúcar la Mayor, gran Atlante de Hércules de España, cuya prudentísima cabeza es el reloj del gobierno de su monarquía, que a no estar labrado el Buen Retiro, fábrica de inimitable ejemplar por el edificio, los jardines y estanques, tuviera este palacio sevillano la primacía de todas las casas reales del mundo, poniendo en primer lugar el real salón que la majestad del rey don Felipe IV el Grande ha copiado de su divina idea, donde todas las admiraciones vienen cortas, y las mayores grandezas enjaguadas.
Quedó don Cleofás absorto en aquella pepitoria humana de tanta diversidad de manos, pies y cabezas, y haciendo grandes admiraciones, dijo:.
»Advierta usted que yo no me admiraría en ningún caso, más que fuese un geniazo ese señor, porque, en punto a admiraciones, creo con La Rochefoucauld, que ninguna cosa debería causar tanta admiración como el admirarse.
Por entonces se admiraba el «valor» de Eyraud y de Gabriela, y esas admiraciones malsanas han renacido en el pintoresco relato que Goron hace de aquel crimen, cuya esencia no fue el amor, como tampoco fue el amor la causa determinante del crimen de Anastay, aunque Goron lo incluye en los crímenes por amor.
Y cuando todos aguardaban, si no admiraciones, reparos en Filipo, escucharon desdenes, no porque afectase el gran monarca lo descomedido como lo grave, sino porque un gusto hecho siempre a milagros de naturaleza y arte no se pica así vulgarmente.
- Para explicar estas admiraciones ortográficas, tengo que recordaros algunas escenas históricas, tan interesantes y tan nimiamente conservadas por los cronistas, que, más que Historia, parecen capítulos de una novela de Walter Scott.
Mientras se hablaba de lo mucho bueno que había en la catedral y el lugareño se pasmaba y su señora repetía aquellas admiraciones, Obdulia se miraba como podía, en las altas cornucopias.

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