Ejemplos con acusadora

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La parte acusadora demandaba cadena perpetua en contra de Nils Gustafsson.
Si bien los estándares modernos consideran que dichos procedimientos favorecían a la parte acusadora, cuando fueron promulgados era intención de los legisladores resguardar las libertades personales y remediar los abusos que normalmente ocurrían en los tribunales europeos.
En el juicio político, el Consejo actúa como parte acusadora.
La parte acusadora tuvo éxito en su planteo de que el diseño inteligente es una forma de creacionismo, y que por lo tanto la política del directorio de la escuela violaba la Establishment Clause de la Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos.
Los cronistas describían a menudo las costumbres indias que les sorprendían o que desaprobaban, pero tendían a tomar una postura acusadora o de disculpa, lo que convierte en imposible distinguir entre realidad y propaganda.
Quiso borrar además sus malas palabras, inspiradas por el dolor: el recuerdo de aquella escena de rebelión en la que se había levantado como una acusadora iracunda contra el padre.
Recordando Ferpierre el relato del juez de paz, según el cual el Príncipe, a la llegada de Julia Pico, se había turbado, poniéndose otra vez a temblar nerviosamente y a respirar con ansia, pensaba que tal vez Alejo Zakunine hubiese visto en la mujer una acusadora, y que de allí proviniera su turbación.
Mas de repente, cuando esta voz tomaba cuerpo y comenzaba a excitar en los ánimos el terror que infunde todo poder oculto y la indignación que inspira toda cobarde añazaga, levantóse otra voz contraria, que nadie supo nunca de dónde salía ni quién la atizaba, y que se extendió, sin embargo, por todas partes, con grandes visos de certeza, a la manera que esparce un pozo subterráneo por todos lados sus húmedas filtraciones Díjose que en el fondo de todo aquello había tan sólo una intriga galante, que existía en el Juzgado un billetito concediendo una cita y que obraba también en poder del juez una prenda acusadora, perteneciente a la : una talma de pieles de castor, marcada por la parte de dentro con una etiqueta negra, en que con letras rojas decía: Worth.
Toda novedad le parecía acusadora de que antes había habido un sentimiento ilícito que ella había extirpado de su alma, y que, si aún existía en la del padre, era más ilícito y feo.
Y cayó como un fardo sobre el mismo sofá en el que por la tarde había visto la arrugada chaqueta como impasible acusadora del adulterio.
La doble personalidad de esta señora tenía un signo externo en su cuerpo, una representación fatal, obra de la cirugía, que en este punto fue una ciencia justiciera y acusadora.
, cuando triunfaba, triunfaba, no sólo de mí, sino de los ángeles que me asistían, de mi fe profunda, del cielo, a quien yo invocaba, del principio del honor arraigado en mi alma, y de mi conciencia acusadora y severa contra mí misma.
La voz acusadora del maestro tiene la dimensión de la conciencia, ¡es brillante y rugiente como una catarata de fuego!.
-Oh, no es necesario aumentarlos -contestó apresuradamente, rehuyendo la cifra acusadora-.
Los viejos deben temblar ante los niños, porque la generación que se levanta es siempre acusadora i juez de la jeneración que desciende.
Al fin, su diestra temblorosa dejó escapar la acusadora carta, y cayendo desplomado sobre un sillón, y cubriéndose el rostro con las manos para atajar el raudal de lágrimas exclamó, haciendo un heroico esfuerzo por dar varonil energía a su palabra:.
La mirada de la condesa buscó, terrible y acusadora, la de Lucía, y la encontró fija, como hipnotizada, en el mueble-escritorio, abierto aún, con los cajones fuera.
Miráronse todos estupefactos ante esta salida tan extraña de la acusada, que parecía convertirla en acusadora.
A los veinte años ésta empezó a callar fatigada, pero la Providencia se hizo acusadora.
Inmediatamente después, mi hermana me miró y en voz baja y acusadora me dijo:.
Arrojó el Zorzales la azada en la tierra removida recientemente y sentose cejijunto y sombrío sobre una de las desigualdades del terreno, reflejando en su rostro la terrible lucha que libraban en su corazón, de una parte, su conciencia, y, de otra, las razones con que pretendía acallar su voz inflexible y acusadora y -¡Güeno! -musitó con voz sorda y colérica-, güeno que tú me gritaras si yo juera el mesmo que jui, si ahora, como entonces, estuviera sortando por ca poro de mi cuerpo un borbotón de resina y de ca martillazo el corazón me aupara toíta la tabla del pecho, que otra hubiera sío la verea que yo hubiera pisao de ser yo lo que jui, pero es que, con razón, ya no quiée pelear conmigo el Pintao, porque es que yo ya estoy jechito una lástima, pero es que yo no podía consentir tampoco en llevarme al otro mundo la ofensa que a mí me jizo, porque es que la cosa es de las que chorrean sangre, y si él se aterminó a jacer aquella charraná con la hija de mi hermana, jue porque sabía que no había un hombre que le cobrara en plumas de las alas e su corazón su mala chanaíta, y a la probetica Remedios su deshonra fue la que se la llevó a la seportura, y aluego que la muerte por mo de la cual anda juío la jizo de muy malilla manera, porque el probe de Tobalo estaba ya en el suelo cuando le tiró con la cachicuerna, y Tobalo era un mozo que yo estimaba de verdá, y aluego que eso de venirse a esconder cuasi a dos pasos e mis cubriles, es venir a mojarme las orejas con saliva, y sobre to, que yo tenía el deber de elatarlo, y como tenía el deber, pos por eso lo he delatao.
Entonces aquella carta acusadora que él había visto, que él había tocado, que le enseñó Villefort, volvía a clavársele en el magín y cada línea brillaba en la pared como el ''Mane Thécel Pharés'', de Baltasar.
Abrió la puerta de su casa con su llavín, entró sin hacer ruido, y a poco cerraba los ojos, metido en su lecho, por no ver la claridad acusadora que entraba por las rendijas de los balcones cerrados.
Con su asonamiento y todo, la frasecilla acusadora se clavó como bala bien dirigida dentro del espíritu de la muchacha, y allí quedó, engendrando un convencimiento profundo.

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