Ejemplos con acurrucaba

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y cuando se acurrucaba, exhausta en el umbral de su choza, expurgaba a sus hijos, aplastando los bichos con los dientes o frotándoles la cabecita con un cocimiento de cebadilla.
En el fondo de la sala, apenas visible por el estorbo de las altas carpetas, se acurrucaba un hombre.
Y el señor Cuadrado se deslizaba en el establecimiento de la esquina, se acurrucaba en un ángulo, delante de la taza humeante, gozaba con delicia del ambiente tibio, de la soledad.
Y mirando todo aquello, volví sobre mí mismo, y pensé para mi ánima: ¿No te da vergüenza ante Alah el Altísimo rebelarte contra el Exaltado, copulando bajo el cielo y frente al mar, aquí mismo en país extranjero, con esta cristiana que no es de tu raza ni de tu ley? Y aunque ya me había echado junto a la joven, que se acurrucaba amorosamente contra mí, dije en mi espíritu: ¡Señor, Dios de Exaltación y de Verdad, sé testigo de que con toda castidad me abstengo de esta cristiana hija de los francos! Y así pensando, volví la espalda a la joven sin ponerla la mano encima: y me dormí bajo la grata claridad del cielo.
En el fondo de la sala, apenas visible por el estorbo de las altas carpetas, se acurrucaba un hombre.
Mimí se acurrucaba silencioso, con las orejas gachas, haciéndose un ovillo en el regazo de Alicia.
Afinaban los instrumentos y un silencio de expectativa acurrucaba a cada fiera en su rincón, mientras que una tristeza movía su oleaje invisible en esa atmósfera de acuario.
Cosette se acurrucaba con angustia en el rincón de la chimenea, procurando proteger de los golpes sus pobres miembros medio desnudos.
Por si me quedaba alguna duda sobre la naturaleza de aquellos síntomas que me supieron a rejalgar entró Facia muy diligente y hasta risueña, con la disculpa de llevarse mi brasero, que ya estaría muriéndose, para «rescoldarle» un poco, y me dijo, mientras se acurrucaba para cogerle por las dos asas:.
Se le sentían los ímpetus de su amor corriéndole hasta por los brazos inconmensurables, como el agua de lluvia por las mangas de un tejado, reviraba los ojos hacia Tona, y se devanaba a sí propio, como en un ovillo, cuando la jampuda moza se acurrucaba delante de él o le tocaba al pasar hacia la alacena.

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