Ejemplos con actores

Uno de los primeros nombres de Jason Reso fue ,Christian Cage, es una combinación de los nombres de los actores, Christian Slater y Nicolas Cage.

La comunización o socialización de los medios de producción, en economía política y ciencia política, se refiere a un proceso más o menos voluntario de prescindir de un mercado explícito para la asignación de recursos y se tiende en su lugar a una economía planificada por consenso entre los actores económicos por parte de una asociación o comunidad y a la propiedad de sus medios de producción puestos en común.

Otto Balbuena es uno de los actores más criticados en el nuevo doblaje de esta serie animada.

A partir de estos datos, explica en su conclusión general porque está convencido de que las matanzas cometidas durante la guerra de Vandea constituyen, en su opinión, un genocidio, explorando en los textos de los actores y testigos de la época de los extractos interpreta que había una voluntad genocida por parte de los republicanos.

Los uniformes fueron aportados por los mismo actores y en algunos casos fueron alquilados.

El mismo profesor Moncayo, en sus declaraciones, considera que ninguno de los dos actores, tanto el gobierno como las FARC han hecho lo suficiente por el acuerdo humanitario, y los considera las dos tapias más grandes del país, por no ponerse de acuerdo.

El puma debía estar dopado, ya que lo debían soltar cerca de los actores y los extras pero Damián Szifrón quería que el animal estuviera más lúcido para rodar la escena.

Había vestido a los actores de mamarrachos, con percalinas chillonas.

Hacen llorar los actores que saben fingir el llanto.

Volvióse a la cama buscando el calor de las mantas, y acurrucóse entre ellas, escondiendo el rostro en las almohadas para pensar, para reflexionar, para meditar, para no mirar al hueco del balcón, donde le parecía ver al general Prim y a la cadina Saharí, y al eunuco estrangulado, dándose las manos, haciéndole cortesías, como hacen los actores cuando salen a la escena a recibir la ovación al final de un drama.

Así era, en efecto: el gran Robinsón y el señor Pulido hallábanse tras el telón, observando por los dos imperceptibles agujeritos que servían en otro tiempo para registrar la sala a los ilustres actores que habían pisado aquella escena aristocrática.

La multitud agolpábase ante los altares para oír mejor a los actores, granujillas del barrio, roncos de tanto vocear los versos, orondos en sus trajes de ropería, orgullosos de lucir el bonete con pluma y tirar de la espada cuando lo requería el , y era de ver la atención con que escuchaba la predicación de San Vicente, representado siempre por un muchacho paliducho, pedante y melancólico, y las carcajadas con que celebraba las majaderías del motilón, personaje bufo que pasaba el tiempo tragando pan, sorbiendo rapé, sonándose las narices en un pañuelo como una sábana y agujereado como una criba, y diciendo estupideces subidas de color, todo para mayor edificación de los devotos del santo.

Visitamos los teatros por dentro, y los actores y los cantantes nos estrechan las manos entre bastidores.

a los actores del Teatro Francés para que se vistan mejor.

En eso sí que son contrarios nuestros gustos, porque yo, en cuanto veo que los actores pegan gritos y las actrices principian a hacerme pucheritos, ya estoy bufando en mi butaca y mirando para la puerta Nada de lágrimas.

Las niñas vestidas de rosa o celeste que juegan a la rueda en el Prado y que parecen flores vivas que se han caído de los árboles, las pobrecitas que envuelven su cabeza en una toquilla agujereada, los que hacen sus primeros pinitos en la puerta de una tienda agarrándose a la pared, los que chupan el seno de sus madres mirando por el rabo del ojo a la persona que se acerca a curiosear, los pilletes que enredan en las calles o en el solar vacío arrojándose piedras y rompiéndose la ropa para desesperación de las madres, las nenas que en Carnaval se visten de chulas y se contonean con la mano clavada en la cintura, las que piden para la Cruz de Mayo, los talluditos que usan ya bastón y ganan premios en los colegios, y los que en las funciones de teatro por la tarde sueltan el grito en la escena más interesante, distrayendo a los actores y enfureciendo al público todos, en una palabra, le interesaban igualmente.

Entónces rogó el Alcalde a todo el mundo que se sentara, y mandó que prosiguiesen la música y el baile, como, en efecto, así se hizo, bien que sin gana de los actores ni atencion alguna de los circunstantes.

Y, aunque algunas veces he procurado persuadir a los actores que se engañan en tener la opinión que tienen, y que más gente atraerán y más fama cobrarán representando comedias que hagan el arte que no con las disparatadas, y están tan asidos y encorporados en su parecer, que no hay razón ni evidencia que dél los saque.

Pero lo que más me le quitó de las manos, y aun del pensamiento, de acabarle, fue un argumento que hice conmigo mesmo, sacado de las comedias que ahora se representa, diciendo: Si estas que ahora se usan, así las imaginadas como las de historia, todas o las más son conocidos disparates y cosas que no llevan pies ni cabeza, y, con todo eso, el vulgo las oye con gusto, y las tiene y las aprueba por buenas, estando tan lejos de serlo, y los autores que las componen y los actores que las representan dicen que así han de ser, porque así las quiere el vulgo, y no de otra manera, y que las que llevan traza y siguen la fábula como el arte pide, no sirven sino para cuatro discretos que las entienden, y todos los demás se quedan ayunos de entender su artificio, y que a ellos les está mejor ganar de comer con los muchos, que no opinión con los pocos, deste modo vendrá a ser un libro, al cabo de haberme quemado las cejas por guardar los preceptos referidos, y vendré a ser el sastre del cantillo.