Ejemplos con acritud

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Su llegada estuvo marcada por la acritud de su madre, que no le perdonó la traición de abandonar la causa carlista, y más aún cuando don Sebastián Gabriel contrajo segundas nupcias con la hermana pequeña del rey consorte, Francisco de Asís de Borbón, doña María Cristina de Borbón y Borbón, a quien las malas lenguas apodaban la infanta boba por sus pocas luces intelectuales y su sonada fealdad.
Aunque sus propiedades físicas indican que la anestesia puede ser inducida más rápidamente que el halotano, su acritud puede irritar el sistema respiratorio, negando su ventaja teórica conferida por sus propiedades físicas.
PVP no habían quedado muy satisfechos, sin embargo la ruptura tuvo lugar sin acritud.
La indisciplina con los cánones consagrados, el apego a lo nacional y castizo, la repulsión a lo advenedizo y exótico, la displicencia para con el medio ambiente, la acritud e inexorabilidad para con los defectos sociales, la audacia satírica para flagelarlas, aun en las más altas esferas, y la osadía para emprender caminos nuevos, se encuentran en todos los literatos extremeños, con tal constancia y uniformidad, que da fisonomía peculiar y acentuadamente personal a nuestro genio literario.
Narcisa, en cambio, le ponía una cara feroz y le zahería con irónicas frases, que alcanzaban con su acritud a la niña de Luzmela.
Aun los mismos enemigos de Rojas censuraron con acritud la conducta de Tristán.
La disputa prosiguió con acritud por ambas partes, sobre todo por la de Tristán.
Señorito, que las alubias se pasanrezongó con acritud la asistenta, asomando el morro por una puerta.
Y cuando estas tempestades no son metafóricas, cuando real y verdaderamente despliega el mar todas sus furias, y no por excepción, sino constante y diariamente, va educando el mar en los pueblos que le ciñen y sin cesar le hostigan y provocan a desafío, una raza tan entera, tan indomable y tan bravía como los mismos huracanes, cuyo rugido acaricia su sueño, tan áspera como las puntas de la costa, sin cesar invadidas, salpicadas y agrietadas por la deshecha espuma, tan amarga y tan acentuadamente salina en la voz y en los ademanes, como que la comunicaron su penetrante acritud las ondas mismas, tan avezada a mirar la muerte de frente, que ni cabe en su ánimo el temor pueril, ni la alegría insensata, ni el fácil y liviano contentamiento, sino una cierta melancolía resignada, un cierto modo grave, llano y sereno de mirar las cosas de la vida como si fuese palestra continua, en que el brazo se fortifica y se dilata el pecho, y la batalla se acepta cuando viene, sin provocarla estérilmente.
Es de advertir que durante el diálogo anterior don Guillén no había puesto en sus réplicas acritud, ni fuego polémico, ni aire de desdén.
Y esta sola pregunta, expresada con acritud, bastó para hacerme desgraciado.
Alguien censuró con acritud a Figueras porque, si personalmente se abstuvo, ordenó a sus parciales que votaran contra el Gobierno.
Atacaron, sin acritud Benítez de Lugo, y con sin igual dureza Corchado y Labra, quienes intentaron presentar a Castelar como sospechoso a los republicanos.
El debate fue ordenado y serio, sin más acritud que el corto pero grave altercado entre Martos y Rivero.
Pepita creyó oír a lo lejos su voz temblona de ira y la del que le contestaba con no menos acritud.
Pronto estimé a Porras en cuanto valía, no tardé en medir, aquella nobleza de corazón, aquella sencillez de alma que parecía opuesta a toda acritud, y que, sin embargo, era ingente en mi amigo, sencillez ingenua, infantil, que se manifestaba a cada minuto en burlas y censuras de cuanto parecía injusto y merecedor de vituperio.
Porras las censuraba con la mayor acritud, el abogado las defendía, y Linares decía que habían variado mucho, y que él no se explicaba el cambio de ellas.
Esta es la historia de la pobre anciana, a esto se atribuía su cambio de carácter, la melancolía de su rostro sus vestidos de luto, su acritud y su aspereza aparentes.
Al verle llegar a la puerta, Pepe, que había vuelto a salir, le dijo, procurando no dar acritud a sus palabras:.
Hablando con los hombres era frío, de pocas y secas palabras, pero esta frialdad y aspereza subían de punto al tratar con las mujeres: para ellas sólo tenía en los labios acritud y en el pensamiento recelo.
Aquella incredulidad burlona con que siempre acogió cuanto no podía aclarar razonándolo, se acentuó y se hizo más amarga, su gracia para zaherir cobró acritud, sus chistes tomaron tono de quejas dichas en broma, pero la propensión cómica quedó dominando siempre en sus labios, pronta a ridiculizar cuanto sus ideas y aficiones le señalaban digno de vituperio.
Muchas veces renovó a Juan Pablo sus pagarés, y últimamente le había apremiado con cierta acritud.
En cuanto entró su mujer, se fue derecho a ella, abotonándose el cuello de la camisa, y en tono de acritud le dijo:.
Y cuando la pájara repitió que se marchaba, doña Lupe no pudo menos de decirle con acritud: ¿Pero qué haces que no has echado ya a correr? Francamente, me pasma que tengas pachorra para estar aquí todavía.
El tío le rebatía con acritud y calor, alzando al cielo las gigantescas manos.
-Pues muy mal, muy mal -exclamó con acritud-.
Yo me veía acosado por todas partes, me trataban todos aquí con acritud o menosprecio.
Después, acumulando en su rostro todos los rasgos de desdén y acritud de su gran repertorio, dijo:.
Porque esta Tierra que pisamos, estas piedras y todos estos lugares que habitamos, están enteramente corrompidos y roídos como lo que está en el mar está roído por la acritud de las sales.
-insistió Angustias con mayor acritud-.

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