Ejemplos con abyecto

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pellicena interpretó a Lord Henry, un ser cínico, abyecto que corrompe poco a poco el alma de un muchacho.
Maestro de justicia es una expresión que aparece en los Manuscritos del Mar Muerto para referirse a una personalidad notable de la comunidad esenia de Qumrán que, según se colige de dichos documentos, fue perseguida y muerta por un abyecto sacerdote, el así llamado Sacerdote impío, que algunos identifican con Jonatan Macabeo o Juan Hircano.
García creyó escuchar una voz misteriosa en sus oídos que le gritaba: ¡Arráncale la vida! ¡Bebe toda su sangre! Se abrió paso al través de la muralla de carne que le separaba de aquel ser abyecto y encarándose con él le dijo temblando de cólera:.
Es cierto que Pereda no rehuye jamás la expresión valiente y pintoresca, por áspera y disonante que en un salón parezca, ni se asusta de la miseria material, ni teme penetrar en la taberna y palpar los andrajos y las llagas, pero basta abrir cualquiera de sus libros para convencerse de que corre por su alma una vena inagotable de pasión fresca, espontánea y humana, y que sabe y siente como pocos todo género de delicadezas morales y literarias, y que acierta a encontrar tesoros de poesía hasta en lo que parece más miserable y abyecto.
Arrastrada por la violencia irresistible de su afecto, veía a solas a su amigo, y luego lloraba como la Magdalena, rezaba, abominaba de sí misma como si se creyese el ser más abyecto y vil, y desesperaba hasta de que Dios la perdonase.
La pobreza rebaja de ordinario los caracteres, abate el espíritu, envilece el alma, la nivela con lo más abyecto, y sólo espíritus muy levantados, espíritus de sublime temple, salen ilesos de la prueba.
abyecto nada significaban los sentimientos nobles y delicados.
La abandonó a sí misma, pensando que si a esta noble virgen blanca y a aquella inmunda virgen rubia del hotel hubiese querido la suerte cambiarles los padres y las cunas, aquella virgen rubia sería probablemente aquí la religiosa, y ésta la virgen en subasta del hotel abyecto.
Los Estados Unidos pueden ser muy capaces de hacer un buen ciudadano libre, de un inmigrado abyecto y servil, por la simple presión natural que ejerce su libertad, tan desenvuelta y fuerte que es la ley del país, sin que nadie piense allí que puede ser de otro modo.
¡qué enorme oleada de indignación y de vergüenza agitaría vuestros bellos corazones! Qué rugiente marejada de infinitos desprecios saltaría desbordante de vuestros pechos sobre el rostro de esos hombres que dicen amaros, cuando lo que desean es poseeros como una cosa y encadenaros a su dominación, para vosotras más triste que muchas desventuras, puesto que viene de un esclavo, de un esclavo que hundido en abyecto servilismo tiene la imprudente audacia de hacer de vosotras, que deberíais ser las dulces campañeras del hombre fuerte, el escaño de sus ruindades.
¿Existirá una lógica, una armonía dentro de la absurdidad de la borrachera? Poe, haciendo eses por las calles de Nueva York la mañana que se publicó El Cuervo, era un montón abyecto de carne, un borracho grotesco, pero ¿qué maravillosas creaciones se forjaban en su laboratorio interior? ''Ligea'', ''Eleonora'', M.
En los poetas románticos, de inspiración, es más aceptable ese vicio absurdo y abyecto —yo juzgo de esto con un criterio rabiosamente burgués—.
Se conocía que era un indio, pero no un indio abyecto y servil, sino un hombre culto, ennoblecido por el trabajo y que tenía la conciencia de su fuerza y de su valer.
abyecto Pumblechook, quien, aprovechándose de la circunstancia de marchar detrás de mí, insistió durante.
Hay mujeres que gozan con lo abyecto, nada las enardece tanto como la vista de un esclavo miserable o la de un desharrapado lacayo, otras a quienes un gladiador, un muletero cubierto de polvo, un histrión prostituido, les excita vivamente el deseo.
Aquel abyecto hipócrita de Pumblechook afirmó de nuevo con la cabeza y se echó a reír, dándose.
Dice que yo soy el más abyecto y el más miserable de los tres.
-¿Quién te ha contado a ti -la arguyó su marido- que el amor le pide su hoja de servicios a nadie? Una mujer inteligente y honesta puede enamorarse de un hombre abyecto, y a la inversa.
restos del coloniaje más abyecto y atrasado.
Contra polemistas semejantes a éstos que encuentro en la oposición, comprendo la brutalidad del poder, la comprendo porque, después de todo, cuando el débil es abyecto, se puede olvidar su debilidad para no recordar sino su abyección.
-Qué, ¿acaso conoces mis desgracias? ¿Ignoras que soy un hijo de la naturaleza, errante y proscripto, un simple aventurero, solo, aislado, que no conoce a quien debe el ser y ni aun su nombre propio de bautismo? ¡Ah! tú desconoces todavía eso, querida mía, y por cierto que un ser abyecto como yo, abandonado, solo en el mundo, sin patria ni familia, sin hogar donde guarecerse, sin un lecho donde reclinar su cabeza, criatura infeliz, a quien la sociedad rechaza imprimiéndole una marca degradante y triste.
Precisamente en la época de que vamos hablando, era un mezquino hacinamiento de chozas pobres y miserables, guarida de pecheros empobrecidos por los tributos, embrutecidos por la ignorancia y enervados por la inacción y el envilecimiento más abyecto.
ser degenerado y abyecto, miembro podrido de la sociedad, que os repelo como una plaga inmunda y contaminadora.
Entonces pareció que de aquel ser abyecto, verdadero cadáver con prestada existencia, brotaba súbitamente, como fuego fatuo que salta sobre el estiércol, un chispazo de decoro, de energía, de dignidad.
Estas palabras impresionaron mucho a Khosrú, que hizo llamar de nuevo al pescador y le dijo: ¡Oh ser abyecto! ¡Parece mentira que seas un hombre con alma tan pequeña! ¡Te pierde esa avaricia que te impulsa a dejar un saco lleno de oro por recoger un solo dracma que ha caído para suerte del menesteroso!.
Despedían las tales de sus manos y ropas un perfume barato, que daba el quién vive a nuestras narices, y por esto y por su lenguaje al punto comprendimos que nos hallábamos en medio de lo más abyecto y zarrapastroso de la especie humano.
El tugurio en que su mirada se hundía en aquel momento era abyecto, sucio, fétido, infecto, tenebroso y sórdido.
Dejar pasar ese error del destino y de los hombres, no impedirlo, ayudarlo con el silencio, era una imperdonable injusticia, el colmo de la indignidad hipócrita, un crimen bajo, cobarde, abyecto, vil.
Manda al instante Darío que hagan venir a Democedes, y habiéndole hallado entre los esclavos de Oretes, tan abyecto y despreciado como el que más, lo presentaron del mismo modo a la vista del rey, arrastrando sus cadenas y mal cubierto de harapos.
¡Pero la joven y hermosa muchacha que estaba en vísperas de casarse, contrajo matrimonio con la muerte en un rincón del abyecto depósito de cadáveres!.

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