Ejemplos con abyección

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Luis Manuel de Zañartu advirtió prontamente, una vez que entró en años y comenzó a conseguir éxito en sus negocios mercantiles, aquel estado de abyección social.
El autosacrificio es la esclavitud, la degradación de la libertad, la abyección, es el rey, es el gobierno, es tiranía, es un conflicto, es la guerra civil.
¡Vivir sin Parlamento es vivir fuera del siglo!, ¡caer en la abyección!.
En las callejuelas cercanas bullían rameras de la más extremada abyección, juntas con negros, con marineros levantinos, con marroquíes é indostánicos, con vagabundos de todo el planeta.
Suya es la gloria de haber revelado plenamenteacentuando la más firme nota de belleza moral de nuestra civilizaciónla grandeza y el poder del trabajo, esa fuerza bendita que la antigüedad abandonaba a la abyección de la esclavitud y que hoy identificamos con la más alta expresión de la dignidad humana, fundada en la conciencia y en la actividad del propio mérito.
Por el momento, su abyección resultaba irremediable, y cada vez iría en aumento mientras no abandonase este ambiente.
De entender lo contrario por espíritu democrático, se seguiría que lo que debemos desear es la igualdad bajando y no subiendo: la nivelación en la ignorancia, la abyección y la miseria, y no la nivelación y elevación posibles, en todos aquellos medios, en toda aquella acumulación de recursos hecha por las pasadas generaciones, a fin de que con su auxilio sigamos ascendiendo hacia el bien, hacia la luz y hacia la belleza.
No puedo consentir que caiga en la miseria y en la abyección, siendo, como soy, responsable ¡Oh!, mi mujer me perdone, pero una esposa, por inteligente que sea, no puede hacerse cargo de los motivos morales, sí, morales que tengo para proceder de esta manera.
De este camino malo parten varios senderos, y no todos concluyen en el hospital y en la abyección.
¡Será posible que la abyección, que la indignidad, que la inmundicia misma del pecado atraiga, estimule, sea un aperitivo, como las guindillas rabiosas, para el paladar estragado de los esclavos del vicio! Y que en esto caigan, no personas de poco más o menos, sino señores de nacimiento, de rango, señores que.
La doncella trémula y radiante al mismo tiempo, sostenida y aun exaltada por el heroísmo de la abyección, hijo de la ciega obediencia, alzó sus ojos y vio en un rincón de la capilla, en medio de las sombras, un semblante conocido e inolvidable.
rehabilitarse de su abyección, estimará en toda su valía el tesoro que habrá conquistado, tesoro.
Es así como se explica la ausencia de todas las virtudes populares en el seno de los gobiernos y de los partidos, es así como, en estos grupos nutridos de pequeños odios, de miserables rencores, de mezquinas ambiciones, el ataque ha caído en la bellaquería y la defensa en abyección.
Y la abyección es algo que no comprendo en un grupo de hombres que se llaman democráticos y que hablan en nombre del pueblo, principio de toda grandeza y de toda dignidad.
Contra polemistas semejantes a éstos que encuentro en la oposición, comprendo la brutalidad del poder, la comprendo porque, después de todo, cuando el débil es abyecto, se puede olvidar su debilidad para no recordar sino su abyección.
La abnegación es la esclavitud, la vileza, la abyección, es el rey, es el gobierno, es la tiranía, es el luto, es la guerra.
¡Qué le importaba ceder, irse, renunciarlo todo, si en realidad nada tenía que renunciar? Una abnegación cobarde, una resignación impotente, fatalista, una inexplicable necesidad de paz y de descanso, aunque fuera en la abyección, la ganaba por instantes.
Ataulfo permanecía mudo y silencioso: pálido como siempre, apagada la vista y la cabeza inclinada sobre su pecho jadeante, enervadas las fuerzas por la lucha moral de su espíritu y la que acababa de sostener con aquella mujer incontrastable, parecía la estatua del remordimiento, inmóvil, petrificador: era, en fin, un ser abatido hasta la abyección, torturado por la conciencia, que le predecía una expiación tremenda, y que, combatido por la contradicción y la duda, caminaba, él, extenuado por una convalecencia delicada y lenta, a su aniquilamiento físico, secundado por esa misma lucha moral tan corrosiva.
En las callejuelas cercanas bullían rameras de la más extremada abyección, juntas con negros, con marineros levantinos, con marroquíes é indostánicos, con vagabundos de todo el planeta.
¿Quién, una vez dado el primer paso, era capaz de decir dónde iba a detenerse, hasta qué fondo de abyección podía arrastrar la pendiente resbaladiza de la culpa?.
A pesar de la cobardía, a pesar de la abyección y del envilecimiento que deprimen el carácter de las masas, no se dio entero crédito a la calumnia de los amigos del pueblo.
Vuelve la vista al pasado, y te harás cargo del inmenso adelanto que has conseguido desde que te saqué de la abyección y la miseria para elevarte hasta donde ahora te encuentras.
Pero él y sus tutores los franceses, al mirar de cerca a los cómplices de su crimen, al ver por sus propios ojos todo el tamaño de su abyección y de su infamia, no pudieron menos que avergonzarse de esa compañía y renegaron de ellos y les escupieron el rostro.
¡Aniquila el pasado! ¡Olvida al obispo! ¡Olvídalo todo! ¡Condena a Champmathieu! ¡Apláudete! Ya está todo resuelto, un hombre, un inocente, cuyo único crimen es tu nombre, va a concluir sus días en la abyección y en el horror.
-Es una vergüenza -decían- que vivamos en semejante abyección, presos voluntarios de nuestro tirano, contentándonos con ruidosas e inútiles protestas, cuando le vemos matar sin piedad a nuestros hijos, sin que nunca hagamos un gesto de rebelión, sin que campeemos por nuestros fueros, o siquiera emprendamos la fuga, dejándolo plantado y recuperando nuestra independencia.
-¡Vivir sin Parlamento es vivir fuera del siglo! ¡caer en la abyección!.
Quizás los que insultan a los pobres trabajadores del pueblos señalándoles su miseria, han conseguido conducirlos a ella, destruyéndoles su familia al arrebatar del hogar al que la mantenía, quizá el descamisado que recorre las pulperías consumiendo lo que gana en el día es conducido a la abyección y a la miseria por los que le hicieron abandonar a sus hijos y a su esposa imponiéndoles la ración de hambre y desolación que quita todo los encantos de la vida.
Celestina, desesperada, se acercó al lecho de su padre, lloró otra vez, de rodillas, con la cabeza hundida en el flaco jergón, mientras don Santos repetía con voz pausada, débil, que tenía una majestad especial, compuesta de dolor, locura, abyección y miseria:.
Pero, desde el fondo entonces de su conciencia sublevada, un grito se levantaba de recriminaciones y de protesta, como extraño, como de otro, una voz que lo acusaba, que le enrostraba sus flaquezas, la ausencia en él de todo impulso generoso, de todo móvil desinteresado y digno, su falta de altura y de nobleza, sus procederes rastreros, sus torpes y groseros sentimientos, la perversión profunda, la abyección, en fin, de su corazón y de su espíritu, esa abyección moral en que se veía, en que se sentía caer, mayor y más completa cada vez, a medida que del esbozo del niño, la figura del hombre se desprendía.

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