Definición de precavió

Acepciones de Precavió como conjugación de precaver

Categoría gramatical: verbo transitivo, verbo pronominal, 3ª persona singular del pretérito perfecto de indicativo de precaver
Categorías gramaticales y tiempos verbales de precavió explicados

  1. Actuar con previsión ante una situación adversa.
  2. Tomar precauciones para evitar o guardarse de un daño, riesgo o peligro.. tomar las medidas necesarias para evitar un peligro o daño

Ejemplos con la palabra Precavió

Fue también buen padre, buen marido, y en aumentar su hacienda más que medianamente solícito, echán- dose bien de ver que no atendía a ella de paso como a cosa pequeña y de poca monta, paréceme, pues, oportuno hablar asimismo de su buen porte en el desempeño de estos oficios. Casóse con una mujer más noble que rica, haciéndose cargo de que por lo uno y por lo otro suelen tener vanidad y orgullo, pero de que las ilustres, por el temor de la vergüenza, son para las cosas honestas más obedientes a sus maridos. De los que castigan a las mujeres o los hijos, decía que ponían manos en las cosas más santas y sagradas, que para él merecía más alabanzas un buen marido que un buen senador, y que nada admiraba tanto en el antiguo Sócrates como el que, habiéndole cabido en suerte una mujer inaguantable y unos hijos necios, vivió, sin embargo, sosegado y tranquilo. Habiéndole nacido un hijo, nada había para él de mayor importancia, como no fuese algún negocio público, que el hallarse presente cuando la mujer lavaba y fajaba al niño. Ésta lo criaba con su propia leche, y aun muchas veces, poniéndose al pecho los niños de sus esclavos, preparaba así para su propio hijo la benevolencia y amor que produce el ser hermanos de leche. Cuando ya empezó a tener alguna comprensión, él mismo tomó a su cuidado el enseñarle las primeras letras, sin embargo de que tenía un esclavo llamado Quilón, bien educado y ejercitado en esta enseñanza, que daba lección a muchos niños, porque no quería que a su hijo, como escribe él mismo, le reprendiese o le tirase de las orejas un esclavo, si era tardo en aprender, ni tampoco tener que agradecer a un esclavo semejante enseñanza. Así, él mismo le enseñaba las letras, le daba a conocer las leyes y le ejercitaba en la gimnástica, adiestrándole, no sólo a tirar con el arco, a manejar las armas y a gobernar un caballo, sino también a herir con el puño, a tolerar el calor y el frío y a vencer nadando las corrientes y los remolinos de los ríos. Dice, además, que le escribió la historia de su propia mano, y con letras abultadas, a fin de que el hijo tuviera dentro de casa medios de aprovecharse para el uso de la vida, de los hechos de la antigüedad y de los de su patria, que con no menor cuidado precavió que se dijeran cosas torpes ante aquel niño, que ante las vírgenes sagradas dichas Vestales, y que nunca se bañó con él, bien que, según parece, esto era costumbre entre los Romanos, porque tampoco los suegros se bañaban con los yernos, evitando el presentarse desnudos los unos entre los otros. Mas después, aprendiendo de los Griegos el no reparar en ponerse desnudos, comunicaron a éstos mismos a su vez el desorden de bañarse aun con sus mujeres. Ocupado Catón en la recomendable obra de formar y ensayar a su hijo para la virtud, aunque nada quedaba que desear, ni por la índole de éste ni por su esmero en corresponder a aquel cuidado, como el cuerpo no fuese bastante fuerte para tolerar el trabajo, tuvo el padre que rebajar la demasiada austeridad y el rigor en el método de vida. Mas no por esta delicadeza dejó de ser hombre esforzado en los hechos de armas, y en la batalla contra Perseo, mandando el ejército Paulo Emilio, peleó denodadamente. Sucedióle en ella que, habiendo dado un golpe, se le escapó la espada, ayudando también a ello el sudor de la mano, y acongojado con tal acontecimiento corrió a buscar a algunos de sus amigos, e, incorporado con ellos, volvió a cargar a los contrarios, y registrando el sitio con gran trabajo y esfuerzo, halló por fin la espada entre un cúmulo de armas y entre montones de cadáveres de amigos y de enemigos, sobre lo que el general Paulo hizo de él un grande elogio, y todavía corre una carta de Catón a su hijo, en la que alaba extraordinariamente su gran delicadeza y cuidado en recobrar la espada. Más adelante se casó este joven con Tercia, hija de Paula y hermana de Escipión, habiéndose enlazado con tan ilustre gente no menos por sí que por su padre, en lo que se ve haberse logrado cumplidamente el esmero de Catón en la educación de su hijo.
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Errores ortográficos comunes para precavió


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