Definición de montadita

Acepciones de Montadita como diminutivo del femenino de montado

Categoría gramatical: sustantivo femenino, adjetivo femenino, diminutivo de montada
Categorías gramaticales de montadita explicadas

  1. Subir o colocar encima de algo.
  2. Subir sobre un caballo u otra cabalgadura.
  3. Estar sobre un caballo u otra cabalgadura.
  4. Tener interés, valor o importancia.
  5. Sumar el total de una cuenta, determinar el monto de una cuenta.
  6. Poner correctamente las diferentes piezas que forman un aparato.
  7. Efectuar el montaje de una película, la unión de las diversas filmaciones para obtener la obra que se representará.
  8. Cubrir un macho a una hembra.
  9. Colocar el joyero la joya en su soporte.
  10. Mover el mecanismo de un arma de fuego, de modo de dejarlo listo para disparar.
  11. Reunir convenientemente todo lo necesario para poner en marcha un negocio o un espectáculo.
  12. Cobrar una multa por haber entrado al monte ganado vacuno o caballares.
  13. En navegación estar al mando de un barco.
  14. Elevarse, Ir hacia arriba.
  15. Unir las piezas que forman un objeto o ponerlas en su lugar. armar [las piezas de cualquier aparato o máquina]. subirse al lomo de un animal o vehículo
  16. Establecer una empresa, negocio, tienda u otracosa. en cinematografía, televisión y radio, realizar el montaje. dejar un arma preparada para disparar
  17. Poner en escena una obra teatral o espectáculo. engastar [las piedras preciosas].
  18. Engarzar o colocar una piedra preciosa en una joya. tener un buque en sus baterías [determinado número de cañones].
  19. Preparar un arma de fuego para poder disparar con ella..
  20. Organizar o causar..

Ejemplos con la palabra Montadita

Carlos ceñiría la corona, el Demonio nos traía de nuevo a nuestra compañera montadita en la nube, y nos la ponía en el tejado, no sin algún quebranto de huesos de la monja volandera.
»Que todas allí éramos carlinas furiosas, no tengo por qué decírtelo. Adorábamos a D. Carlos, y aunque en Patrocinio veíamos actos de la mayor extravagancia, creíamos en ella, por aquel don magnético que tenía y tiene para imponer sus ideas, sus propósitos y hasta sus milagros. Podían ser falsas las llagas, pero las reverenciábamos, podía ser impostora la llagada, pero embargaba los ánimos con la blancura de su rostro y con su voz meliflua, con aquel modito suave de decir las cosas y de hacerlas, con aquel amor verdadero o falso que a todas mostraba, y al cual correspondían nuestros corazones, tan necesitados de un querer entrañable en vida de tanto hastío y soledad... La queríamos, Lucila, porque cuando una es monja, no se satisface con el amor de los santos o santas de palo, y quiere santos vivos, sean como fueren. Patrocinio, mujer extraordinaria, tuvo el arte y el valor de hacerse santa viva: de este modo conquistó el afecto de sus hermanas, y de muchas personas de fuera que la visitaban con admiración, con fervor, con todo el sentimiento místico que el alma guarda y acaricia para emplearlo en lo primero que salga... ¡Pues no te quiero decir lo que nos maravilló el caso de desaparecerse Patrocinio sin que en la casa quedara rastro de ella, y aparecerse luego a horcajadas en el tejado, con el rostro tan bien encendido en un divino resplandor que parecía una celestial visión!... Bajada de aquel lugar eminente, y después de ponerse a orar nos contaba que, arrebatada por el Demonio en una nube densa, fue conducida al camino de Aranjuez, y del camino al Palacio del Real Sitio, donde había visto con sus propios ojos a la Reina María Cristina en tal descompostura de ademanes, que con ella bastaba para tenerla por malísima mujer... que luego la transportaba el mismo diablete a la Sierra de Guadarrama y al Real Sitio de San Ildefonso, y allí veía y comprobaba que Isabel no podía ser Reina de España, por fin, después de otras milagrosas visiones y avisos, en demostración de que D. Carlos ceñiría la corona, el Demonio nos traía de nuevo a nuestra compañera montadita en la nube, y nos la ponía en el tejado, no sin algún quebranto de huesos de la monja volandera... ¡Habías de ver su cara y sus modos cuando nos contaba tales prodigios! Yo, sin creerlos, me dejaba vencer de no sé qué respeto al arte superior y nunca visto de tal mujer, y hacía coro a las alabanzas, a los regocijos, a las esperanzas de mis compañeras, que veían en todo ello días gloriosos para la Orden.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra montadita

Errores ortográficos comunes para montadita

Palabras más comunes que riman con montadita


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Palabras que riman con montadita


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