Definición de introducís

Existen varios significados para la palabra Introducís los podrás ver todos a continuación.

Acepciones de Introducís como conjugación de introducir

Categoría gramatical: verbo transitivo, verbo pronominal, 2ª persona singular del presente de indicativo de introducir, verbo transitivo, verbo pronominal, 2ª persona plural del presente de indicativo de introducir
Categorías gramaticales y tiempos verbales de introducís explicados

  1. Insertar y registrar datos en un computador electrónico.
  2. Entrar o hacer entrar una persona en un lugar. hacer entrar [una cosa] en otra. colocar una cosa dentro de otra
  3. Hacer que una persona sea admitida o entre en una situación o un ambiente. entrometerse uno en lo que no le toca. hacer que una persona sea aceptada en un círculo social

Ejemplos con la palabra Introducís

Auxiliado que hubo a los Lacedemonios, volvía con su ejército por Corinto, y Lacarto le reconvino por haber entrado con sus tropas sin anuencia de aquellos ciudadanos, diciendo que aun los que llaman en puerta ajena no entran sin que el dueño les mande pasar adelante: a lo que Cimón le replicó: “Pues vosotros ¡oh Lacarto! no llamáis a las puertas de los Cleoneos y Megarenses, sino que, quebrantándolas, os introducís con las armas, creyendo que todo debe estar abierto a los que más pueden”. ¡Con esta arrogancia habló en tan oportuna ocasión! y pasó con su ejército. Volvieron los Lacedemonios a llamar en su socorro a los Atenienses contra los Mesenios e Hilotas, que se hallaban en Itome, y cuando ya los tuvieron a su disposición, temiendo su denuedo y aire marcial, los despidieron a ellos solos de todos los aliados, bajo el pretexto de que intentaban novedades. Retiráronse con grande enojo, y además de exasperarse muy a las claras contra los que laconizaban, condenaron a Cimón, valiéndose de un leve pretexto, al ostracismo por diez años: porque éste era el tiempo prefinido a todos los que sufrían esta pena. En esto, hallándose los Lacedemonios acampados en Tanagra, de vuelta de libertar a los de Delfos de los Focenses, les salieron los Atenienses al encuentro para darles batalla, y Cimón fue a colocarse con sus armas entre los de su tribu Enide, dispuesto a batirse contra los Lacedemonios en compañía de sus conciudadanos, pero el Consejo de los Quinientos, sabedor de ello y temiéndole, intimó a los generales a instigación de sus enemigos, que le imputaban ser su ánimo desordenar el ejército e introducir los Lacedemonios en la ciudad, que de ningún modo lo admitiesen. Retiróse, pues, rogando encarecidamente a Eutipo Anaflistio, y a los demás amigos que estaban más tildados de laconizar o ser adictos a los Lacedemonios, que pelearan esforzadamente, a fin de lavar con las obras, ante sus ciudadanos, aquella infundada nota. Estos, pues, tomando la armadura de Cimón, y colocándola en su puesto, se juntaron todos en uno, los ciento que eran, y corrieron a la muerte con el mayor arrojo, obligando a los Atenienses a que sintiesen su pérdida y a que se arrepintiesen de sus injustas sospechas. De aquí es que tampoco les duró mucho el enojo contra Cimón, ya porque trajeron a la memoria, como era debido, sus importantes servicios, y ya también porque así lo exigieron las circunstancias, porque vencidos en Tanagra en una reñida batalla, y esperando tener sobre sí para el verano un ejército de los del Peloponeso, llamaron de su destierro a Cimón, y tornó a su llamamiento, habiendo sido Pericles quien escribió el decreto: ¡tan subordinadas eran entonces al orden político las rencillas, tan templados los enojos y tan prontos a ceder a la común debilidad, y hasta tal punto la ambición, que sobresale entre todas las demás pasiones, sabia acomodarse a las necesidades de la patria!
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Errores ortográficos comunes para introducís


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