Definición de hervorosas

Acepciones de Hervorosas como plural del femenino de hervoroso

Categoría gramatical: adjetivo femenino plural
Categorías gramaticales de hervorosas explicadas

  1. Que hierve o parece que hierve..

Ejemplos con la palabra Hervorosas

Se izaron las velas, se puso el ''Flash'' en rumbo al puerto, y cayó su piloto, no en su embriagadora obsesión de costumbre en casos tales, sino en las garras crueles de sus amargos pensamientos. Volaba el ''yacht'' cargado de lonas, arrollando garranchos y carneros, saltando como un corzo de cresta en cresta y de seno en seno, circuido de espumas hervorosas, juguetón, ufano... ¿Y para qué tanta ufanía y tanta presteza? Para tortura del pobre mozo, que veía en la llegada al puerto la caída en un abismo sin salida para él... Mirárase el caso por donde se mirara, siempre resultaba el mismo delincuente, el mismo responsable: él, y nadie más que él fue débil complaciendo a Nieves, sin consentimiento de su padre, en un antojo tan serio, tan grave, como el de salir a la mar a hurtadillas y con, el tiempo medido, fue un mentecato, un majadero, haciendo valentías en ella, sin considerar bastante los riesgos que corría el tesoro que llevaba a su lado, fue un irracional, un bárbaro, rematando sus majaderías con la bestialidad que produjo el espantoso accidente... No lo había dicho en broma, no: merecía ser entregado por la Guardia civil a los tribunales de justicia, y agarrotado después en la plaza pública, y execrado hasta la consumación de los siglos en la memoria de don Alejandro Bermúdez y todos sus descendientes. Y si don Alejandro Bermúdez y la justicia humana no lo consideraban así, ni el uno ni la otra tenían sentido común ni idea de lo justo y de lo injusto... ¡Que Nieves vivía! ¡Y qué, si vivía de milagro, como había dicho muy bien la infeliz? Su caída había sido de muerte, con el andar que llevaba el barco, y en esta cuenta se había arrojado él al mar... Si se obraba el milagro después, bien, y si no se obraba... ¿qué derecho tenía él a vivir pereciendo ella, ni para qué quería la vida aunque se la dejaran de misericordia? Esto no era rebelarse contra las leyes de Dios, era sacrificarse a un deber de caridad, de conciencia, de honor y de justicia. Él la había puesto en aquel trance, pues quien la hizo que la pagara. Esta era jurisprudencia de todos los códigos y de todos los tiempos, y de todos los hombres honrados... ¿Comprometes la vida ajena? Pues responde con la propia. ¿Qué menos? Esto entre vidas de igual valor. Pero ¿qué comparación cabía entre la vida de Nieves y la vida de Leto? ¡La vida de Nieves! Todavía concebía él, a duras penas, que por obra de una enfermedad de las que Dios envía, poco a poco y sin dolores ni sufrimientos, esa vida hubiera llegado a extinguirse en el reposo del lecho, en el abrigo del hogar y entre los consuelos de cuantos la amaban, pero de aquel otro modo, inesperado, súbito, en los abismos del mar, entre horrores y espantos... ¡y por culpa de él, de una imprudencia, de una salvajada de Leto!... Lo dicho: aun después de salvar a Nieves, quedaba su deuda sin pagar, y su deuda era la vida, y esta deuda debió habérsela cobrado el mar en cuanto dejó de hacer falta para poner en salvo la de su pobre víctima... Todo esto era duro, amargo, terrible de pensar, pero ¿y lo otro, lo que estaba ya para suceder, lo que casi tocaba con las manos y a veces se las inducía a dar contrario rumbo a su ''yacht''? ¡Cuando éste llegara al puerto, y hubiera que pronunciar la primera palabra, dar la primera noticia, las primeras explicaciones, aunque por de pronto se disfrazara algo la verdad que al cabo llegaría a conocerse?... Don Alejandro, sus servidores y amigos... la villa entera, la misma Nieves, después de meditar serenamente sobre lo ocurrido... cada cual a su manera, ¡todos y todo sobre él!... Merecido, eso sí, ¡muy merecido! Pero ¿dónde estaban el valor y las fuerzas necesarias para resistirlo? Hasta con el mar se luchaba y en ocasiones se vencía, pero contra la justa indignación de un caballero, contra el enojo de sus amigos, contra la mordacidad de los malvados y contra el aborrecimiento de ella... ¡Oh, contra esto sobre todo!... Aquí no cabía ni hipótesis siquiera. Antes que tal caso llegara, aniquilárale Dios mil veces, o castigárale con la sed y la ceguera y todas las desdichas de Job: a todo se allanaba menos a ser objeto de los odios de aquella criatura que le parecía sobrehumana.
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Errores ortográficos comunes para hervorosas

Palabras más comunes que riman con hervorosas


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