Definición de estipularía

Existen varios significados para la palabra Estipularía los podrás ver todos a continuación.

Acepciones de Estipularía como conjugación de estipular

Categoría gramatical: verbo transitivo, 1ª persona singular del condicional de estipular, verbo transitivo, 3ª persona singular del condicional de estipular
Categorías gramaticales y tiempos verbales de estipularía explicados

  1. Formular las condiciones de un pacto o convenio.
  2. En derecho. hacer un contrato de manera verbal.
  3. Requerir algo como condición de un contrato o convenio.
  4. Determinar las condiciones de un contrato. convenir, concertar, acordar. concertar las condiciones de un acuerdo

Ejemplos con la palabra Estipularía

-Pues el asunto es, señorita Irene -repuso la beata volviendo a bajar los ojos y la cabeza, que había levantado para oír la interrupción de Irene,- el asunto, después de agradecer a usted debidamente la merced que me hace tomando a bien esta conducta mía, es que el señorito Pancho no se cansaba de hablar de la salud de usted ni de acribillarme a preguntas sobre ella, ni más ni menos que si quisiera pintarla a usted de cuerpo entero en un papel, tal y como estaba aquel día... hasta con su alma generosa y su corazón cristiano y compasivo, porque es la verdad, señorita Irene, que la gracia de Dios nuestro Señor brilla y luce donde cae, y ciego del entendimiento y de los ojos hay que ser para no verlo, y esto no lo digo en adulación de usted, señorita, que mereció del Señor tal beneficio, sino a cuento de que, no siendo ciego del entendimiento ni de los ojos ese caballero, propio era y bien ajustado a razón que viera lo que está tan a la vista, y se recreara hablando en bien y honradamente de ello. Y voy al caso, con la ayuda de Dios nuestro Señor y el permiso de usted, y el caso es, señorita de mi alma, que, hablando, hablando de tal suerte, llegó a decirme el señorito Pancho estas palabras, tilde más o punto menos: «Pues ha de saber usted, doña Mónica, que tengo yo grandes tentaciones de pedir un favor a esa señorita, que es tan caritativa y tan buena.» A lo que yo le respondí de contado: «La Divina Misericordia no me tome en cuenta el atrevimiento si me equivoco en el dicho, pero, bien puede usted darse ya por servido si es asunto que dependa de la buena voluntad y cristianos sentimientos de ella.» Y a esto me contestó él: «Cabalmente no depende de otra cosa... digo mal, también depende de que usted quiera ayudarme con sus buenas relaciones con esa señorita para enterarla del asunto, por no tener yo otra manera de hacerlo...» Ya ve usted, señorita Irene: él, una persona tan principal y honrada de sentimientos, yo, una pobre y baja criatura, esclava de la miseria y del pecado, y entre medias de los dos, una obra de caridad que dependía de mis manos: ¿qué había de hacer sino ponerme a su servicio, dando gracias a Dios nuestro Señor por la merced que recibía ocupándome en obra tan de su divino agrado?... Conque, señorita de mi alma, entrando en seguida en más explicaciones, llegó a decirme que, tratándose de una caridad de mucha cuenta y que solamente usted podía hacer, por estar el menesteroso al alcance de sus manos, para la debida comodidad de todos me estipularía el caso en un papel, que yo haría por entregar a usted antes con antes. Pareciome bien la ocurrencia, porque de ese modo resultaba el encargo más hacedero para mí, y, si bien se miraba, más agradable a los ojos del Señor, que quiere poco palabreo, y mucho sigilo en las obras de caridad, y convenidos en seguida en el cuándo y en el dónde, aquella misma tarde me puso el apunte en la una mano, y ¡la Virgen de las Mercedes se lo galardone en lo que más desea su corazón, si le conviene!... un papel de cinco duros en la otra... Que no, que sí, que con lo de la víspera sobraba para lo que yo merecía, que estaba muy equivocada, que el equivocado era él, que torna, que vira y que dale... en fin, señorita de mi alma, que tuve que recibir aquel despilfarre de generosidad antes que se me tomara la negativa a punta de soberbia. Conque al otro día por la mañana, después de la tercera misa que oí, y de haber lavado mis culpas en el Tribunal de la penitencia, vine a cumplir honradamente mi obligación en esta ilustre casa, pero ¡quién le dice a usted, señorita de mi vida, que, al llegar al portal, se me entera de que Dios nuestro Señor se ha dignado visitarla a usted aquel mismo día con una enfermedad!... Con el corazón traspasado de pena enteré de ello en su hora al señorito Pancho, para que viera que, si que daba su encargo sin cumplir, no era por culpa mía... ¡Válgame la Divina Misericordia, y cómo se le pintó en la cara en un instante la pesadumbre que recibió con la noticia!... «Pues nada -me dijo en remate,- quédese el encargo para mejor ocasión: lo principal es ahora que sepamos a menudo de la salud de la señorita Irene, y de cuenta de usted corre ese delicado particular.» Y así se ha hecho, señorita de mi alma, viniendo yo todos los días, como lo tengo dicho al principio, a preguntar por usted en el portal, y sin dejar de pedir al Señor, en mis humildes oraciones, que la devolviese pronto la salud corporal, si la convenía, y también la del espíritu, para regocijo de su familia y satisfacción de cuantos en el mundo la queremos bien, aunque no tanto cómo usted se merece... Y en esto estábamos, cuando se me dice hoy abajo que Dios nuestro Señor se ha apiadado ya de usted, que ya está buena, que ya se levanta y que ya puede recibir a las personas de su estimación, y que además estaba usted sola, por haber salido la señora con la señorita Petra, que son las que han dejado en la portería ese recado. ¡Santísima Virgen de las Misericordias, las gracias que yo di al Señor en cuanto pude enterarme de ello! Con las ansias de la alegría subí la escalera, y creyéndome tierra demasiado miserable para que se me contara entre las personas dignas de ser recibidas por usted, esforcé un poco la calidad del motivo de presentarme aquí, con el fin de que se me dejara entrar. ¡Dios nuestro Señor se dignará perdonarme esta mentira con que he manchado la conciencia, en gracia del fin piadoso que me guiaba! Por último y finalmente, señorita: aquí estoy en su presencia para todo cuanto a bien tenga ordenarme, como a su más rendida servidora y agradecida esclava en el Señor, a quien alaba y bendice por verla a usted colmada de la salud que había perdido.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra estipularía

Errores ortográficos comunes para estipularía


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