Definición de arredrara

Existen varios significados para la palabra Arredrara los podrás ver todos a continuación.

Acepciones de Arredrara como conjugación de arredrar

Categoría gramatical: verbo transitivo, verbo pronominal, 1ª persona singular del pretérito imperfecto de subjuntivo de arredrar, verbo transitivo, verbo pronominal, 3ª persona singular del pretérito imperfecto de subjuntivo de arredrar
Categorías gramaticales y tiempos verbales de arredrara explicados

  1. Asustar, amedrentar, atemorizar.
  2. Dar miedo, atemorizar. amedrentar, asustar.

Ejemplos con la palabra Arredrara

Muchos paisanos y compañías de varios regimientos aguardaban en la cortina, llenos de furor y sin que les arredrara la probabilidad de una muerte segura, con tal de escarmentar al enemigo en su impetuoso avance.
Sobre este tema, que tenía muy trabajado desde que se vio enredada en el intrincado laberinto, discurrió largamente, pero no sacó en limpio nada nuevo. Él no había llegado a infundirla lo que se llama una pasión, una embriaguez amorosa. Ella, por razón de su fama de rica, más que por la fuerza de una hermosura en que no creía, llevaba oídas muchas impertinencias y grandes sandeces a los hombres que se la habían acercado en el trato corriente de aquella sociedad y de otras semejantes, pocas, muy pocas, fuera de allí. A ninguno de esos hombres se parecía él: todos la habían llenado la cabeza de lisonjas cursis y de requiebros vulgares, y al menos indiscreto de ellos se le transparentaban los mezquinos planes entre la hojarasca de sus «declaraciones» de manual. ¡Y cuidado que habían abundado los buenos mozos entre los aspirantes! Otra singularidad de Irene: no la hacían gracia maldita los buenos mozos. Eran muy fatuos, por lo común, y todo lo fiaban al poder de su gallardía, con la vanidad de merecerlo todo, a título de gallardos, aunque fueran unos majaderos. ¡Qué cosas la habían dicho los buenos mozos! ¡Con qué ojos la habían mirado, y con qué aire de conquistadores la habían paseado la calle! Pues ¿y los meramente distinguidos, los que sin pizca de hermosura, y hasta en los puros huesos, habían pretendido cautivarla por la sola virtud de sus prendas de sastrería, de sus borceguíes de ganapán, sus cabellos aplastados y sus actitudes de idiota? Él no era buen mozo, ciertamente, en la acepción más usual de estas palabras, pero tampoco de los otros. Su distinción no le resultaba de la librea de la clase, sino de las cualidades que le eran propias: de su entendimiento, de su cultura, de su tacto singular para decir y hacer las cosas y elegir sitios y ocasiones de manera que, sin hipérboles ni ostentosos alardes, realzaba la sinceridad de sus dichos y la firmeza de sus nobles afectos y propósitos. No era impaciente ni pegajoso, pero sí leal y resuelto, y en la borrasca que ella estaba corriendo, le sentía, sin verle, a todas horas, con el oído alerta y el ojo avizor. No daría un solo paso en su ayuda sin una señal que se lo ordenara, pero tampoco habría obstáculo que le detuviera ni peligro que le arredrara si la señal se le hacía. Esto era querer bien, y mucho, y a tiempo, y ella, si no enamorada, estaba, cuando menos, satisfecha y agradecida. No era, pues, un mal de los ya incurables, pero sí de los que podían llegar a serlo, fomentando poco a poco, con un trato más continuo y descarado, lo que hasta entonces no pasaba, por su parte, de una agradable aquiescencia a los testimonios de él. Nacían, por consiguiente, sus repugnancias hacia el otro, no de la fuerza del contraste de los dos, sino de lo que daba el caso de sí, por su propia naturaleza abominable. Le repugnaba el hombre, que le había sido antipático y repulsivo como simple amigo de su familia, por la estampa, por el carácter, por su padre, por su madre y por toda la casta de él que ella conocía, por la conducta falsa y rastrera, y las villanas intenciones de todos ellos, secuestradores infames de las flaquezas de un pobre hombre, para chuparle el dinero. Porque si no se tiraba a eso, ¿a qué se tiraba con aquel modo inaudito de proceder? En fin, que sus repugnancias eran absolutas, independientes de cualquier otro sentimiento lastimado con ello: lo aborrecía porque era de suyo aborrecible, y con él y sin él lo hubiera aborrecido lo mismo.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra arredrara

Errores ortográficos comunes para arredrara

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