Definición de apelaría

Existen varios significados para la palabra Apelaría los podrás ver todos a continuación.

Acepciones de Apelaría como conjugación de apelar

Categoría gramatical: verbo intransitivo, verbo transitivo, 1ª persona singular del condicional de apelar, verbo intransitivo, verbo transitivo, 3ª persona singular del condicional de apelar
Categorías gramaticales y tiempos verbales de apelaría explicados

  1. Protestar una decisión ante un tercero.
  2. Hacer un llamado en contra de una idea establecida.
  3. Recurrir a un tribunal superior para que revise una resolución dictada por otro tribunal que le es inferior.. recurrir a alguien o algo, pedirle ayuda o solución a un problema

Ejemplos con la palabra Apelaría

¿Cuál fue la sentencia o sesgo que el sagaz Felipe V diera al proceso? Lo ignoramos, pero puede suponerse que el rey apelaría a algún expediente conciliador para poner en paz a todos los litigantes, y es posible que al mismo reo le tocara algo del pan bendito o indulgencia real.
Era posible que alguna vez tuviesen que atravesar cerca de alguna ciudad, entonces se refugiaría en ella, apelaría a las autoridades, llamaría en su auxilio, tal vez encontraría a Nicolás, le inspiraría compasión y la salvaría, él a quien los bandidos temían tanto, él que era tan valiente, tan honrado y tan generoso.
César, pues, fortalecido con la amistad de Craso y de Pompeyo, fue promovido al consulado, que se le declaró con gran superioridad de votos, dándole por colega a Calpurnio Bíbulo. Entrado en ejercicio, propuso inmediatamente leyes, no propias de un cónsul, sino de un insolente tribuno de la plebe, a saber: sobre repartimientos y sorteos de terrenos. Opusiéronsele los hombres de más probidad y de mayor concepto del Senado, y él, que no deseaba más que un pretexto, haciendo exclamaciones y protestas ante los dioses y los hombres de que contra su voluntad se le ponía en la precisión de acudir al pueblo y mostrarse obsequioso con él por agravios y mal trato del Senado, salió, efectivamente, para dar cuenta al pueblo, y poniendo junto a sí a un lado a Craso y a otro a Pompeyo les preguntó si estarían por las leyes, y como respondiesen afirmativamente, les rogó que le auxiliasen contra los que habían hecho la amenaza de que se opondrían con la espada. Prometiéronselo, y aun Pompeyo añadiendo que vendría contra las espadas trayendo espada y escudo. Fue esto de sumo disgusto para los principales que escucharon de su boca una expresión indigna del respeto que le tenían poco decorosa a la majestad del Senado y propia de un furioso o de un mozuelo, pero el pueblo se mostró muy contento. César, para participar más de lleno del poder de Pompeyo, teniendo una hija llamada Julia, desposada con Servilio Cepión, la desposó con Pompeyo, y a Servillo le dijo que le daría la de Pompeyo, que no estaba tampoco sin desposar, sino prometida a Fausto, el hijo de Sila. De allí a poco César casó con Calpurnia, hija de Pisón, al que designó cónsul para el año siguiente. Entonces Catón clamó y protestó públicamente con la mayor vehemencia que era insufrible el que el gobierno de la república se adquiriese con matrimonios y que por medio de mujeres se fuesen promoviendo unos a otros al mando de las provincias y de los ejércitos: y a todas las magistraturas. El colega de César, Bíbulo, cuando vio que con oponerse a las leyes nada adelantaba y que antes estuvo muchas veces en peligro de perecer con Catón en la plaza, pasó encerrado en su casa todo el tiempo que le quedaba de consulado. Pompeyo, hecho que fue el casamiento, llenó la plaza de armas e hizo que el pueblo sancionara las leyes, y a César, sobre las dos Galias, Cisalpina v Transalpina, le añadió el Ilirio, con cuatro legiones, por el tiempo de cinco años. Quiso Catón contradecir estas tropelías, y César lo hizo llevar a la cárcel, pensando que apelaría a los tribunos de la plebe, pero aquél marchó tranquilo sin hablar palabra, y César, viendo que no sólo los primeros ciudadanos lo llevaban a mal, sino que la plebe, movida del respeto a la virtud de Catón, seguía con silencio y abatimiento, rogó en secreto a uno de los tribunos que le pusiera en libertad. De los demás del Senado eran pocos los que concurrían a él, pues los más. Incomodados y disgustados, procuraban retirarse, y diciendo un día Considio, que era de los más ancianos, que el no con- currir consistía en que las armas y los soldados los intimidaban, le preguntó César: “¿Pues por qué tú no te estás también por miedo en tu casa?, a lo que contestó Considio: “Porque en mí la vejez hace que no tema, pues la vida que me queda, habiendo de ser corta, no pide ya gran cuidado”. De todo cuanto se hizo en su consulado, lo más abominable y feo fue el que hubiese sido nombrado tribuno de la plebe aquel mismo Clodio, por quien fueron violadas las leyes de los matrimonios y los nocturnos misterios. Nombrósele para perder a Cicerón, y César no marchó al ejército sin haber antes oprimido a Cicerón por medio de Clodio y héchole salir de Italia.
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Errores ortográficos comunes para apelaría


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