Definición de acaudilló

Acepciones de Acaudilló como conjugación de acaudillar

Categoría gramatical: verbo transitivo, verbo pronominal, 3ª persona singular del pretérito perfecto de indicativo de acaudillar
Categorías gramaticales y tiempos verbales de acaudilló explicados

  1. Conducir, gobernar y mandar en especial la gente de guerra. .
  2. Dirigir un ejército en calidad de jefe, capitanear. elegir caudillo. dirigir como jefe a un grupo de gente armada

Ejemplos con la palabra Acaudilló

Borrascoso fue su período por la guerra que acaudilló contra él el general Mosquera.
Fernando de Castro, un hermano de Juana, deseoso de venganza, acaudilló una nueva rebelión.
¿Quién es, mientras tanto, este Santos Pérez? Es el gaucho malo de la campaña de Córdoba, célebre en la sierra y en la ciudad por sus numerosas muertes, por su arrojo extraordinario, por sus aventuras inauditas. Mientras permaneció el General Paz en Córdoba, acaudilló las montoneras más obstinadas e intangibles de la Sierra, y por largo tiempo, el ''Pago'' de Santa Catalina fue una republiqueta adonde los veteranos del ejército no pudieron penetrar. Con miras más elevadas habría sido el digno rival de Quiroga, con sus vicios sólo alcanzó a ser su asesino. Era alto de talle, hermoso de cara, de color pálido y barba negra y rizada. Largo tiempo fue después perseguido por la justicia, y nada menos que cuatrocientos hombres andaban en su busca. Al principio los Reinafés lo llamaron, y en la casa de Gobierno fue recibido amigablemente. Al salir de la entrevista, empezó a sentir una extraña descompostura de estómago, que le sugirió la idea de consultar a un médico amigo suyo, quien informado por él de haber tomado una copa de licor que se le brindó, le dio un elixir que le hizo arrojar oportunamente el arsénico que el licor disimulaba. Más tarde, y en lo más recio de la persecución, el Comandante Casanova, su antiguo amigo, le hizo significar que tenía algo de importancia que comunicarle. Una tarde, mientras que el escuadrón de que el Comandante Casanova era jefe hacía el ejercicio al frente de su casa, Santos Pérez se desmonta en la puerta y le dice: Aquí estoy, ¿ qué quería decirme? ¡Hombre! Santos Pérez, pase por acá, siéntese. ¡No! ¿Para qué me ha hecho llamar? El comandante, sorprendido así, vacila y no sabe qué decir en el momento. Su astuto y osado interlocutor lo comprende, y arrojándole una mirada de desdén y volviéndole la espalda, le dice: ¡Estaba seguro de que quería agarrarme por traición! He venido para convencerme no más. Cuando se dio orden al escuadrón de perseguirlo, Santos había desaparecido. Al fin, una noche lo cogieron dentro de la ciudad de Córdoba, por una venganza femenil. Había dado de golpes a la querida con quien dormía: ésta, sintiéndolo profundamente dormido, se levanta con precaución, le toma las pistolas y el sable, sale a la calle y lo denuncia a una patrulla. Cuando despierta, rodeado de fusiles apuntados a su pecho, echa mano a las pistolas, y no encontrándolas: Estoy rendido, dice con serenidad, ¡me han quitado las pistolas! El día que lo entraron a Buenos Aires, una muchedumbre inmensa se había reunido en la puerta de la casa de Gobierno. A su vista gritaba el populacho: ¡Muera Santos Pérez!, y él, meneando desdeñosamente la cabeza y paseando sus miradas por aquella multitud, murmuraba tan sólo estas palabras: ¡Tuviera aquí mi cuchillo! Al bajar del carro que lo conducía a la cárcel, gritó repetidas veces: ¡Muera el tirano! y al encaminarse al patíbulo, su talla gigantesca como la de Danton dominaba la muchedumbre, y sus miradas se fijaban de vez en cuando en el cadalso como en un andamio de arquitectos.
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Errores ortográficos comunes para acaudilló


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