¿Cómo se escribe rekeríamos?

En español diversas letras comparten el mismo sonido, esto da lugar a infinidad de dudas ortográficas, en muchos casos estas dudas se pueden resolver aplicando las reglas generales de ortografía. Por esa razón, si dudas de cómo se escribe una palabra, introdúcela en nuestro corrector y te la corregimos mostrándote la regla que deberás aplicar para poderla escribir correctamente.

    Los errores ortográficos más comunes son:

  • Errores de acentuación de las palabras, sobre todo en caso de que la sílaba tónica forme parte de un hiato o un diptongo.
  • Empleo de las letras j y g porque dependiendo de la palabra la letra g ha de pronunciarse con el fonema /j/.
  • Empleo de las letras c,z y el dígrafo "qu" para los fonemas /z/ /k/ y /s/, el fenómeno del seseo y del ceceo.
  • Empleo de la letra h que al ser muda, es decir, no tiene un sonido asociado, da lugar a errores.
  • Empleo de r o rr. Ya que en ocasiones la letra r se corresponde al fonema que el dígrafo rr.
  • Empleo de las letras y, ll para los fonemas /y/ y /ll/ y el fenómeno del yeísmo.
  • Empleo de las letras b,v dos letras distintas que comparten el mismo fonema /b/.
  • Empleo de la letra x para representar el fonema /s/ o /k+s/.

La palabra rekeríamos se escribe con QU

La manera correcta de escribirla es REQUERÍAMOS. Puedes ver la definición de requeríamos aquí

La lertra "k" es poco usual en español, puede aparecer en cualquier posición y normalmente en palabras que son préstamos lingüísticos de otras lenguas, nombres de lugares o prefijos griegos como kilo-

20 palabras que se escriben con la letra "k"

york, kilómetros, kilos, rock, whisky, kilo, kilómetro, marketing, kohl, jack, bank, kremlin, kilogramos, ranking, euskera, nick, franklin, kiko, kas,

Todas las palabras que se escriben con la letra "k"

Ejemplos con la palabra Requeríamos

La tarde se presentó calurosa, por lo que no andábamos muy aprisa, y requeríamos la sombra que las encinas y castaños proyectaban sobre el sendero a la falda del Padrón de Atienza.
El tema era gracioso, pero aunque intenté glosarlo con todo el ingenio de que yo podía disponer, no conseguí hacer reír a María Ignacia, ni sacarla de su tenebrosa melancolía. Como había comido poco y estaba necesitada de alimento y distracción, le propuse que fuésemos a dar un paseo por el camino de Riofrío, llevándonos una buena merienda. Aprobó mi madre este plan, y antes de las cuatro ya teníamos preparada una cesta con diversidad de fiambres y golosinas, la cual fue por delante, alternando en cargarla los chicos del confitero y Calixta, luego salimos mi mujer y yo con Tomasa y Rosarito Salado. La tarde se presentó calurosa, por lo que no andábamos muy aprisa, y requeríamos la sombra que las encinas y castaños proyectaban sobre el sendero a la falda del Padrón de Atienza. Media hora llevábamos de paseo, cuando advertí que de la parte de los altos de Barahona venía una nube parda con visos amarillos en sus rebordes desgreñados, avanzaba como fúnebre cortina que sólo cubría parte del cielo, pues hacia el Oeste brillaba el sol. La nube pareciome de las que traen mala intención, y esta sospecha fue confirmada por el sonar lejano de truenos hacia el Este. Felizmente llevábamos a prevención paraguas y sombrillas, y no faltaban por allí casitas en que guarecernos en caso de aguacero. «Me alegraré de que llueva», dijo María Ignacia, que de su mal humor se consolaba con las displicencias de la atmósfera, o en estas vio perfecta imagen del estado de su espíritu. Que la nube nos estropearía la tarde quitándonos el regocijo de la merienda, ya no podíamos dudarlo viendo los goterones que nos mandaba el cielo, y que caían estampando en el camino redondeles como piezas de dos cuartos. No tardó en deslumbrarnos un relámpago que de lo más próximo de la nube venía, y con el trueno que a poco retumbó, echonos el cielo una rociada de agua y viento que no nos dio tiempo a buscar abrigo. Ruidos en lo alto anunciaban estragos mayores, la lluvia era como un sin fin de látigos que nos azotaban. Rosarito se amparó tras una peña, guarecidos mi mujer y yo bajo una encina, vimos que empezaban a caer con las gotas confites de hielo, que tal parecía el granizo, primero del tamaño de cañamones, luego como garbanzos. Las exhalaciones, difundiendo en todo lo que alcanzaba la vista repentina claridad lívida, nos deslumbraban. «¿Tienes miedo?» pregunté a mi mujer, y ella me respondió: «Ninguno, que caigan las piedras como castañas es lo que deseo».
Ver ejemplos de oraciones con la palabra requeríamos

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba