¿Cómo se escribe haporreados?

En español diversas letras comparten el mismo sonido, esto da lugar a infinidad de dudas ortográficas, en muchos casos estas dudas se pueden resolver aplicando las reglas generales de ortografía. Por esa razón, si dudas de cómo se escribe una palabra, introdúcela en nuestro corrector y te la corregimos mostrándote la regla que deberás aplicar para poderla escribir correctamente.

    Los errores ortográficos más comunes son:

  • Errores de acentuación de las palabras, sobre todo en caso de que la sílaba tónica forme parte de un hiato o un diptongo.
  • Empleo de las letras j y g porque dependiendo de la palabra la letra g ha de pronunciarse con el fonema /j/.
  • Empleo de las letras c,z y el dígrafo "qu" para los fonemas /z/ /k/ y /s/, el fenómeno del seseo y del ceceo.
  • Empleo de la letra h que al ser muda, es decir, no tiene un sonido asociado, da lugar a errores.
  • Empleo de r o rr. Ya que en ocasiones la letra r se corresponde al fonema que el dígrafo rr.
  • Empleo de las letras y, ll para los fonemas /y/ y /ll/ y el fenómeno del yeísmo.
  • Empleo de las letras b,v dos letras distintas que comparten el mismo fonema /b/.
  • Empleo de la letra x para representar el fonema /s/ o /k+s/.

A la palabra haporreados le sobra una H

La palabra haporreados no existe en Español

La palabra haporreados contiene una hache que no le corresponde. La manera correcta de escribirla es APORREADOS

Es fácil caer en el error de omitir la letra h, ya que en la mayoría de los casos no se pronuncia, es decir, es muda. No obstante, aunque es poco frecuente, en algunos préstamos lingüísticos la h se pronuncia con un sonido similar al de la /j/, lo llamamos "h aspirada", por ejemplo en las palabras: hándicap, hámster, hachís... y también en los nombres propios como Hawái.

Puedes ver la definición de aporreados aquí

Ejemplos con la palabra Aporreados

La generalidad de la tropa era gente de a caballo, pero, con todo no habían faltado los aporreados más o menos graves.
Ramón había oído hablar mucho todo el invierno, en tertulias de sacristías, de lo que pasaba cuando entraban los invasores en iglesias o monasterios. La destrucción, el escarnio, el ultraje, les acompañaban. Los religiosos eran arrastrados por los claustros, aporreados o cruzados con las bayonetas, los altares ardían, la bodega, inundada de vino, se llenaba de beodos, que bailaban vestidos con las casullas y las capas pluviales de los ornatos. Este cuadro creía estarlo presenciando Ramón, y temblaba de cólera. Una nube roja cubría sus ojos. ¿No había hombres en Sangreiro? ¿Dónde se habían metido aquellas liebres, aquellos gallinas? Los invasores no eran tantos: una columna, tal vez cien o doscientos... Con las hoces, con las bisarmas, con palos, se les podía despachurrar, ¡echarles al río! Y la columna avanzaba, ya se divisaba, a la cabeza de los marciales jinetes, el comandante, rubio, corpulento, rigiendo un caballo que manoteaba... Ramón no supo qué fuerza le impulsó al movimiento decisivo. Con su escopeta de perdices, pero cargada aquel día, como sabemos, con balines, apuntó, disparó... El comandante soltó las riendas y cayó hacia atrás, el caballo, desmandado, se alocó. El momento de asombro de la columna dio tiempo a que Ramón se pusiese en salvo, desapareciendo entre los árboles.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra aporreados

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